Sam
Me acerqué a la tumba para lanzar una flor y hablarle desde mi conciencia.—Perdón por no haber podido cuidarte —le dije a la tumba donde estaba Ángel.
Carls se acercó y me abrazo.
—Tranquila, se que se siente yo te entiendo.
—Espero que descanses y seas feliz en el cielo— lloriqueo mi madre.
La culpa me consumía.
En el rincón apartado del velorio, Carls y mi madre compartían un momento de consuelo. Sus abrazos parecían transmitir más que las palabras; eran un lazo en medio de la tristeza que los unía en esta tragedia. Carls se había convertido en un apoyo no solo para mí.
Sin embargo, mi hermana, con su rostro tenso dirigía su enojo hacia mí.
—Nunca debiste dejarlo con ella, aun sigo sin comprender como pudiste confiar en alguien como Samantha que tiene problemas mentales.
—Ya basta, no quiero más reproches.
—Me da impotencia todo esto, mamá.
—Tu padre fue el culpable de esto.
—El esta muerto, también por la culpa de Sam.
—Ya déjame en paz, Anabel.
—No, no te dejo en paz porque por tu culpa mamá está sufriendo.
—Fue un accidente, que no pude evitar.
—Fue mi culpa yo nunca debí dejarlo solo —dijo mi madre.
—Estoy cansada, me voy —les dije dejando a todos atrás.Cuando llegue a mi habitación, en mi cama había un obsequio. Me había olvidado que era mi cumpleaños pero saber eso, más me dolía el corazón.
Carls me persiguió, yo nunca me di cuenta. Entre lagrimas, abrí mis ojos. Y habían cinco cajas una encima de otra.—¿Qué es esto?— le pregunté a Carls.
—La caja de los sentidos.
—¿Por que?
—Es tu cumpleaños, número 18. Abre la primera caja.
—Aquí dice tacto.
—Si...
—Es un gato de peluche —sonreí.
—Abre la siguiente caja.
—En esta hay un disco, mi comida favorita, un perfume y un dibujo—Me quede viendo la imagen.
—Esa dibujo tiene un gran significado para mi.
—¿Por que?
—Fue el primer dibujo que hice, es un personaje que invente.
—Si es tan especial mejor quédate con el.
—Quiero que te quedes con el.
—Se parece mucho a ti, ¿lo dibujase recién?
—No, de hecho lo hice cuando era un niño.
Me quede paralizada.
—Es increíble, es como si hubieras imaginado como te verías en un futuro.
—Algo así, por eso tienes que cuidarlo.
—Da igual, aun no se me ha quitado la tristeza.
—Sam no quiero darte más problemas, pero
—¿Pero que?
—Me iré a estudiar a otra ciudad.
—¿En serio?
—Yo vendré a verte los fines de semana, te lo prometo.
—No, no puede ser.—Lo siento, Sam.
Esa noche, en mi dormitorio, reflexioné sobre las paradojas de mis sentimientos. El día de mi cumpleaños se convirtió en una pesadilla, los recuerdos de mi hermano y mi padre llenaban mi mente, y luchaba por encontrar un equilibrio entre el duelo y la necesidad de enfrentar las tensiones familiares.
Meses después.
Al llegar a la universidad, me dirigí al salón de actos de la universidad porque había sido citada, ya estaba en segundo semestre.
El salón de actos se desplegó ante mis ojos, sus altas paredes recubiertas de paneles de madera y bancas dispuestas en perfecta armonía. A medida que avanzaba por el pasillo central, una combinación de ansias y expectativas se entretejían con los sueños de todos aquellos que habían pisado ese lugar antes que yo. Tomé asiento en una de las bancas, permitiéndome observar a mis compañeros que poco a poco llenaban el salón. Conversaciones en susurros, miradas de anticipación y sonrisas nerviosas. El murmullo constante se desvaneció cuando la un profesor de aspecto respetable subió al estrado, anunciando con su sola presencia el inicio de algo especial.
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Almas Destinadas
Lãng mạnSam, una joven con un pasado tormentoso en el amor, decide escribir un libro para escapar de sus problemas y sumergirse en una realidad ficticia. Sin embargo, pronto descubre que sus historias tienen un efecto inesperado en su vida real ¿Podrá Sam e...