42

16 1 0
                                    

Sam

La universidad donde postulé quedaba a pocos kilómetros de mi domicilio. A partir de este nuevo ciclo, la relación que tenía con Carls estuvo algo a distancia, porque las clases eran de lunes a viernes; él no tuvo ningún problema, aún estaba en su último año.

En el primer día de clases, estaba muy nerviosa. Mientras mi padre me llevaba en su auto, no hacía nada más que pensar en cómo serían mis nuevos compañeros. De igual manera, no pretendía ser sociable con ninguno, solo quería enfocarme en estudiar y convertirme en la mejor estudiante para recibir una beca y pagar mis estudios.

De tanto idealizar, mi padre llegó a la Universidad y estaba estacionando el auto en el parqueadero.

—No fue tan lejos el recorrido —comentó mi padre, pero no le respondí—, bueno Sam, que te vaya bien en tu primer día de clases.

Me quité el cinturón de seguridad y bajé del auto.

—Ven a verme a las 6 de la tarde.

Me fui caminando despacio hasta el salón.

—Hola Sam —me llamó Andre.

—Hola, ¿Dónde está tu salón? —la abracé.

—En la facultad de Ingeniería.

—Estamos lejos, esta Universidad es inmensa. Más tarde ven a verme para irnos juntas, mi padre me viene a ver.

—Ya, gracias. Me voy porque es hora de entrar.

—Hablamos más tarde.

Caminé por los pasillos del segundo piso, buscando entre las nóminas mi apellido. En el siguiente salón estaba mi registro.

Como la puerta del aula estaba abierta, ingresé un poco temerosa. Faltaban estudiantes por llegar, y yo aproveché para sentarme adelante; era una costumbre que solía hacer para no desconcentrarme.

—Buenas tardes —saludó aquel maestro—, hasta que lleguen los demás quiero que se presenten.

—Buenas tardes, profesor —saludó Allis. No podía creerlo, de tantas universidades y tantas especialidades, tuve la suerte de encontrarla.

Levanté mi mano.

—¿Profesor, puedo hacerle una pregunta?

—Sí.

—¿Me puedo retirar de esta carrera?

Todos se rieron.

—Recién ingreso y ya quiere retirarse.

Allis me observó, pero su mirada se notaba apagada, como si fuera otra persona.

El primer día de clases fue aburrido, solo nos presentamos y nos explicaron cómo debíamos realizar las actividades, tareas, exámenes y lecciones.

Timbró mi móvil.

—¡Samantha! —me llamó Isell, con desesperación.

—¿Por qué me llamas?

—Esto es urgente, Carls tuvo un accidente con un auto.

El terror se apoderó de mi cuerpo, pensando que lo había perdido para siempre.

Carls

Estaba inconsciente, veía borroso. Mi madre estaba con Isell, persiguiéndome mientras me llevaban en la camilla. La preocupación aumentó, sabía que por esto mi madre iba a odiar más a Sam.

Antes de este incidente peleé con ella, porque quería ir a casa de Samantha. Ella no me quiso dar el auto, me quitó mis tarjetas y todo el dinero que tenía, así que no tuve otra opción que ir en la bicicleta. Minutos después me sedaron, el daño no fue mucho, solo tenía un corte en la frente y por detrás del lóbulo de la oreja.

Almas DestinadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora