CAPITULO 27

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Sam

Ese hombre era Carls, estaba impresionada no sabía qué hacía en este lugar. Apenas el me vio, se acercó y yo trate de evitarlo para que no me vea porque sentía mucha vergüenza.

—Miren todas, ¡qué chico tan guapo! —exclamó Ema emocionada.

—Viene para acá, está viniendo —dijo Valery, en voz baja.

Él iba a acercarse para saludarme, pero en ese momento ellas se entrometieron en la conversación.

—Buenos días —saludó Aliss coqueteándole—. ¿Estás buscando a alguien?

Él las ignoró por completo y se apartó de inmediato.

—Samantha —susurró sonriendo mientras se acercaba—, te he extrañado tanto, discúlpame por no haberme comunicado contigo.

De sorpresa, me abrazó delante de todas, demostrando su afecto hacia mí. Las demás chicas nos miraban con envidia y sorpresa, sin poder ocultar su asombro por ver a alguien tan guapo y deseado mostrando interés y cariño hacia mí.

—No lo puedo creer, te ignoraron —le dijo Valery a Aliss.

Cuando él me abrazó, todo el mal humor se fue en un instante. Él me transmitía la paz que nadie podía ofrecerme, es más, comencé a sentir miedo porque él me hacía sentir vulnerable.

—¿Por qué no volviste a la empresa? —me preguntó.

—Siento que no hice un buen trabajo, no merezco trabajar ahí...

—No te preocupes a partir de ahora yo te serviré todos los días. —Él mantuvo su dulce mirada—.

—¿Por qué no nos presentas a tu amigo? —se entrometió Valery.

—¡Sí, por favor! —suplicó Ema.

—Yo no soy su amigo, soy su novio —Él besó mi mano—.

—No creo... eso es imposible —dijo Aliss.

—Apuesto que ni ella se lo cree —comentó Ema, y todas se burlaron.

Yo estuve a punto de responderles a sus ofensas, ya no aguantaba sus comentarios grotescos. El cuando vio mi actitud de frustración, me tomó de la cintura y me beso.

—No les des tu atención —me agarró de la mano—, yo vine a verte a ti, el resto no existe para mí.

Él besó mi frente con delicadeza, y yo sonreí toda orgullosa.

—¡No lo creo! Te acaban de rechazar por esa insignificante —replicó Valery en voz alta.

—¿Qué dijiste? —preguntó Carls frunciéndole el ceño.

—Disculpa a mi amiga —se entrometió Aliss—, lo que sucede es que estamos sorprendidas de que un chico como tú—lo miró con picardía—, tenga una relación con ella ¿Sabes? —preguntó, en voz baja—. Nadie se le acerca porque es rara y para colmo es la peor alumna de la clase.

—Pero qué dices —expresé con una sonrisa y la señalé con las manos—, solo mírala, cualquiera dirá que es bellísima. Además, ella admira la belleza de otras mujeres y eso la hace especial.

Ella sonrió cuando la defendí. Las demás se avergonzaron, no tenían argumentos para defenderse. En ese instante, sonó el timbre y todas se fueron corriendo al salón.

—Te veo después —le dije.

—¿Cómo que después? ¿A qué hora sales para llevarte a casa?

—No, no quiero molestarte. Tienes que trabajar.

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