( La mascota de Baphometh )
Pilares de cuerpos agonizantes en los costados, siluetas extrañas pasando por su lado con murmullos incomprensibles entre frases sin sentido,todo tan distinto y a su manera tan similar a su hogar.
Lo reconoció al instante. Era el infierno. ¿Enserio existía?.
Sorprendente era ver como los eventos de la guerra destaban eventos oscuros que conllevaban a la inevitable muerte, llevada de la mano con la enfermedad de la época que provocaba más desgracias y muertes.
Ser parte de aquellos enfermos que por una enfermedad de los nervios sucumbian a un estado vegetativo,tan pálidos y apagados como su madre. Dicho pensamiento era desagradable. Poca empatia sentía por ella más sin embargo, había un algo que le hacía sentir un dolor implacable, era su madre y ese sentido de pertenencia jamás se iría. Así mismo el infierno no era tan distinto al que estaba acostumbrada en su vida mortal, reconocía que aquello era un recuerdo no tan distante pero, si agobiante.
Un sitio repleto de aquellos cuerpos horrendos que llevaban a todos a la desesperación en un anillo repleto de ira y violencia. Quiso explorar el sitio de cabo a rabo pero pronto entendió que este era un laberinto,un sin fin de abominaciones inquietantes que pasaban por los pasillos interminables y recorridos llenos de enredaderas; ahí fué cuando se dio cuenta que el infierno no tiene un fin. Nunca habrían pecadores suficientes para llenarlo.
Y para más inri, las dudas llegaban a su pensamiento ¿Cuál era el fin de todo esto? ¿Se suponía que era torturar a los desgraciados que habían lastimado a gente buena en vida? O simplemente la maldad salía directamente del núcleo, habría que averiguarlo de alguna u otra forma, el paso del tiempo se notaba distinto, más lento; ahora se notaba algo más mayor, de al menos unos veintitrés. Todo era confuso, el envejecimiento era el que menos le preocupaba pues veía que la falta de esperanza era lo que consumía el ambiente.
Un cúmulo de masa que asemejaban cuerpos uno encima de otro, extendiendo sus brazos con una expresión dolorosamente familiar. Aversión. Definitivamente era el jodido infierno, decidió pasear un poco más entre la oscuridad del lugar, olía a azufre, a peste y a muerte. Era como en casa.
Si es que había alguien consiente allí, iba a aventurarse a hablar.
–¿Hola?— Gritó la morena buscando la respuesta de alguien más entre los alaridos que escuchaba, quería escuchar algo más aparte de las súplicas.
—Bienvenida—Anuncio algo más en respuesta, la voz de un demonio al parecer. No podía distinguir de donde venía el sonido, siguió avanzando.
—¡Hola!– Caminó entre un mar áspero de porquería, arrastrando sus piernas entre esa mezcolanza de cadáveres y ese olor a mierda que llenaba sus fosas nasales.
— Ven a mi— Insistía aquella voz a la distancia, que se encontraba en la cima de una pila de huesos y mierda.
—¡No! No puedo— Repuso la otra voz. Estaba perdiendo la esperanza, se iba a quedar allí por la eternidad.
—Vas a venir ahora— Ordenó la voz trémula.
—¡Carajo, ya no puedo! — Declaró, cayendo de rodillas sintiendo como la marea del río oscuro pretendía arrastrarla junto con el resto de cascarones detras de ella, bajó la mirada, se encontraba ya muy cansada de luchar contra la marea, todo hasta recibir una suave caricia en la cabeza.
—Bienvenida.
—...No eres de aquí, ¿o si? — Cuestionó desconcertada al ver el aspecto del demonio, era enorme e intimidante.
— Vivo en este sitio — Se trataba de un ente extraño, un demonio enorme con cuernos pronunciados y una cara de cabra, ignorando el hecho de que tenía geniales de ambos sexos. Era Baphometh.
— Recién llego aquí. ¿Qué demonios sucede? Esto parece una orgia— Respondió con una expresión disgustada.
—Un placer— Expresó el demonio — ¿Eres otra de las almas que pretende cruzar los muros?.
—¿Para escapar? Debes estar jodiendo.
Sorprendente para el otro era ver la facilidad que tiene Valentine para hablar con tanta fluidez y simpleza, como si no le importara sufrir toda una eternidad de agonía hasta hacerse polvo para convertirse en el montón de masa en movimiento como el resto de almas allí. No le importaba lo que sea que Baphometh representaba, pero al mismo tiempo le mostraba respeto.
— ¿No intentarás huir de la desesperación y tortura del infierno? Eso quieren hacer todos, no recibir las consecuencias de sus pecados. ¿Acaso eres un fenómeno?.
— ¡Me recuerdas tanto a mis padres! Me vas a hacer llorar — Musitó a carcajadas, reírse de sus problemas mentales le parecía divertido, cosa que le lleno de curiosidad al otro demonio, había algo muy distinto en ella.
— Huir. ¿Eso no es lo que quieres? — Preguntó con desconcierto, la naturaleza de Valentine era impredecible hasta para este ser.
— Puedo hacerlo si quiero, ¿quieres que lo intente? — Desafió con una sonrísa— Solo espero una buena razón .
— ¿Hablas enserio?.
— Así es. Una buena razón para hacerlo, no morí en la guerra por nada. Soy consiente de ello ahora, por como están las cosas — Murmuró mientras pasaba su mano por el suelo y esa masa obscura, algo de brillo salió de él, y con eso el reflejo de un hotel— ... Alguien tiene que hacer pagar a esta zarta de ignorantes. Y ese alguien lo hará pronto.
— ¿Acaso esperas que alguien haga el trabajo por ti?
— Morir allí fue un sueño , aunque, extraño comer carne humana. Comer esta mierda de masa me hará vomitar, ¡Mira! — Extendió su larga lengua, pequeñas burbujas como ácido gástrico, le costaba digerirlo .
— El hambre. ¿Verdad?, ya lo veo con más claridad... —Murmuró el demonio más longevo, logró pensar en algo que pudiese servirles a ambos.
—¿Ver qué?.
— Los pecadores abundan en la tierra, podrás hacer justicia con tu propia mano en nombre de todos aquellos que sufrieron a manos de quiénes odias. Yo llevaré sus almas conmigo y tu consumirás la carne, pues es lo único que tu corazón podrido desea.
— ¡Yo traigo a los idiotas! Tu haces tratos raros con ellos y cuando mueran me los como, ¿va? — Su léxico vulgar y simplón demostraba la crianza tan eticamente pobre que le habían brindado. Necesitaba más conocimientos, más claridad. Sabía que hacer para iluminarle.
— Si eso es lo que tu corazón podrido desea, te concedo el poder de las llamas del conocimiento, úsalo sabiamente. El mal aprovechamiento de estas te llevarán a la perdición — Declaró el demonio para luego aproximarse a esa alma — De ahora en adelante, tu vas a servirme. Esta llama iluminará tu camino, así mismo, vas a guiar a otro más. Uno de los hijos de Asmodeo, el rey de la lujuria y discusiones maritales.
—¿Voy a ser como su hermana o algo así? Que ridículo.
— Este diablillo está condenado a convivir con los hombres, sentir como los hombres y pecar como los hombres. Para su infortunio, posee sentimientos y posee razón. Al contrario de ti.
— ¿Porque coño me ayudas? — Cuestionó Valentine vulgarmente.
— Porque aquello que tienes no lo poseerá nadie.
Y así fue como el intercambio de palabras llevó todo un mundo a la ruina. Así comenzó todo, como un génesis bizarro, un demonio dándole a un pecador la llama del conocimiento y del saber absoluto. ¿A que conllevaría dicha decisión? Habría que probar del fruto prohibido para averiguarlo.
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"Ten piedad, hija mía".
Random"Los secretos familiares no pueden ser ocultos por siempre".