CAPITULO 23

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Carls

Me quedé estático, y la tristeza comenzó a nublar mis facciones. Intenté tocar de nuevo la puerta, pero me detuve porque recordé que lo mejor era estar lejos de ella.

—Carls, ¿estás bien? ¿Qué pasó ahí? —preguntó Jessica, notando mi desconcierto.

Volteé a mirarla asustado porque apareció de la nada.

—No es nada, solo fue un malentendido con Ariana.

—Bueno, ya es hora de ir a la sala de auditorio donde está tu madre, ¿vamos? —me instó Jessica a moverme.

Asentí con la cabeza y me puse de pie, tratando de dominar la angustia que sentía. Froté mis manos por el contorno de mi cara, parpadeando despacio y observando de un lado a otro, como si las paredes de la habitación estuvieran vacías.

En el camino hacia la sala, Jessica intentó animarme:

—No te preocupes por Ariana, seguro se le pasará el enojo.

Por dentro, solo sentía la tensión en mi cuerpo al recordar los escasos momentos en los que estaba conmigo y la tenía cerca. La situación me angustiaba, y no sabía cómo resolverla.

Sam

Cuando terminó su discurso, todos se levantaron y lo aplaudieron. Ahí estaba su madre, por fin pude conocerla: eran muy parecidos. Todos lo felicitaron, los halagos se escuchaban hasta donde estaba. Yo le sonreí desde lejos mientras lo aplaudía, pero él no se daba cuenta de mi presencia.

Cuando él se bajó de la tribuna, se acercó a Jessica y de manera inesperada le dio un apasionado beso delante de todos. Mi rostro cambió de expresión cuando lo vi besándose con otra. Cerraba y abría lentamente los párpados, mirando hacia la derecha. No entendía por qué me dolía si no sentía nada por él.

El orador nos mencionó por el micrófono.

—La señorita Samanta Dávila y Ariana Brown —dijo el orador.

Cuando él nos llamó, recién se dio cuenta de mi presencia. Agachó su mirada y suspiró incómodo porque Jessica lo tenía agarrado de la mano. Yo crucé a su lado, haciéndole creer que no me afectaba verlo con ella.

Ariana comenzó a exponer su discurso, pero yo no podía quitarles la vista de encima. Él ni siquiera volteaba a verme, solo ella era el centro de su atención. Llevaba un vestido largo y elegante con escote, era bella, no lo podía negar.

Después, él miró el suelo y se agachó para sujetar la tira de sus zapatos; en ese momento, perdí la razón y bajé del escenario muy molesta para no seguir viéndolos.

Me olvidé de la presentación y me marché de la sala. Ariana me observó con miedo en su rostro, y todos voltearon a verme con un gesto de sorpresa cuando estaba saliendo por la puerta.


Carls

Al ver lo que sucedió, Alfonso se acercó a mí.

—Disculpa que interrumpa la conversación, pero tengo que hablar con él —me tomó del brazo y me llevó afuera de la sala.

—¿Qué me quieres decir? —pregunté con tranquilidad.

—¿Qué sucede contigo? Estás loco —tocó mi cabeza y me empujó despacio—, un día me dices que estás perdidamente enamorado de Sam y luego estás con Jessica ¿Qué mierda te pasa?

—Estoy tratando de intentar algo con otra persona —respondí en voz alta.

Me sonrió con sarcasmo.

—Que no puedes estar solo, que te metes con la primera que te encuentras —se dio vuelta para calmar su mal carácter—, habla con ella, si no la quieres perder, solo eso te digo —sugirió y entro de nuevo al auditorio.

Miré al cielo mientras me tocaba la cabeza de la desesperación. Sin embargo, corrí para ir a buscar a Sam.

—Samanta —grite agitado—, espera por favor ¿Cómo te puedes ir y dejar todo como si no te importara? —exclame en voz alta mientras la perseguía.

Ella volteo a verme con el rostro crispado.

—¡Pero, miren, ¿quién habla de largarse como si nada y no dar ninguna maldita explicación a nadie?! —enfatizó gritándole.

—Puedes dejar de gritar, no sé por qué tienes el poder de hacerme enojar. Deja de hacer berrinches como una niña, eres una señorita.

Me observo seriamente al responderme eso, luego sonrió y miró hacia un lado.

—Al menos no soy una idiota como tú, que soluciona las cosas escapando solo porque fue rechazado.

—¿Quién te dijo que yo me fui por ti? —pregunté con tranquilidad.

—Sabes qué, no es necesario que te vayas, ahora soy yo la que renuncia a todo y se larga de tu vida —contesto en voz alta y se dio la vuelta para marcharse.

En ese instante comenzó a llover, y yo fui tras de ella.

—Espera... deja de caminar tan rápido ¿Por qué te vas? Está muy oscuro afuera, ¿dónde vas?—pregunte mientras la tomaba del brazo.

—¡Hey no me toques!—exclamo intentando desesperadamente soltarse —, si no me sueltes te juro que te voy a golpear.

Ni siquiera hacia esfuerzo, a pesar de que se revoloteaba. Si estatura era más baja que la mía y era imposible soltarse.

—Golpéame, insúltame si quieres, pero no voy a dejar que te vayas. Está lloviendo y está muy oscuro te puede pasar algo malo.

—Mierda, se me rompieron los tacos—exclame mientras me veía los pies—, todo esto es por tu culpa ¡te odio!

Me acerque de manera inesperada y la cargue entre mis brazos.

— ¡Oye, bájame! ¡Qué piensas que soy una inútil! —exclamó mientras me movía para intentar soltarme.

De la nada ella, dejó de moverse y se tranquilizo. La lleve hacia un árbol gigante  donde no caía mucho la lluvia. La solté despacio y me agaché para quitarme los zapatos.
— ¿Qué haces? ¿Porque te quitas los zapatos?Ey, Ey ni pienses que...

—Póntelos, el suelo está lleno de piedras te puedes cortar con alguna rama.

—¿Por qué haces esto?—dijo en voz baja.

—Tu solo póntelos y deja de preguntar—respondí inclinando mi cabeza hacia abajo.

Ella suspiró como si estuviera nerviosa, después se aproximo más y  estando a milímetros de mi cuerpo me pregunto si Jessica era importante para mi.

—Dime si la quieres, me iré ahora  y no habrá nada que me haga regresar.

Yo toque su rostro con delicadeza rozando su nariz contra la mía.

—Sam...yo te amo —musité lentamente.

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