Capitulo 14

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Carls

Me quede esperando para ver si volvía, pero ella se fue. Era la primera vez que me le declaraba a una chica y su rechazo me deprimió, intenté expresarle mis sentimientos. No quería trabajar más, así que fui a casa.
Con mi rostro desanimado no pude disimular que estaba dolido. Me recosté en el mueble de la sala, observando el techo algo perdido ¿Si, se suponía que no era amor? ¿Por qué provocaba reacciones físicas en mi cuerpo cada vez que la veía?
El móvil timbro de mi bolsillo, era una llamada de la secretaria Kristen. Es más, me había olvidado del favor que le pedí. Ya no podía hacer nada, tenía que inventar que trabajo darle a la nueva chica.
—Ya está todo listo, la chica vendrá mañana a trabajar en su oficina —me dijo Kriten.
—Sí, muchas gracias por ayudarme. Necesito que me desocupes todo para trabajar en la oficina de al frente —le dije por teléfono.
Sam

Estaba exhausta por los tragos de la madrugada y preocupada por la confesión de Carls. Era extraño lo que sentía, se suponía que no me importaba, pero pensándolo bien él era un hombre que podía tener a la mujer que quiera, tenía mucho dinero y no quería pensar que él estaba por mí.
Como no había nadie en casa, prendí mi computadora para ver casi ángeles. Era amante de las novelas de romance y de acción... mientras veía la trama de la primera temporada me preguntaba si ¿en realidad existieron amores que duraron para siempre?
Eran preguntas que surgían en mi cabeza de la nada... o yo escribiendo una novela donde despejé todas estas dudas ¡No, era pésima en Literatura! solo lo mantuve en mi imaginación, y cuando estaba triste escribía todo lo que pasaba por mi mente en una libreta.
Por tanto, idealizar se acabó el capítulo de la serie. Apague la computadora porque escuche los murmuras de mi madre. A pesar de que ella estaba llorando me volvió a reclamar porque no había llegado a casa anoche.
Yo le pregunte con preocupación que había sucedido... era lo mismo de siempre. Otra vez mi padre tuvo un accidente automovilístico, ya ni me sorprendía porque eso ocurría muy seguido y todo por su maldita borrachera.
—¿No me digas que de nuevo vas a pagar la fianza? —le pregunté molesta.

—¿Qué más puedo hacer? No podemos dejarlo ahí... regreso pronto —me dio un beso en la mejilla como consuelo.

—¡Mamá, estoy cansada! —me contuve para no decirle la verdad—, estoy harta de que haga lo mismo una y otra maldita vez —le grité.

Ella me dio una bofetada.

—Deja tus problemas de ira, Sam —replicó mi madre.

—Así funciona esto —le respondí con una sonrisa sarcástica—, él te lastima, te daña psicológicamente y a mí me pegas, mamá —espeté.

Me miró con decepción y caminó hasta la puerta para retirarse.

—Me voy...

—Mi papá te engaña con otra y apuesto que esa es la razón por la que se emborracha.

—¿Qué estás diciendo? —regresó a verme.

—No soporto que te desvivas por esa lacra y sé que él no se larga de aquí porque nunca le pones límites. Tú le das todo —repliqué, conteniendo las ganas de llorar.

—Solucionaré eso más tarde —dijo sin sorpresa alguna.

—Me dejarás sola toda la noche —susurré.

—Las personas con problemas de ira como tú merecen quedarse solas —admitió con voz fría y se marchó.

Me arrodillé lentamente en el suelo agaché mi vista perdida, el dolor que sentía en el pecho era inmenso, como si mil agujas se clavaran en mi corazón. En ese momento, me di cuenta de que no solo estaba exhausta físicamente era como si cada decepción, cada discusión y cada acto de violencia se acumularon en mi ser.

Me quedé en silencio y recordé las veces en las que intenté ser fuerte, en las que traté de proteger a mi madre de mi padre y de todo el daño que nos causaba. Pero, a medida que pasaba el tiempo, sentía cómo mi fortaleza se desvanecía.

Mi madre, atrapada en una relación tóxica, parecía estar cegada por un amor distorsionado. No podía entender por qué se aferraba a alguien que la lastimaba de esa manera. Tal vez el miedo o la dependencia emocional la mantenían atrapada en ese ciclo destructivo. Pero eso no significaba que yo tuviera que soportar el mismo sufrimiento.

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