(La filosofía del enfermo)
"¿Qué es lo peor que puede hacer el ser humano para conseguir ese algo inalcanzable ?". Dijo, preguntándose la joven de vestidos blancos sentada en un rincón del sótano acompañada de la soledad. Extrañaba
Algo que le trajera felicidad aunque fuera algo tan sistemático como comprar una casa,tener hijos,trabajo o familia cuando lo único que le traía esa alegría era cometer homicidios. Esa era la razón de ser,su inspiración, era la libertad encarnada, la razón por la que su alma no ha descansado en paz.
La venganza.
Recordaba ese día en especial,el día de la muerte de la Reina Lavanda, pues ella fue quien provocó aquel asesinato. Una pelea que conllevó a las cosas que suceden al día de hoy. Recordando el forcejeo entre ambas partes tratando de tomar el cuchillo antes que la otra,quien ganó esa pelea, no fue ella. Lo recuerda perfectamente,recuerda a detalle lo sucedido aquel día de apertura del hotel, la condena de su hija.
***
( Las ruinas)El viejo castillo,propiedad de mil amores náufragos disipados en el viento. La reina anciana lloraba desconsolada observando como el sol se colocaba en el punto tardío del cielo,como las aves pasar en fila,en una perfecta armonia que de cierta forma le traían paz y nostalgia.
Mantenia una amarga sonrisa. Quería gozar de aquel paraíso antes de la celebración,que,sabía que a futuro acabaría siendo un recuerdo perdido en sus memorias.
De pronto,un sexto sentido resintió su columna,sintiendo ese sentimiento de inquietud e inseguridad que le adentró de vuelta a la realidad. Sintió la respiración agitada de alguien más en su cuello,olía su cabello llenando sus fosas nasales con el olor que la Reina llevaba consigo. Ya estando consciente,paralizada del miedo por segundos que para ella fueron eternos se giró para ver de quién se trataba.
La consejera de su hija, Amaia la mujer que pretendía ser la amiga y salvadora de la nueva y joven Reina.
Se trataba de la depuradora de pecadores frente a una autoridad ya temida por sus crueles órdenes. Su expresión de rabia era adrenalina pura ante los ojos de su nueva víctima que se encontraba ya indefensa ante esa mujer.
La de cabellos color avellana se abalanzó sobre Lavanda tratando de tirarla desde la ventana que se encontraba a varios metros del suelo, pretendía asesinarle de una forma muy particular,queriendo que su causa de muerte se tratara de disfrazar como un suicidio,más esta se lo impedía con todas las fuerzas que tenía,aún estando débil luchaba por mantenerse con vida.
Fué un forcejeo agresivo y violento entre ambas partes,hasta que,una de ellas paró en seco y retrocedió.
Amaia miró perpleja a Lavanda,veía como las sangre se desbordaba de su pecho, como el mango de esta era lo único que podía ver. En total,15 centímetros de metal clavados en el medio de su pecho. El arma se encajó en el cuerpo equivocado.
-No puede ser-Exclamó titubeante la de cabellos color avellana, su voz cada vez se hacía más débil y cada exhalación le hacía sangrar,las gotas de ese líquido carmesí caían sobre sus pies-Dios,no.
Lavanda observó sus manos temblorosas,la adrenalina se disparó en el momento en el que clavó el cuchillo, la ya anciana reina se encontraba ensimismada. Amaia cayó de rodillas apoyando su cuerpo con la pared que estaba junto a la ventana, jadeando desesperada mientras su temperatura subía debido a la pérdida de sangre,palideciendo al ver todo el entorno borroso. Luego de recostar su espalda sobre la fría pared,alzó la mirada para encontrarse con Lavanda que se acercaba lentamente mientras temblaba,su mirada perturbada.
Se inclinó para tratar de levantar a su oponente del suelo hasta que,un objeto grueso y robusto se clavó en su estómago. Se trataba de el brazo de su atacante, pero,no era uno normal.
Este se extendió hasta perforarse en su estómago,atravesando sus costillas mientras sentía las escamas filosas de esta. La cambia formas habia transformado su brazo al de una bestia oscura y escamosa,estirando esa extensión de su cuerpo hasta romper sus costillas y estallar sus órganos.
Pasaron minutos de silencio hasta que,el cuerpo de la Reina. Se trataba de Livia tras un disfraz.
Al ya estar de rodillas , muerta, el silencio abrupto le acompañó hasta que el cuerpo de su víctima se fragmentara en pequeñas piezas y,al igual que un jarrón, quebrarse; al momento de que cayeran sus trozos por el suelo,estos se hacían polvo,hasta finalmente ser una misera suciedad en el suelo.
Las cenizas pronto fueron consumidas por el charco de sangre de Amaia. El contacto. Su necesidad. Palpó el charco de sangre y su cuerpo la absorbió,tomando así,la forma de la difunta reina. Transformando su físico para parecerse a ella.
-Sabes Lavanda,aunque tú me hayas ganado, yo te llevo la delantera por mucho.
Comentó la nueva copia, la nueva Lavanda reformada. Ella absorbió las cenizas por completo,consumiendo lo más orgánico del cuerpo de la otra como un maldito parásito. Pues eso era.
-Ahora que tengo tu cuerpo,tu alma también es mía ahora. ¡Oh y, no te sientas mal! Prometo usarla para bien...Al igual que las otras que ya tomé.
Sonrió ampliamente mientras recuperaba sus alientos luego de tan arduo trabajo. Esto era un juego,sin importar lo que hiciera,ella ganaba en esto.
- Esto... Esto no termina aquí.
Jadeo suavemente para luego colapsarse en el suelo ya habiendo adquirido una nueva forma, aquello implicó mucho esfuerzo, más este no sería en vano. Alguien más tendría que cargar con la culpa. Y no sería ella. No más.
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"Ten piedad, hija mía".
Losowe"Los secretos familiares no pueden ser ocultos por siempre".