El Pecado del Alquimista 12 [+18] (Genshin Impact)

Capítulo 25

11 de Abril – 18:04

Inazuma – Tenshukaku – Sala de Reuniones

En aquella ocasión, Däriel, al haber conocido la noticia más tarde, no consiguió llegar hasta Nathaniel antes que los gladiadores. En un intento de no dar más "problemas", Nathaniel se dejó cazar, cuando ya estaba lejos de Kairi.

Lo llevaron de vuelta a sus aposentos, donde lo encadenaron. Mientras, se dio una reunión extraordinaria entre los generales y, por supuesto, el Rey. A quien consideraban su valioso tesoro (un dragón con sangre de Serphiat que ya había mostrado su poderío) había escapado por un momento, lo cual fue suficiente para emerger enormes preocupaciones entre los generales.

Se propuso administrarle alguna poción alquímica que dejara al heredero en estado semiconsciente hasta que mejorara lo que denominaban "actitud inmadura". Además, se habló de lo tanto que les inquietaba que no hubiese nadie en su harem, salvo un hombre al que había instituido como su entrenador y que sabían que dormía en sus aposentos.

Ocultando su pánico por lo que se hablaba del porvenir de su sobrino en aquella reunión, Däriel trató de confrontar aquellas "preocupaciones" y evitar la mayoría de las propuestas. Pensó en decir que Xiao era también alguna criatura ultraferoz con la que podría reproducirse pese a su imagen masculina, pero ya había usado tal patraña para salvar a Tartaglia. No funcionaría dos veces.

Suspiró y fue obligado a tomar la menos mala decisión de todas las que había sobre la mesa.

"Lo siento, Nathaniel...", masculló entre dientes aquel horrible pensamiento. Lo había dado todo y más para proteger a su familia, pero ahora estaba contra las cuerdas. No quedaba otra opción que concederles una gratificación a los generales para calmar sus ansias de doblegar al dragón u otras opciones atroces, como las que también tenían pensadas con Kairi y que hasta ahora había evitado con prioridad porque suponían que la marcaran.

-Reus: ¡haremos que deje de ser un niño, y se volverá al fin un hombre! –celebró, junto a sus ahora también contentos compañeros, mientras el Rey sonreía pero gritaba internamente.

Al menos se habían olvidado un día más del marcaje de Kairi.