Quimeras de un amor eterno - Capítulo dos

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(Punto de infección)

El amor que algún día tuvo ahora es su enfermedad,su deterioro mental es incomparable a como se encontraba meses atrás,las semanas fueron consumidas como láminas de papel sobre una fogata campal.

Anhelando ser parte de la mujer que se llevó su amor e integridad,de ser por ella,ya habría tomado su cadáver,unir partes de su inexistente cuero a su cuerpo,hasta formar un cuerpo irreal que de forma literal, las uniera a ambas hasta la muerte. Pero no quería arriesgarse,después de todo era imposible,esta no era médica y no se arriesgaría a herirse de gravedad por resultados de malas circunstancias inexplicables,podría haber perdido gran parte de su cordura,si es que a ese punto le quedaba pero no tomaría ese atrevimiento.

La mujer,ese ser casi mítico y celestial para ella, siendo ese algo inalcanzable que deleitaba su corazón en sus delirios más personales,Harryson, era una deidad para ella,que ni con la propia Reina se comparaba,pues la sirvienta había sido la principal razón por la que ella estaba en ese hotel.

Ella había sido su salvación del estado anímico en el que se encontraba en ese pasado oscuro que ha querido olvidar,Harryson muchas veces le cubrió la espalda,solamente por cuidarla a ella. Todo fue por esa mujer. Sin ella,ahora solo era un reflejo solitario.

Un espejo oscuro que no reflejaba ni un solo rayo fugaz de luz.

Sólo esperaba ese dulce momento de alivio que acabara con la agonía que pasaba día a dia,ese sufrimiento indescriptible que pasaba por su ausencia.

Finalmente lo había encontrado.

***
(Danza macabra )

—Sabes Morcrio,conforme he pasado el tiempo en esta desgracia que llamas hotel he aprendido algunos trucos estando en tu lugar,eres muy útil.

Su tonada era una mezcla entre orgullo y halagos hipócrita, incluso hasta por su tono de voz se podía intuir que esta sonreía alegre al maldecir con esas palabras que buscaban herirle.

—La manipulación es una de ellas,manipular masas de personas ha sido parte de mi trabajo. Imagina que es un festival, uno muy enfermo.

Enredaba la cola de un roedor en sus dedos lentamente haciendo que los quejidos de la rata se hicieran más intensos,moviendo la cola como si se tratara de una pequeña cuerda.

—Cambiar de forma es un método,así que lo probare con la aberración de cabellos morados a la que hacen llamar Dalia.

Su sonrisa maliciosa aterraba a las criaturas presentes en la habitación,incluso a la más grande de estatura entre todas ellas, Morcrio,quien solo observaba.

—El amor es una infección que se esparce como gangrena en todo el cuerpo,pero hay una forma de acabar con eso. Hay que cortarlo de raíz y deshacerse de el.

Un golpe seco hizo que la criatura se estremeciera del miedo,se trataba de un puño chocando sobre la mesa de madera por parte de Antlers.

—Sólo necesito algo más...

Camino hacia el closet,sacando bajo este esa arma,el cuchillo que condenó su generación. El regalo de la Reina Moon, un obsequio y una condena.

—Algo de sangre será suficiente.

Relamió sus labios para luego rozar el filo del cuchillo en la palma de sus manos paseando con delicadeza las líneas de marca que habían en esta,haciendo esto mismo varias veces pero con cada vez más fuerza y más rapidez  murmurando incoherencias hasta finalmente sentir un ardor en esas mismas marcas,sintiendo el líquido tibio que se desbordaba entre sus dedos dejando caer gotas en el suelo.

"Ten piedad, hija mía". Donde viven las historias. Descúbrelo ahora