CAPITULO 50

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El presente

Sam

Busque mi Teléfono en el bolso para llamar a mi mejor amiga.

—Necesito que me vengas a ver al psiquiatra hoy es mi último día.

—¿Estás segura? Voy ahora si quieres.

—Si quiero que vengas, necesito que me prestes tu habitación y procura que no haya nadie.

—¿Aún tienes en mente hacer eso?

—Es la última oportunidad de eso depende mi vida.

—Te voy acompañar, no te apresures porque te conozco como eres.

—Te espero lo más tonto posible —respondí cortando el teléfono—, mamá al primer lugar que iré será a casa de Andrea.

—Aun debes recuperarte tienes que quedarte en casa.

—Tengo que irme —le impuse molesta.

—¿Para que?

—Quiero hacer algo por mi vida, quiero dejar de ser una fracasa.

—Pienso que no es conveniente.

—Ayúdame por favor, solo quiero mejorar—le rogué.

—Te dejaré ir, prométeme que no harás nada de lo que conto el Doctor Everglen.

—No haré nada lo prometo.

—Yo no podría vivir sin ti Sam.

—Ya estoy muerta en vida, no hace falta que no puedas vivir sin mi.

—¿Algún día dejaras de decir esas cosas?

—Quizás cuando tenga todo lo que siempre he querido.
Me encerré en el baño para escribir todo lo que quería que sucediera después de salir del psiquiatra. Escribí en presente, sintiéndome feliz como si ya lo tuviera, quizás esto sonaba un poco loco, pero para mí era una de las mejores formas de manifestar. Tenía que aprovechar esa vibración, ese positivismo para mejorar como persona.
Mientras iba en el taxi con mamá, me quedé observando el cielo, sintiendo un nudo en la garganta, porque tal vez podría ser la última vez que lo viera. Había pasado mucho tiempo desde que no contemplaba las calles de la ciudad y a las personas que las transitaban. En la clínica, no podía ni levantarme de la cama; el interés por la vida se desvaneció, mis sueños se esfumaron. Había perdido el amor de mi vida por un hombre que no valía nada, y cada recuerdo de él era como un puñal en el corazón. Ya no me gustaba estudiar, no me gustaba entrenar. Solo embriagaba con mis amigos, buscando ahogar el dolor que me consumía.

Verlo con alguien más me destrozó, y no hablo de Frey, sino de Carls. Me tomé un año en reconocerlo, en aceptar que su partida era la razón de todo lo que me había pasado. Me sentía vacía, sin recibir cariño, apoyo emocional ni motivación. Me reprimí porque pensé que jamás me arrepentiría, le mentí a mi madre porque mi corazón llora su ausencia y anhela recuperar lo que tuvimos. Es mas todo mis sentimientos guardados los comencé a escribir en notas, tenia mas de mil notas escritas para el, de  los recuerdos,  del amor que vivimos y que nunca nadie me lo pudo volver a dar.  Me ponía triste porque el nunca llego a visitarme pero después pensaba ¿Quién en su sano juicio no va a mantener su guardia en alto después de haberlo traicionado?

Llegue a casa de Andrea, cuando cruce la puerta mi cuerpo comenzó a temblar por lo que iba hacer, ir al jardín infinito para morir o vivir y lograrlo.

—Te daré la siguientes indicaciones, Andrea.

—Cumpliré cada una de ellas pero no te quedes allá.

Almas DestinadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora