CAPITULO 37

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Carls

Mi madre me esperaba en casa, aún mostraba tristeza, pero al verla, la felicidad estalló en mi interior. Me precipité hacia ella en busca de un abrazo que aliviara mi melancolía en sus cálidos brazos. Lo mejor de todo es que mamá tenía buenas noticias: ya no abandonaría la Ciudad, había decidido quedarse definitivamente para dirigir la empresa.

—¿Por qué no me avisaste para que fuera al aeropuerto? —inquirí.

—Quería darte una sorpresa.

—Estoy tan contento de verte.

—Yo también, cariño. Mañana iré a la empresa y quiero organizar una cena con todos tus amigos en la oficina.

—¿En serio? —respondí con una amplia sonrisa.

—Por supuesto, sé cuánto te importan tus amigos, así que lo haré —aseguró mi madre.

Inmediatamente llamé a Ariana por teléfono.

—Hola, no podré verte. Iré con mi madre.

— ¡La señora Williams! ¡No lo puedo creer! ¿Me la presentarás?

—Lo haré, pero solo como amiga.

—Acabo de presentarte a mis padres y quieres que te conozcan como amiga.

—Creo que fue prematuro de tu parte. Prefiero esperar y contarles más adelante. ¿Te parece?

—Está bien, esperaré. Hasta luego.

Ariana cortó la llamada.

—Mamá, estamos listos para irnos.

—¿Dónde está Isell?

—En el baño, ya viene.

—Mira cómo tienes la corbata, acércate para arreglarte —indicó mi madre.

—Ahí voy, no quiero quedarme atrás.

—¿No vas con Alfonso?

—¿Quién es Alfonso? —preguntó mi madre.

—No recuerdas, es mi mejor amigo.

—Vaya memoria tienes, querida tía.

Nos subimos al coche para dirigirnos a la empresa.

—¿Es cierto que tienes novia? —preguntó mamá.

—No, no tengo novia —tartamudeé.

—Escuché que sí, y que trabaja en la empresa.

—Solía tener una, pero terminamos.

—Terminaron muy rápido, ni siquiera tuve la oportunidad de conocerla.

—Iba a hacerlo.

—¿Qué pasó? ¿Te hizo algo?

—Simplemente no funcionó...

—Aún sientes algo por ella —afirmó ella.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque tu cara cambia cuando la mencionas.

—Es hermosa, inteligente y tiene tu personalidad.

—Interesante...

—Aunque a veces puede ser cruel y dulce al mismo tiempo. —Ella me sonrió.

—Joven, me quedaré aquí —le dijo al chofer.

—¿Vas a irte de nuevo?

—No, regreso pronto. Esperen aquí, no tardaré mucho. —Mi madre bajó del coche y nosotros entramos a la empresa.

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