La Pintura De Henriette - Octavo Capítulo

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( El suave olor de la lavanda)

—¡No! No quiero...— Renegó con todas sus fuerzas la joven de cabellos color lavanda,forcejeando y golpeando lo más fuerte que podía pues ya se encontraba débil luego de haber bebido.

—Tienes serios problemas hija. No puedo dejarte así. Estas seriamente enferma— Su padre,el gran rey,había encargado a sus sirvientas para llevar a su hija al calabozo,una habitación de castigo para corregir los malos hábitos.

—¡No!.

Un grito desgarrado fue escuchado por última vez tras el eco de su voz llena de lamentos, y la frase "Voy a morir aquí", palabras que le hicieron dar un vuelco a su padre. Que pesadilla. La joven Henriette ya encontraba el calabozo como un pasatiempo más, pues había pasado tanto tiempo dentro que dejo de importarle cuantos días o semanas permaneciera ahí con tal de tener a ese trío de muñecos. Melody, Nina y Jack...Su compañía. Desconocía quien los había puesto ahí,debajo de la cama del calabozo, esos muñecos de trapo,siendo  aparentemente,unos trillizos. Estaban allí como un regalo,uno muy especial.

—¡Hermana, deberías ir a buscarla!— Manejaria una de las muñecas,una de cabello largo castaño,que regañaba a la mencionada.

—¡Que lo haga Jack!— Reclamó la muñeca de trenzas señalando a su hermano menor el cual solo se encontraba sentado en un rincón.

—Niñas, niñas...Ella no esta. Ni siquiera sé de quien hablan— Intervino la titiritera para hablar con el par de objetos inanimados. Todo con el propósito de la autopreservacion.

—Ella dijo que vendría a buscarnos...— Pocas veces la voz del joven era escuchada,obviamente siendo llamativo—Bueno...Ella...¿Lo prometió,no?— Tartamudeo enseñando una cuerda en su dedo meñique.

—Ustedes...¿Se irán?—  Su tono receloso y desilusionado hizo que el trío se estremeciera, conocían ese tono,muñecas de carne aterradas.

—No...No— Se arrepintió el de coletilla corta al ver lo que había provocado en ella,con sus pequeñas piernas fue retrocediendo hasta chocarse con la pared de piedra. Una mano enorme lo atrapó, la mano de esa joven moribunda con una mirada repleta de rabia,sus cuencas oscuras podían reflejar su miedo al ver su rostro.

—Entonces debo arrancarte las alas para que no vueles lejos de mi...— Fue lo que dijo ella,palabras de condena para la pequeña marioneta. Abrió su boca y con sus dientes arranco los hilos que asemejaban su cabello,cabello que llegaba hasta los hombros desatado ahora solo estaba hecho un desastre con sus cabellos arrancados.

—¡Detente!— Suplicó Nina.

—No lo hagas o si no él...—Advirtió Melody. Finalmente concluyó el acto y su sufrimiento pues el cuerpo de la pequeña marioneta que era Jack había dejado de moverse y de forcejar.

—¿Él qué?— Pregunto hasta percatarse del muñeco que descansaba en su mano.

Un estruendo se escuchó. El choque de las puertas y el llanto,abstrayendose,su sangre ardiendo por esa rabia acumulada dentro,su lascivia y sus arranques llenos de malicia, tanto odio dentro del corazón de la joven princesa llena de caprichos y más de una novedad dentro incrustados en lo profundo de su cráneo como la rabia en animales salvajes. Todos los sirvientes acudieron de inmediato,abrieron las puertas para encontrarse con la joven rodeada de prendas de ropa rasgadas que no eran de su pertenencia,las muñecas de trapo,el par de niñas en un rincón bajo la cama y el varón en sus manos. Esa joven era un desastre.

—Siguiente método. Procedan— Ordenó Olga,una de las sirvientas la cual tenía más control sobre los otros que no tardaron en rodearle.

—¡Aléjese!.

"Ten piedad, hija mía". Donde viven las historias. Descúbrelo ahora