CAPITULO 29: PEQUEÑA NOTA

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Los fuertes ruidos en la habitación de la dueña de la mansión Leagan, eran estruendosos, los jóvenes estaban preocupado por la ira de su madre, que se había encerrado en la habitación desde ya varios día, no sé explicaban el motivo de su ira, pero sabían que fué ocasionado por el doctorcito que había llegado en un momento inesperado.

- ¡¡Aarrrggg!! Que fue lo que pasó???

- no lo sé, hermana, sabes muy bien que ese sirviente de George, estaba justo en la puerta impidiendo acercarnos a escuchar.

- algo grave paso, estoy segura, y lo voy averiguar.

- y como lo haras?? Acaso olvidas que la tía abuela descubrió nuestras mentiras.

- no creo que fuera para tanto, cómo para que nos echara a nosotros, somos los consentidos de la tía abuela.

- los consentidos???... Pues mira dónde estamos ahora...- respondió el jóven.

-¡¡¡ ARRGG!!! Ya descubriré la causa de esta humillación y te aseguro hermano que si ese doctorcito y la mugrienta de Candy tienen algo que ver, me encargaré de arruinar sus vidas.

En la habitación Sara, no estaba en sus mejores ánimos, había estado tirando sus cosas de la ira, jamás creyó, que algo así podría pasar, se había equivocado con el médico, desde que lo vio había quedado deslumbrada, siempre consiguió lo que quería, la única desgracia de su vida fue casarse con Raymond Leagan, ella solo obedeció a la mujer que la crío como madre, pensó que si no cumplía, ella podría ser repudiada, y cuando era el turno de Rosemary, ella quería lograr que fuera echada de la familia, y así lograr ser uno de los miembros más importante, logró convencerla de su infelicidad por un matrimonio arreglado, aconsejando que hiciera caso a su corazón, consejo que la ingenua Rosemary había escuchado, y en lugar de lograr que la familia la repudiara por casarse con un marinero, terminó molesta por lograr lo contrario, ser feliz y seguir conservando su lugar en el clan. Desde entonces decidió encontrar la manera de quitarla del camino y no se ocurrió mejor plan que ir envenenandola poco a poco, nadie se dió cuenta, nadie sospecho, cuando quisieron actuar ya era demaciado tarde, los resultados de los análisis llegaron tarde, y ella fue quien lo recibió, el dolor de la perdida en la familia fué un buen punto a favor, pues se habían olvidado de los análisis, guardando con ella la prueba de su crímen, como recuerdo de su mayor logro.

- se no se va a quedar así, David. Juro que pagarás esta humillación, lo juro....

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La mansión Andrey se volvió un lugar mucho más alegre desde la llegada de Candy y sus damas de compañías, la matriarca estaba orgullosa del desempeño de la hija del Dr. Castillo, fué para ella una tristeza saber que había estado siendo engañada por su propia hijastra, jamás pensó que la niña que cuido como una hija después de la muerte de su padre, terminara siendo una mujer cruel y manipuladora, y sus niños, a los que queria cómo sus propios nietos, estaba siguiendo los pasos de su madre, ahora entendía por qué ella no acompañaba a su esposo en sus viajes de negocios, siempre encerrada en la mansión,¿¿?? Eran sus dudas, No quería imaginarse más cosas de lo que ella posiblemente habría estado haciendo, lo triste es que el pobre hombre no merece seguir siendo engañado, decidió visitar a Sara, para proponerle que empezará a ser más atenta con su esposo, o él terminara enterándose tarde o temprano, no quería que ella pasará por una vergüenza pública, le había prometido a su difundo esposo en su lecho que cuidaría de ella, pasara lo que que pasará.

Unos gritos se escuchó desde el jardín, que la matriarca se asustó, salió a pasos apresurados a saber el motivo del incidente, encontrando a Alice y Dorothy paradas sobre uno de las bancas del jardín gritando asustadas por la presencia de un inocente zorrillo que cada vez se les acercaba, mientras Candy junto a su mascota Clint, se reían por las acciones de sus amigas.

UN DESTINO DIFERENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora