Capítulo 1

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Däriel

En lo onírico

Nunca en mi vida había tenido tanto miedo a la muerte como ahora. Si ahora yo caía, arrastraría conmigo a... alguien que amaba. Había fallado, en todos los sentidos.

Lo había condenado para siempre. Le había arrebatado lo más valioso para un ser: su libertad.

En aquel recurrente sueño, un lugar de otro mundo atestado de escombros y cadáveres despedazados por nuestros orbes, me encontraba devastado y solo en medio de la destrucción que mi familia había traído al universo.

Tenía tantos "lo siento" que pronunciar, pero había uno que gritaba algo más alto que los demás.

"Lo siento, madre. He acabado siendo completamente como él", ardió en lo más hondo de mi fuero interno. ¿Era el destino o simplemente soy más débil de lo que me gustaría aceptar?

De pronto, escuché, detrás de mí, un cascote quebrarse ante la fuerte pisada de alguien más.

-¿?: este lugar... ¿Tanto echabas de menos la guerra? –rió, dejándome helado por un segundo-. No esperaba menos de mi hijo.

Al mismo tiempo que un poderoso escalofrío recorría mi cuerpo, abrí los ojos como platos y me levanté, raudo, de la montaña de escombros en la que me hallaba sentado.

***

Haakön

En lo onírico

Encontré a mi hijo admirando un paisaje que representaba una de nuestras innumerables victorias. No podía negarlo, a mí también me apresaba la nostalgia por la guerra de vez en cuando. Nuestra sangre era lo que ansiaba a cada momento: hacer que el universo se arrodille ante nosotros.

-Däriel: ¡¿qué haces aquí, en mi sueño?! –gritó, muy nervioso. Tan nervioso que me sorprendió. Él... nunca se había mostrado así-. Puedo sentirlo... No eres una mera recreación de mi cabeza, ¡¿verdad?! –incluso sostenía ya una espada Geo en su mano y mantenía una distancia más que prudencial.

"Chico listo, como siempre", pensé, orgulloso. "No obstante... Eso en sus ojos... ¿Era miedo?", traté de identificar, pero era una labor difícil para mí la identificación de emociones. Aunque, conociendo cómo era mi guerrero primogénito, no podía ser miedo.

-Haakön: vengo a proponerte un trato, Däriel –alce mi voz, majestuoso. Yo había usado el poder onírico, aunque aún muy latente, de mi nieta para poder llegar hasta él.

Su desconfianza era plena, tal y como se le había enseñado. No bajó el arma en ningún momento.

No obstante, hoy...

Hoy realmente deseaba que traicionara sus enseñanzas. Lo necesitaba. Aquel vacío en mi corazón... era tan doloroso.

-Däriel: ¿qué trato? –apretó más la mano en la empuñadura de su arma, sin apartarme la vista.

-Haakön: puedo guiarte hasta un lugar donde quizá puedas salvar a alguien –ofrecí, de forma críptica-. A cambio...

Me costó terminar la frase.

-Däriel: ¡¿A cambio?! –insistió, manteniendo aquellos intensos nervios.

Suspiré y reuní fuerzas para sacar aquella aberración de mis labios:

-Haakön: ... quiero un abrazo tuyo, Däriel.

El Pecado del Alquimista 12 [+18] (Genshin Impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora