El Juicio De Bella Antlers - Primer capitulo

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( Bella Antlers y un mar de sangre )

Llegué a ese punto en mi vida en el que noté lo inútil que es ser bueno o medianamente decente con alguien. Es decepcionante y de lo más deprimente ver como tus subordinados fallan y se mofan de ello, ver como pretenden obrar en contra de tu persona y siendo de tan baja categoría. Que engreídos. Y todo por un simple corte,por esa jugosa carne ensangrentada que habían preparado a petición mía, sorprendente fue ver como el sólo roce de mi cuchillo a la carne les colocara los pelos de punta. Larvas.

Repulsión, expresó mi rostro. Mi nariz arrugada ante tan asqueroso olor y tan nefasta vista al ver como ese parásito asqueroso se retorcía por el filo del cuchillo sobre ese plato de carne. La sirvienta que me entregó tremenda obra de putrefacción apenas si pudo resoplar suavemente al verme, me acerqué a ella y le hice probar de esa horroroza carne. Sus labios finos rozaron el trozo que clavó mi tenedor,el cuál rocé tentativamente sobre su piel, para posteriormente obligarla a abrir su boca y deslizar con suavidad el metal del tenedor junto con el montón de larvas que comenzaban a caer sobre sus dientes hasta caer en su lengua, finalmente, el trozo de carne entero invadió su boca,el ver su rostro petrificado y esos ojos saltones llenos de horror me hizo sonreír de sobremanera, la sensación de la carne mal cocida junto con esos parásitos asquerosos tocando las paredes inferiores de sus mejillas para luego ser tragadas de manera repentina.

Los ojos de aquella sirvienta me veían con horror,yo me retorcía de diversión.

Más sin embargo,aquel insufrible acto no bastó para mí,pronto la diversión acabó cuando fue corriendo hacia el jardín y vomitar aquel desagradable alimento. Por esto mismo, me motivé a llegar más lejos.

Ingenié un pequeño juego con el fin de extender esas risas un poco más, consistía en darles un trato justo a esos 15 sirvientes, 15 desgraciados, esperé un largo tiempo para realizar aquello, justo hoy, es el día.

— Criadas y sirvientes. El día de hoy he ingeniado una actividad que cambiará por completo su percepción de las cosas— Anuncié, para luego girarme en torno a uno de ellos en específico, el más bribón de ellos.

Aquel bribón no se dignó a verme de frente, bien sabia que su estatus era de la prole más baja a comparación del mío, aquella sensación me llenó de ventura.

— Y para aquellos que se dignaron a envenenar a mi persona. Les espera algo prometedor— Concluí para luego guiarlos a la zona más baja del hotel, o al menos, la más baja conocida.

Murmullos se escucharon,muy suaves y tenues más sin embargo mi buen oído me hizo entender que sucedía. Luego de un largo silencio en el sótano grisáceo, retomé dicho anuncio pero esta vez agarrando una bolsa que había sacado de entre los muebles viejos. La vista de ese grupo se oscureció al instante tras contemplar aquel brillo de filosos cuchillos que sacaba pacientemente.

— Princesa,disculpe la pregunta pero, ¿cuál es el fin de esta actividad? — Se aventuró a preguntar un joven con una expresión confundida pero nerviosa, como si esperara lo peor de esta situación, lamentablemente esa sospecha fue condensada por lo que diría a continuación.

— Bien saben que la lealtad es la cosa más importante que hay aquí, la prueba de ello es algo elemental para la sobrevivencia de su absurdo ser— Dije, luego de acomodar los cuchillos en fila sobre el suelo— ¿No es verdad?.

— Claro que lo es— Dijeron en unísono.

— ¿Qué les parece reforzarla un poco más?.

Señalé a cada uno de ellos para que estos se sentarán frente a su respectiva arma, la actividad era de lo más de simple, sólo era responder preguntas. ¿Qué más sencillo que eso?.

— Muy bien. Empecemos con lo básico. Muchacho, dígame ¿Hasta que extremos seria capaz de cruzar en nombre de la realeza? — Cuestioné, arqueado la ceja mientras lo veía de reojo, a lo que respondió.

— Seria capaz de dar mi vida, princesa.

— ¿Y tú? Mujer de rizos y de olor desagradable. Habla. ¿ Seria capaz de obrar en contra de otros en nombre mio?.

— Si, seria capaz— Afirmó aquella chica cabizbaja sin agregar nada más.

Y así consecutivamente formulé preguntas cada vez más cuestionables las cuales les hicieron dudar. Luego de acabar con estas, decidí orquestar mi plan.

— Ahora, quiero que vayan con su compañero más cercano, abracénlo— Ordené mientras estos obedecían, parecían cómodos con el contacto,confundidos,claro, pero la sensación les dió mucha tranquilidad— Abracen a su compañero con fuerza.

Dicho esto,lo hicieron con moderación, dicha acción entre todos me dió una sensación amarga que pronto iba a endulzar con la siguiente orden.

— Ahora, apreten sus costillas hasta que les cueste respirar.

Un silencio abrazó el lugar. Notaron por mi expresión que no estaba bromeando, pues esas risas incómodas se tornaron en una respiración acelerada y expresiones confundidas. Bastó un chasquido de dedos para que actuarán, los más pequeños comenzaron a conservar aire en sus pulmones mientras que las sirvientas intentaron no moverse demasiado. Escuchaba algunos quejidos de dolor provenientes del grupo, lo cual solamente alimentó más mi intriga.

— Adelante, no sean tímidos, denle uso a esos cuchillos.

Todos ellos deshacieron el abrazo para tomar cuchillo en mano, temerosos me vieron con una expresión de espanto. No influí en nada más. Solo me senté sobre un rincón del lugar. Al menos al separarse, eso le libraria del dolor.

— Prueba de lealtad. ¿A qué punto llegarían en nombre de esta familia?.

Recordé que dicho término tenia más valor que sus vidas. Lo comprobé luego de una hora, cuando todos sus cuerpos yacían muertos.

No sentí ningún tipo de desagrado al notar la húmeda calidez qué sentían mis pies al suave y espeso contacto de la sangre, sangre de niños y mujeres, gente que realmente daría todo por este fiasco de familia; familia que por supuesto, poco o nada sentía por estos plebeyos que por salvar sus pellejos llegaban a negar a su pastor a cambio de unas monedas que cuyo valor era intrínseco, por una casa y por comida, carne. Honestamente estoy sorprendida, ¿Esto sucede cuando manipulas lo suficiente a la gente que te tiene un gramo de estima? Uh, vaya ironía. Pronto ese charco de sangre se extendió, lo que hizo activar mis sentidos, quería ser parte de esa sangre, de la muerte y su miseria venidera. Solo me límite a agacharme para ver como el color rojo obscuro tizaba las puntas de la tela del vestido, mis pezuñas rozaron el rostro de uno de ellos, su expresión horrorizada se había quedado hasta su último aliento, bufé con desagrado al notar que me veía, sus orbes observando mi vestido. Solo le sonreí, basto con una patada para mover su cara asquerosa a otro lado. Ew.

Vaya olor a mierda.














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