Carls
Semanas después
Durante una semana, decidí no ir a trabajar y solo asistía al colegio, quería pasar tiempo con mi madre. En esos momentos de profunda tristeza, recibí una llamada de Kristen, donde me informó que Sam había renunciado de manera definitiva. Aunque la noticia me afectó profundamente, entendía que esa era la mejor decisión que pudo tomar. De alguna manera, estaba tratando de convencerme de que era lo correcto, pero en el fondo me estaba mintiendo. Sam se convirtió en la razón de mi existir, la única mujer que le dio sentido y vitalidad a mis días.
Después de su partida, mi madre cambió. El dolor de la pérdida la consumió por completo, y poco a poco se fue retirando de nuestra vida cotidiana. En su afán de sobrellevar el duelo, se refugió en su trabajo dejándome a mí y a nuestra casa atrás. La ausencia, su falta de atención, agravaban aún más la sensación de vacío que se había instalado en mi interior.
La risa se desvaneció, reemplazada por silencios incómodos y conversaciones superficiales. Me aferré a la rutina y a las actividades escolares como una forma de mantenerme. Por eso me aferre a ella, anhelaba verla, extrañaba cada uno de sus gestos y su voz.
Los problemas que enfrentaba con su familia me preocupaban, pero decidí retener mi sufrimiento en silencio, tratando de ser fuerte por ella. Las noches se volvieron interminables, lleno de insomnio y pensamientos tormentosos. Mi mente creaba escenarios ficticios, reproduciendo momentos que compartimos una y otra vez. Me sentía como un ser inerte, postrado en la cama, incapaz de funcionar ¿Por qué estaba sintiendo esto?
Entonces, un recuerdo atravesó mi mente. Recordé una conversación pasada, cuando le pregunte que se sentía amar y de la forma mas arrogante me burle de ella. Me di cuenta de que, tal vez, el único que había sentido ese profundo sentimiento había sido yo. La conclusión comenzó a formarse en mi mente: si eso no era amor, entonces ¿Qué era? O quizás, simplemente, yo era el único que se había enamorado.
Sam
Meses después de todo lo que sucedió, culmine con mis estudios. Junto a mi madre y mi mejor amiga estábamos en el auditorio esperando el recibimiento de mi título. No fue mucha la espera, las autoridades me llamaron para darme una mención de honor por tener las mejores calificaciones en el último año. Estaba feliz, porque gracias a las enseñanzas de Carls logre ser la mejor y ya no tenía que ver a mis compañeras de aula que tanto detestaba, por fin iba a entrar a la universidad y poder cumplir todos los sueños que había idealizado cuando era niña.
—Felicidades, señorita Dávila —me dijo la profesora Raquel, abrazándome con alegría.
—Gracias, al final esa lección me sirvió mucho para mejorar como persona.
—Un fuerte aplauso para Samanta —añadió en voz alta.
—Gracias, gracias.
Mi madre y mi mejor amiga se acercaron para abrazarme, compartiendo mi felicidad.
—Felicidades, te quiero mucho, Sam —expresó mi mamá, con ojos llenos de orgullo.
—Yo sabía que lo lograrías —agregó André con una sonrisa.
—Te quiero mucho, gracias por creer en mí.
—Siempre lo haré.
Esa misma noche, se llevó a cabo un evento en honor a los graduados. Vestidos de blanco y trajes negros, todos estábamos listos para la emocionante ceremonia de lanzamiento de capas.
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Almas Destinadas
RomanceSam, una joven con un pasado tormentoso en el amor, decide escribir un libro para escapar de sus problemas y sumergirse en una realidad ficticia. Sin embargo, pronto descubre que sus historias tienen un efecto inesperado en su vida real ¿Podrá Sam e...