CAPITULO XV: FUGANDO HACIA AMERICA

81 18 2
                                    

El regreso al puerto de Southampton fué en absoluta cautela, David sabía muy bien, que después de revelarse que estaba vivo  ante Randolph, tenía que tener mucho cuidado, y sobre todo proteger a su hija. cuando regresó al hotel en Londres, de inmediato procedió empacar, aunque casi no había sacado nada del equipaje, no perdió el tiempo, un rápido refrigerio en la habitación y con la niña cansada decidió retirase lo antes posible, la oscuridad de la noche era un buen aliado para salir sin ser vistos, y su actual identidad le daba la ventaja de tampoco ser hallados. Candy había llegado acurrucada en los brazos de su padre, ya muy avanzada la noche por fin pudo descansar en un hotel cerca al puerto.

David no podía conciliar el sueño, el sello de la familia de su amada, lo tenía su hija, ese maldito sello que le a traído desgracias, no lograba entender como es que su niña lo tenía cuando creyó que él mismo Randholph se lo había llevado, después del robo en nueva York, para reclamar la herencia de la familia Lancaster, tantos eran sus pensamientos que la luz del sol iluminó su rostro sacándolo de sus pensamientos, se cubrió el rostro con una gruesa bufanda y su gorra, e inmediatamente salió en busca del próximo barco para abandonar el viejo continente, dejando una nota en el buró que se encontraba al costado de la cama donde descansaba su hija.

Un auto Ford Model T (1908) llegaba a la mansión de Escocia con un aturdido hombre, que aceleradamente bajaba a trompicones, y corriendo llamaba a gritos a su señor.

- ¡¡¡DUQUE ALEJANDRO!!!- corría hacia la oficina del su señor. -¡¡¡DUQUE ALEJANDRO!!!- llamaba una y otra vez.

- deja de gritar Jacobo, que te traer tan alterado.- salía de la oficina un hombre mayor, aún se mantenía erguido, pero no había duda que los años habían caído sin compasión.

- lo encontré, está vivo, su hijo está vivo, señor.- reveló la noticia sin esperar que lo único que causaría fuera una fuerte subida de presión.

El mayor trataba de calmarse, pero la noticia lo tenía muy nervioso, su hijo al que no escuchó, al que le dió la espalda cuando le pidió ayuda, al que amenazó con desterrarlo si lo desobedecía, estaba vivo, pero el dolor en su pecho no le permitió seguir en pie, perdiendo así el conocimiento.

Candy disfrutaba de las olas del mar, mientras corria detrás de la gaviota, que volaba de un lugar otro en la cubierta del mauritania. Esa mañana cuando despertó, se encontraba nuevamente en brazos de su padre, había quedado terriblemente dormida que no se había dado cuenta que ya estaba subiendo al barco listos para partir, mientras veía a su padre, con signo de cansancio, pero feliz de salir sanos y a salvos.

Randolph después de curar su herida, había llamado a varios de sus hombres, con la orden de encontrar a Lowell, pero lamentablemente el desconocía que su astuto "amigo" tendría otra identidad, y sin saberlo mando a buscarlo sin imaginar que sus hombres jamás lo podrían encontrar, mientras él lo buscaba en Londres, el astuto médico ya se encontraba en altamar.

En la mansión del Duque, Jacobo lamentaba el haber sido tan descuidado, jamás debió darle la noticia de golpe, el Duque Alejandro se encontraba siendo revisado por el médico de cabecera, de pronto el heredero al ducado llegaba corriendo, la noticia que su padre había vuelto a recaer, lo hizo salir de su villa, la salud de su padre cada vez estaba empeorando, su padre jamás se perdonó, el haber amenazado a su propio hijo, su hermano con desheredarlo. Fué testigo de como su hermano jamás le importó la amenaza, solo siguió el deber que su corazón le distaba, jamás tuvo tal valor, su hermano murió, pero feliz de estar con la dama que el amaba, mientras él tuvo que casarse con una mujer impuesta a la que no aguantaba, pero qué podía hacer él, ya era tarde para ayudar a su hermano, era tarde para renunciar a la mujer que tenía por esposa, era tarde para ser feliz.

UN DESTINO DIFERENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora