Capítulo 40

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Däriel

12 de Abril – 3:40

Inazuma – Tenshukaku – Habitación del General Märkit

Mi última parada nocturna era la habitación de Märkit. No obstante, esta vez no me limité a observar desde el balcón. Mientras dormía plácidamente, me entrometí en el interior.

Roncaba, y bastante.

-Däriel: si pudiera matarte o apresar tu alma... -susurré, conteniendo mis fantasías de desmembrarlo lentamente-. Pero haría cundir el pánico... demasiado pronto.

Sin hacer ruido, abrí la puerta del cuarto de las amantes, pero no encontré a su nueva "adquisición" en ninguna de las camas.

"Oh, entiendo...", deduje dónde podía estar, así que salí de aquel cuarto y me dirigí a uno más alejado de la habitación principal.

Sabía que, cuando una nueva integrante del harem se ponía rebelde, aquellos monstruos tenían una estancia especial para ellas. En definitiva, una sala de tortura.

-Däriel: aquí estás –dije por lo bajo, tras cerrar la puerta detrás de mi espalda.

La encontré de rodillas, con las manos encadenadas desde el techo. En aquella postura perpetua, era difícil dormir o siquiera descansar. No obstante, su malherido estado también le impediría conciliar el sueño igualmente.

Estaba llena de marcas de quemaduras en los brazos, cardenales, sangre y... por supuesto la maldita marca.

Ya no tenía escapatoria posible. Bueno, incluso sin marca, tampoco la hubiera tenido habiendo un general interesado en ella.

-Däriel: hola –intenté mostrarme lo más amable posible. No obstante, ante mi mero acercamiento, ella comenzó a temblar poderosamente-. Eres Kanae, ¿verdad?

Por miedo, asintió cuanto antes con la cabeza.

-Kanae: ... ¿El R-Rey? –musitó, con una mirada vacía.

***

Kanae

12 de Abril – 5:25

Inazuma – Tenshukaku – Habitación del General Märkit – Sala de tortura

Sí, era el Rey de esos engendros. Sin embargo, la expresión de su rostro y el tono de su voz, eran muy distintos a los de ellos. No supe por qué, pero, por algún motivo, dejé de tener miedo a medida que hablaba más conmigo. ¡Creo que incluso pasaron horas!

Después de haber experimentado la crueldad en mayúsculas, vi en él la humanidad de la que carecían. Poco a poco, fue haciéndome sentir más tranquila con su compañía, sensación que creí que no iba a volver a sentir.

Fue un encuentro extraño y algo mágico.

No obstante, mi corazón agonizaba, mi cuerpo agonizaba. Y mi futuro aún más. Estaba viva, pero lo que me aguardaba era un infierno de por vida.

Y, además, sin mi amado.

Entonces, sacó algo de su casaca y lo colocó en el suelo, frente a mí. Era una especie de botella pequeña de cristal.

-Kanae: ¿una poción? –pregunté, un poco confusa.

Cogió aire y se puso serio:

-Däriel: si la bebes, todo terminará –respondió, manteniéndome la mirada-. Absolutamente todo. ¿Entiendes a qué me refiero?

Me quedé en silencio por unos segundos, cerré los ojos y los volví a abrir tras procesar a lo que se refería.

-Kanae: lo entiendo –no lo dudé- y quiero beber.

-Däriel: será una marcha dulce, no sentirás nada –explicó, amablemente-. Pero... ¿Estás segura?

Asentí con la cabeza.

-Kanae: ¿no te meterás en problemas por esto? –me preocupé por un momento.

-Däriel: creerán que ha sido un infarto –aclaró.

-Kanae: entonces adelante –me determiné.

Bajó sus ojos verdes al suelo, tomó la botella y la acercó a mis labios.

-Kanae: sólo una cosa más...

Paró de aproximar la botella por un momento.

-Däriel: por supuesto, ¿qué quieres?

-Kanae: podrías quedarte conmigo hasta que... ya sabes.

Me regaló una hermosa sonrisa y asintió.

Y bebí en paz.

El Pecado del Alquimista 12 [+18] (Genshin Impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora