Eres mía

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SEAN

-Todavía no puedo creerlo. Llevas años enamorada de mi y yo sin saberlo. Ojala me hubiese dado cuenta.

-¿Desde cuando me amas tu?

-Desde que volviste de tu año sabático. En el aeropuerto me di cuenta de lo mucho que habías cambiado y te desee. Creí que me volvía loco. Nunca me sentí así, pequeña.
-Ahora estamos juntos.
-Así es. Y ya no voy a dejarte ir. Lo que me recuerda a ese listillo amigo tuyo. Le gustas.
-Lo se. Jerry me lo dijo ayer. Parece que desde hace algún tiempo.
-Pero eres mía.
-¿Lo soy?-preguntó con una sonrisa.
-Completamente. Y creo que debería enseñarte exactamente el porque.
Brittany estalló a carcajadas cuando él empezó a hacerle cosquillas.
-Te amo, pequeña.
-Te amo, Sean.

HANNAH

Jason la llamó. Por décima vez aquella mañana. Quizá debería simplemente contestar y acabar con todo aquello.
De todas maneras, no era como si pudiese concentrarse en nada más.
Puesto que Annette se encontraba en una nube, y tenía una buena idea de cual o mas bien quien, era la causa.
Se dirigió a la cafetería a esperar a su amiga, mientras esta terminaba de hacer unas llamadas para terminar de organizar su agenda.
-Buenos días, Hannah.
-Buenos días, Patrick. ¿Que tal te va?
-He estado resolviendo asuntos que tenía pendientes y por los que principalmente vine a la ciudad.
-¿Y ya resolviste todo?
-No estoy seguro. ¿Y que hay de ti? ¿Por que estas triste?
Ella le ofreció una tímida sonrisa.
-He estado pasando un mal momento últimamente y mi vida esta a punto de cambiar radicalmente. Estoy intentando averiguar si merece la pena empezar una relación con alguien a quien no se como tratar.
-Supongo que si te gusta lo suficiente, merece la pena el riesgo.
-Me gusta lo bastante como para planteármelo.
-Mira, yo no soy experto en relaciones, pero si quieres un consejo estoy dispuesto a darte uno.
Colocó una taza de te y un muffin de limón frente a ella.
-Por favor.
-Todo lo que tienes que hacer es dejarte llevar. No te detengas a pensar en las posibilidades. Sé tú misma. Eres una mujer inteligente, Hannah. Deja de pensar y vive.
Hannah lo miró fijamente y sonrió.
Patrick tenia razón.
Lo abrazó con fuerza, pagó su consumición, que no había tocado, y salió hacia su despacho.
Evitó la mirada sorprendida de Annette y rebuscó que en el interior de su bolso hasta encontrar su teléfono.
Buscó en el registro de llamadas y le llamó antes de perder el valor.
Dejó que sonase cinco veces antes de colgar.
Se dejó caer en su silla mientras miraba atentamente a que su teléfono sonase mágicamente.

JASON

Un sonido lejano le devolvió a la realidad. Llevaba dos horas y media en su oficina mirando la pantalla del ordenador tratando de descifrar un código que normalmente habría resuelto.
Podría culpar al dolor agonizante de su cabeza, que no era de gran ayuda, pero la verdad es que no podía dejar de pensar en su vecina.
Cogió su teléfono y miró asombrado como el nombre de Hannah parpadeaba en la pantalla.
Antes de poder descolgar, ella desistió.
Maldición.

Harto de pensar, cogió la chaqueta del respaldo de su silla y salió del despacho.

Tenía que ir a verla. Aclarar de una vez si podían estar juntos o era una obsesión que a la larga solo les haría más daño.

Tal y como estaban las cosas, no sabía que pensar. Solo sabía que la quería y que él no iba a rendirse hasta que tuviese la seguridad de que Hannah Roberts no le quería en su vida.

Condujo por la ciudad, sorprendido de que el tráfico estuviese de su parte. Llegó a su destino veinte minutos después, aun sin saber muy bien que diría.

Respiró hondo, salió del coche y entró en el edificio.

HANNAH

Hannah miró por milésima vez el mismo informe. Su paciente había llamado para avisar que se retrasaría, de modo que intentaba repasar sus notas hasta el momento para así estar completamente centrada en cuanto Samantha Lewis llegase.

Sonrió al pensar en su paciente. Realmente era una mujer alocada. Vivía su vida sin temor alguno. Simplemente era ella misma. Lo que estaba bien. El proceso no fue sencillo. Cuando se encontraron por primera vez, tres años atrás, Samantha era un caparazón de la mujer que realmente debía ser.

Lo que fuese que la había ayudado a salir de él, sin contar sus incontables sesiones, esperaba que no lo dejase escapar.

Hannah tenía una ligera idea, pero Samantha jamás reconocería la verdad. Eso implicaría que sentía algo que no quería permitirse.

Suspiró.

A veces yo me siento así también.

El teléfono del despacho sonó. Annette avisaba que Samantha estaba subiendo.

Hannah cerró el historial y salió del despacho para recibirla en la sala.

Esbozó una enorme sonrisa cuando la vio salir del ascensor. Parecía que había conectado los dedos en un enchufe y resoplaba indignada.

-¿Que te pasó?

-No te atrevas a reírte. Vine en moto.

-¿Sola?

Samantha, Sam, sonrió.

-Por supuesto que no. Un sexy chico me trajo cuando mi coche me dejó tirada. ¿Puedes creerlo? ¡Me quedé sin gasolina!

-Pasa a mi despacho. Te prestaré un peine y podrás contarme todo.

-No sabes como te lo agradezco. Al menos logré su número.

Media hora después, la cosa se volvió más seria.

-Mis padres llamaron anoche. Pensé que ya había superado todo ese desprecio pero no es así. Temí volver a caer en todo aquello. Yo ya no soy esa chica. Me costó pero avancé y ahora ellos...

-Escúchame, Sam. Ellos no pueden herirte. Ni eres esa chica que conocí hace tres años ni eres la niña que vivía con ellos. Tienes que enfrentarles. Ellos no se detendrán si saben que siguen teniendo ese poder sobre ti. En este último tiempo me has demostrado que eres fuerte, independiente y que no le temes a nada. Sé esta Sam con ellos.

-Tienes razón. Sé que la tienes. Pero la idea de enfrentarles sola...

-No estás sola. Ellos serán tu familia de sangre pero tu misma creaste tu propia familia cuando conociste a Arin y a Bruce. Ellos son tu familia. La que importa de verdad. Y estoy segura de que ninguno de los dos te dejará de lado.

-Lo sé. Gracias. Pensaré en ello.

-Entonces nos vemos en unos días. Pide hora a Annete para vernos en una semana. Cuídate mucho.

La acompañó a la salida y cuando ambas se acercaron a la mesa de Ann, Hannah perdió el aliento al ver quien la esperaba allí.

-Hola, vecina.

Hannah (Serie Love 01) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora