CAPITULO IX: CELOS DE UNA CARTA

85 17 5
                                    


- ¡¡¡CANDY!!!! - llamó el médico, acercándose rápidamente a su hija, vió con tristeza que su pequeña se encontraba sucia y lastimada de sus pequeñas manos. - ¿¿qué te pasó, mi niña??. - mientras retiraba de su pequeño bolso negro, un algodón con anticéptico para curar las heridas de su hija.

La pecosa al ver que su tristeza era por su estado, no dudo en explicar lo que pasó.- me empujaron sin motivos papá, y se pusieron hablar más de tí y del abuelo, y por eso me enojé. - respondió.

El mayor solo miró a los jóvenes herederos que no podían creer quien era el padre de la plebeya cómo la habían llamado, sobre todo la jóven, qué se quedó embelesada al ver la mirada azul del hombre, se imaginó a su Ardley favorito convertido en un hombre como él.

- señoritos...- llamó el mayor - pido disculpas por el comportamiento de mi niña, pero también exijo se disculpen con ella, por su atentado sin causa a su persona.

Rápidamente los hermanos salieron de su sorpresa y al comprender lo que el ahora médico de su madre había exigido, respondieron.- ¡¡¡NO!!! Nosotros no tenemos que rebajarnos ante la muchedumbre, no eres más que un empleado más de esta casa. - respondió la heredera menor.

El heredero mayor de los Leagan también respondió. - es verdad, solo fuistes llamado a atender a mi madre, ese es tu trabajo.

El padre de Candy, sabía que sería inútil hacer razonar a ese par de niños, la educación que ellos demostraban, hablaba mucho incluso de sus padres, así que para evitar problemas miró a su hija y le dijo. - discúlpate mi niña, y no esperes nada de ellos, su educación es muy pobre.

Los niños Leagan se sintieron ofendidos, iban a despotricar, pero una mirada de furia contenida del mayor los hizo quedarse callados, ni su padre los había mirado jamás de esa manera.

- si papá - respondió la pecosa, se acercó con una inclinación - me disculpo por la "patada y el jalón" señorito y señorita. - respondió la niña, había comprendido a su padre, y sabía que tenía que actuar con cautela si no quería tener también la ira de los padres de los jóvenes, estaba segura que ellos irían inmediatamente a hablar mal de ella y de su padre.

Los niños querían seguir lanzando su veneno, pero cierto rubio mayor, no les quitaba la mirada de encima. Así que sin más decidieron retirarse, se sentían muy pesados el ambiente, y volvieron en busca de su madre a contarles lo sucedido, sin saber que ella no los escucharía, hasta despertar de su sueño inducido.

La jóven mucama había mirado todo con desilución, el jóven tenía una hija, y creyó que se estaba haciendo ilusiónes con un hombre casado, estaba por retirase, pero el caballero la llamó.

- Alice, te presento a mi única hija, Candy.

La mirada de confianza que le daba, le hizo pensar en no ser grosera, e inclinándose para abrazarla le respondió. - mucho gusto pequeña, tu madre debe estar feliz de tener una niña tan hermosa como tú.

 - mucho gusto pequeña, tu madre debe estar feliz de tener una niña tan hermosa como tú

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
UN DESTINO DIFERENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora