Él y ella

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HANNAH

Tras una ducha, el maquillaje y vestirse concienzudamente con la idea de pasarlo bien y evitar algún pensamiento hacia su ex, Hannah cogió la chaqueta y el bolso y salió de casa.

Caminó directa hacia su coche aun sabiendo que era más práctico ir a pie, ya que sus amigas vivían relativamente cerca, pero también los amigos de Jeremy. Y era muy posible que él estuviese allí. Él y su encantadora novia nueva.

No. Gracias.

Sin embargo, todo fue olvidado en el momento en que trató de encender su coche y no lo consiguió. Sin batería. De nuevo. Sean iba a matarla. Era la segunda vez en dos semanas. ¿Qué demonios pasaba con ella?

Decidida a golpear a su coche e insultarle por dejarla tirada cuando más lo necesitaba, procedió a cerrar de un portazo y a proferir varios insultos impropios de ella.

Así fue como Jason la encontró.

-¿Puedo ayudarte?

Ella se volvió al oír el ligero tono divertido en su voz dispuesta a decirle que se burlase de otra, cuando le reconoció y no pudo evitar sonreír.

-Se ha quedado sin batería y he quedado.

-¿Necesitas que te acerque? Tengo la moto aquí al lado.

Por motivos de limpieza del parking del edificio, los vecinos habían tenido que buscarse la vida a la hora de aparcar. Ya podrían haber limpiado entre semana.

Suspiró. No era una novedad que su cuerpo reaccionase a Jason Martin. Él era caliente de un modo devastador, pero además, se veía realmente dulce.

No vayas por ahí...

-Eres muy amable pero parece que también tienes planes.

-No me importa. ¿Hacia dónde vas?

-Cerca del centro comercial.

Una sonrisa se curvó en los labios de él.

-Estás de suerte. Yo también voy hacia allí. Si no te importa caminar conmigo estaré encantado de acompañarte.

Ella enterró las llaves del coche en el fondo de su bolso y aceptó.

Jason estaba encantado con la situación. Un rato con ella.

Su miembro saltó dentro de sus pantalones. Por fin una oportunidad con ella a solas.

Héctor y sus planes de aquella noche tendrían que esperar si con ello lograba algo con su vecina.

Durante un rato anduvieron en silencio. Ella parecía más cómoda de ese modo. Podía ver que no era la de siempre.

Los círculos bajo sus ojos eran un claro indicativo.

Se preguntó si su novio la cuidaba bien.

Desde luego él no era un gran fan suyo. Las veces que les había visto no quiso otra cosa que romperle la cara. Sobre todo durante el último mes.

Les había visto discutir algo más de un par de veces.

Lo peor, era que temía que las reconciliaciones eran apocalípticas. Solo de imaginarla en la cama... Todo ese pelo rojo como el fuego extendido sobre la almohada...

Detente Jason.

-¿Entonces, sales esta noche?

-Así es.

-¿Puedo llamarte Hannah?- habían coincidido en las suficientes reuniones de vecinos como para que ella supiese que recordaba su nombre.

-Por supuesto. ¿Puedo llamarte Jason?

Otro tirón de polla. Joder, ella sabía no solo su nombre, sino que sonaba jodidamente sexy saliendo de esa boca.

-Parece que sabes quién soy.

-No puedes culparme por prestar atención. Podría acusarte de lo mismo.

Le sacó la lengua al mismo tiempo que esbozaba una sonrisa.

Mmm, esa lengua.

Casi antes de que pudiese responderle, ella se detuvo y empezó a temblar. Pensando que era a causa del frío, se quitó la chaqueta para colocarla sobre sus hombros.

Sin embargo el temblor no cesaba y ella seguía con la mirada fija al frente.

Su novio.

Hijo de puta.

Apretó los puños con fuerza al ver que tenía sobre sus rodillas a una hermosa rubia, pero fue peor cuando la chica lo besó.

Escuchó como Hannah retenía el aliento a su lado.

Antes de poder pensar detenidamente lo que hacía, le volvió la cara hacia él y la besó.

Apenas un roce de sus labios le encendió. Preocupado por asustarla, no profundizó el beso.

Al apartarse, ella pestañeó un par de veces antes de sonreírle.

Él no perdió el tiempo, enlazó su mano a la de ella y siguieron andando.

Hannah apenas podía pensar. Tal y como él juntó sus bocas todo alrededor dejó de existir. Todo.

Pasaron al lado de Jeremy y este se sorprendió al verles juntos. Incluso bajó la cabeza. Parecía ligeramente incómodo y ella no pudo evitar sentirse bien por primera vez en días.

Cuando un poco más adelante, se detuvieron en el portal de sus amigas, él volvió a besarla, esta vez dejando que la lengua rozase sus labios.

-Nos vemos, vecina.

Y se alejó tranquilamente con una sonrisa en los labios.

¿Es que él era de piedra? Porque a ella le fallaban las piernas.

De todos modos, la noche había mejorado ligeramente. Lástima que siguiesen por dos caminos distintos.

Hannah (Serie Love 01) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora