El Pecado del Alquimista 12 [+18] (Genshin Impact)

Capítulo 78

Tartaglia

14 de Abril – 15:55

Inazuma – Tenshukaku – Aposentos del Príncipe Heredero

No había forma de despertar a Kairi. Todos y cada uno de nosotros lo intentamos, y ninguno tuvo éxito. Ni siquiera Nathaniel, quien también se emocionó al tener tan cerca de nuevo a su hermana.

Manteniéndole parte de sus mechones verdes fuera de su rostro con una de sus manos, trataba de despertarla dulcemente:

-Nathaniel: Kairi... tienes que despertar –decía, sin poder apartarle la vista-. Todos te estamos esperando.

Parecía no poder escuchar ni una sola palabra. Además, la preocupación de Däriel estaba creciendo por momentos. Apenas había retirado sus ultra orbes, y ahora ya estaba en otro asunto peliagudo.

-Däriel: no me digas que... -murmuraba para sí mismo-. No, no puede ser... ¿No?

-Tartaglia: ¿Däriel?

Se acercó a la joven y, tras colocar una de sus manos sobre su frente, cerró los ojos.

Después de unos segundos, volvió a abrirlos (esta vez sin expresión alguna), y se marchó a paso rápido de la habitación.

Fue sospechoso, terriblemente sospechoso.

***

Tartaglia

14 de Abril – 16:00

Inazuma – Tenshukaku – Aposentos del Rey

El Rey impidió el paso a los demás, pero a mí no me lo pudo impedir. Gracias a mi rol como su sometido, pude colarme en su habitación.

Un atrevimiento que él ya esperaba.

-Däriel: voy a tener que dormir –dijo de pronto, manteniendo la impavidez de su rostro. Aquello era mala señal-. No sé cuánto tardaré en despertar, así que necesito que... los cuides en mi lugar.

-Tartaglia: ¿qué? ¿Por qué ibas a tardar en despertar? –inquirí, disparándose también mi preocupación.

Evitó por completo la respuesta a mi pregunta.

-Däriel: si preguntan, diles que estoy buscando en el onírico posibles nuevos traidores tras lo sucedido con Märkit –sabía bien que no se trataba de eso. Sólo era la excusa para ganar tiempo-. Te lo encargo, Tartaglia, porque...

Se dio un breve silencio, en el que sus ojos al fin vacilaron por unos segundos.

-Tartaglia: ¿por... porque...? –necesitaba que terminara aquella frase.

Se metió en la cama, se tumbó y, antes de cerrar los ojos, lo último que pronunció fue lo siguiente:

-Däriel: porque confío en ti.

Sollocé.