CAPITULO 20

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SAM

—Buenos días, Kristen —le sonreí al llegar a la empresa. — ¿Dónde está Ariana?

—¡Qué tal! Aún no ha llegado —afirmó con un tono de seriedad—. Necesito que esperes aquí, tendremos una larga conversación.

El miedo comenzó a decaer por mi cuerpo cuando mencionó esas palabras. En esa ocasión, solo imaginé que me hablaría de lo que había pasado entre Carlos y yo.

—¿Hablar? —dije temerosa.

—¿Por qué te pones nerviosa? Mira, Sam ahí vienen —señaló con el dedo hacia la puerta.

Alfonso está hablando con un cliente por teléfono.

—¡Qué tal! Me esperan un momento, en un minuto corto la llamada —respondió Alfonso en voz baja.

—Buenos días —dijo Isell haciendo un gesto de saludo con la mano.

—¿De qué trata la reunión? Estoy algo apurada, no tengo mucho tiempo —preguntó Jessica con desesperación.

—Ya que están todos presentes, les diré lo que tienen que hacer.

—¡Esperen! Aún falto yo —gritó Ariana corriendo desde la puerta. —Disculpen, la demora es porque tuve algunos problemas para llegar. ¿Qué decían?

—La Señora Victoria, propietaria y gerente de esta empresa, me informó que todos ustedes tendrán que viajar porque van a realizar una exposición sobre la nueva mercadería que se lanzó al mercado.

—Supongo que la empresa cubrirá todos los gastos del viaje porque, sinceramente, no dispongo de dinero para un viaje.

Isell me observa y responde a mi duda.

—Tranquila, Sam, mi tía pagará todo.

—Así es, ustedes solo tienen que prepararse para dar una excelente presentación.

—¿Para qué fecha está establecido el viaje? —preguntó Alfonso un poco indeciso.

—Este sábado a las 6 pm en California... tienen 4 días para prepararse. Por cierto, Jessica tengo algo que decirte a solas —respondió Kristen.

En esos días previos al viaje, Ariana y yo nos esforzábamos al máximo para preparar una exposición dinámica. Venía a mi casa y pasábamos largas horas trabajando juntas.

En cambio, Isell y Alfonso tenían que trabajar juntos en la empresa, aunque ella no estaba muy contenta con la situación porque Alfonso parecía estar interesado en ella más allá de lo profesional, lo que la molestaba y causaba incomodidad. A pesar de ello, se esforzaban en cumplir con su trabajo y prepararse para la exposición.

Kristen nos recordaba de la importancia de esta oportunidad y cómo podía definir nuestro futuro en la empresa. Ella dejaba claro que nuestro desempeño en el viaje sería crucial para decidir si nos quedábamos por un largo tiempo o no.

Mientras tanto, tenía que enfrentar el desafío de obtener el permiso de mi madre para salir a otra ciudad. Sabía que no sería fácil convencerla, ya que era muy protectora y me costaba mucho tomar decisiones importantes sin su aprobación.

Un día antes del viaje, me armé de valor y me acerqué a mi madre para hablar sobre el tema. Le expliqué la importancia

de la oportunidad, cómo podría beneficiar mi futuro en la empresa y lo mucho que significaba para mí. Aunque al principio estaba renuente, finalmente cedió y me dio su consentimiento. Su apoyo significaba mucho para mí y me sentí aliviada de saber que podría realizar este viaje tan esperado.

Así llegó el día del viaje, con emociones encontradas y nervios a flor de piel. Con Ariana a mi lado nos dirigimos hacia la empresa para comenzar esta nueva aventura.

Alfonso

—No crees que es mejor descansar un momento —dije mientras retrocedía con la silla para sentarse—, hemos estudiado por mucho tiempo —me cruce de brazos, y apoye mi cabeza hacia atrás en el sillón.

—Solo quieres descansar, recuerda que también soy nueva trabajando aquí. Levántate rápido y continuemos —se acercó y me sostuvo del brazo para que me ponga de pie—.

Levante mi rostro y la mire a los ojos.

—Solo porque me gustas te hare caso —la tome del brazo para detenerla—.

—No te creo nada, si tú no quieres a nadie —rezongo ella.

Mantuve el contacto visual y el agarre de la cintura para sentarla en mis piernas.

—Desde que te conocí, no paro de preguntarle a Carls sobre ti —me acerque a su cuello para oler el aroma de su piel mientras cerraba mis sus ojos—.

—Suéltame, me estás haciendo sentir incómoda —tartamudeó alejándose de mí.

—Si me lo pides, estaré a tus pies y te trataré como una reina —suspiró con voz de picardía.

—Jamás, me da náuseas verte eres...

—Eso, sigue rechazándome —le sonríe—. Estoy seguro de que algún me pedirás que este contigo.

—Ya cállate y sigamos practicando.


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