CAPITULO 22

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Sam

Ariana me tomó de la mano y me llevó de nuevo a la habitación. Ella se acercó a mí, desesperada, y me dijo que tenía que quedarme en la habitación porque estaban limpiando la piscina y había mucho sol. Yo no puse resistencia alguna, le hice caso y entré al cuarto.

—Sam, yo te voy a traer tu comida. Tú quédate aquí y mejor báñate en la ducha y ponte lo más bella posible, ¿sí? —replicó nerviosa.

Ella se fue corriendo a ver mi almuerzo, la verdad es que me daba risa su forma de actuar, no entendía nada. Por mi parte, no quería salir de la habitación porque tenía mucho sueño.

—Espera un momento, por favor. Me imagino que escuchaste todo, solo quiero saber si es cierto. Sam... ¿está aquí? —replico en voz baja.

—Y que te importa si ella está aquí, tú ya tienes novia. Así que deja en paz a mi amiga—le grito y se fue.

En ese instante, yo iba saliendo porque Ariana se estaba demorando mucho. Pero justo llego con mi almuerzo y me observo asustada.

—¿Ya te bañaste Sam?

—No, estaba esperándote para bañarme contigo. Si vieras... ¡Hay un jacuzzi gigante! —exclame emocionada.

—En serio, entonces bañémonos—se quitó la ropa.

Después de poner música, traje un vino para tomar, pero Ariana me rechazó porque no le gustaba el alcohol. Sin embargo, yo bebí por ella y me pasé de copas.

—Sam, ¡ya deja de tomar! Estás rara —dijo preocupada.

—No, ¿qué dices? El vino no tiene alcohol —me resbalé.

—Sam, ¿estás bien? —exclamó mientras me ayudaba a levantar—. Esto ha de tener mucho alcohol para que te hayas puesto así —me arrebató el vino de la mano.

—Oye, dámelo ¡Qué te pasa! —intenté quitárselo.

—No, Sam —me alejó—, esto tiene como 10 grados de alcohol ¡Dios mío!

—¡Que me lo des, te dije! —Ella tiró la botella de vino para que dejara de tomar—.

—Se acabó la fiesta, quedan 3 horas para la presentación y no voy a permitir que tomes.

—¡Carajo! Mira el desastre que hiciste —grité —¿No ves que me siento triste? —empecé a llorar. — ¡Mi papá! Mi mamá, mi vida es una porquería.

—Cálmate Sam, acuéstate un rato mientras limpio esto —sugirió Ariana mientras me levantaba del suelo y me llevaba hasta la cama.

Mientras Ariana limpiaba el desastre que hice, alguien tocó la puerta. De inmediato, me levanté caminando despacio para no caerme. Estaba despeinada y con la toalla recubriendo mis piernas.

Abrí la puerta... y era la persona que menos imaginé, es más, pensé que estaba alucinando. Carls estaba inmóvil frente a la entrada, fijando su mirada en mi rostro.

—Carls —dije en voz baja acercándome pausadamente a tocar su rostro—, ¿eres tú o estoy imaginándote? —susurré mirándolo a los ojos con tristeza.

—No deberías estar aquí. ¿Por qué estás borracha? —Él bajó la vista y observó mis pechos porque estaba en brasier—. ¿Por qué estás así? —preguntó nervioso volteándose al instante para no verme.

—¿Por qué tienes que ser así? Te odio, te odio —discutí mientras él se quitaba el suéter para ponérmelo.

Me llevó caminando hasta la cama. El piso estaba resbaloso, había salido recién de la ducha, toda mojada. Cuando me ayudó a sentarme en la cama, él se resbaló cayendo encima de mí.

Al resbalar con él, lo sostuve de los hombros, quedando descubierta porque la toalla se me había soltado. Él se levantó de inmediato, observando de reojo mis muslos.

Él se dio vuelta.

—¿Por qué tienes que estar en toalla? —titubeó él mientras se tocaba el rostro.

Ariana salió del baño por el ruido que se escuchaba en la habitación, dándose cuenta de que Carls estaba ahí.

—Retírate de la habitación —gritó ella con enojo.

Él le explicó tratando de controlar su enojo, diciéndole que se acercó porque pensaba que alguien se había lastimado. Sin embargo, Ariana lo empujó hacia la puerta para que se fuera.

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