La mañana de las siete, era momento de aprovechar para dar un paseo por los jardines cercanos del palacio,quizá cruzar el puente sobre el pequeño río y explorar el lugar con más detenimiento,lo miraba maravillada, todo lo que había allí, la naturaleza que retomaba su bello color y el como nacían más flores del suelo. Era tranquilizante para la muchacha de cabellos cafés y vestidos blancos, yendo de camino a la plaza se encontró un par de estatuas en la entrada del centro de mercaderes. La estatua de madre e hija, Henriette y Madeleine sobre un altar en una posición de santos,en la estatua del lado izquierdo se encontraba una amatista incrustada en el anular siendo adorno de un anillo.
El lado derecho, mostraba a la actual reina con su típico encanto y semblante femenino con un collar en el pecho, el cual tenía el zafiro, otra piedra preciosa. Paro en seco para observar a la estatua de la izquierda,se acercó lentamente a ella,la altura de la plataforma era de aproximadamente dos metros por tanto no podía ni llegarle a las pezuñas sin ayuda de bloques o piezas de madera para alcanzarlas. El sol iluminaba la joya en su mano dándole un hermoso brillo al anillo,alzando la mirada para ver el brillo de esta.
—Si que te dieron honores. Henriette— Dijo con un tono burlon al ver la inscripción de la estatua— Una última despedida a la antigua Reina, que su legado perdure hasta los ultimos dias que la luna ilumine la noche. Descanse en paz— Soltó una carcajada,su risa se extendió por un buen tiempo, le era divertido— ¿Enserió?.
Camino en dirección a la estatua de la Reina Madeleine la cual era más baja, un metro más aproximándose al suelo, por tanto, la muchacha podía ver sin dificultad la estatua,se detuvo a ver la inscripción.
—La luna que ilumina la oscuridad. La redentora de pecadores y la cegadora de injustos— Nuevamente hecho a reír— Déjame corregir esto— De su bolso, saco un lápiz labial de color rubí hecho con plomo,y con tachones cubrió las últimas palabras del escrito— La luna que ilumina la oscuridad... Será cegada por el eclipse— Declaró con voz grave. Podía sentir el odio que calaba profundamente en su interior— Ahora estas condenada por mi mano, unidas. Aunque sea a la fuerza Henriette. Puedo escuchar tus gritos... Se oyen tan fuerte.
Contemplo su obra de arte por un momento para leer el escrito,asintió con la cabeza y se adentro a la plaza mezclándose con el tumulto de personas,cada quien caminando y buscando para hacer su deber otros llevando consigo enormes cajas de verduras o animales ruidosos que llegaban a fastidiar si se acercaba demasiado, así era con todo animal. Se encontró con un lustrador de zapatos que atendía a un hombre con porte y presencia fumando un cigarrillo, el anciano era bastante raquitico a comparación de su cliente el cual se reia a sus anchas leyendo el periódico,cpor su aspecto Bella podría adivinar a qué se dedicaba pues sus vestiduras eran de alguien con dinero y que, seguramente le daría una miseria al anciano.
—¡Rápido mequetrefe! Tengo que tomar el tren para llegar a Butchmill en 10 minutos— Apuro el gordinflón de barbas Gruesas con traje. Justo lo que necesitaba,un cerdo mal agradecido y un posible farsante. Decidió acercarse a él.
—Si señor...Solo deme unos minutos y...— Recibió como respuesta betún café en su rostro. Pues el hombre de traje se lo había tirado encima.
El anciano se quedó en silencio agachado la mirada tratando de retirarse el betún de las manos, le era imposible ,trato de removerlo desesperadamente hasta sentir pequeñas piezas de metal cayendo en su cabeza. Eran monedas de muy poco valor que el de traje le había tirado encima.
—Recogelas— Las lágrimas del anciano fueron lo suficiente como para conmover a Bella, que, a pesar de poder observar la situación, no se encontraba tan cerca como hubiera deseado— Pordiosero inmundo.
Así mismo,el de traje se retiro dejando al anciano de rodillas en el suelo. Ella se acercó con una mirada inyectada en rabia, su silueta basto para estremecer al anciano que alzó la mirada con un rostro desesperado. Extendió su mano y le ayudó a levantarse y a secar el betún de su ropa con un pañuelo de lana. Todos se mantenían expectantes frente a tal acontecimiento.
—Vaya idiota— Le entregó otro pañuelo para secar sus lágrimas de su dolor— Y dicen ser las mejores personas del pueblo ¿Verdad? Solo llevan dicho titulo como decorativo.
Declaró todos se miraban con desconcierto ¿Esa era la princesa Amaris? ¿Porque había cambiado de esa manera? Su voz y porte era uno con más fuerza y autoridad llegando a hacerles sentir intimidación por la presencia de ella.
—Ustedes son un montón de desconsiderados—Reafirmo— Si los fuerzan a quedarse, como mínimo deberían tratar a sus iguales.
Ayudó a recoger las cosas y guardarlas dentro de un baúl de madera, ordenó que trajeran al burro del anciano para que cargará con su equipaje, bastó con unos minutos para hacer que todos acudieran a las necesidades del anciano por ordenanzas de ella, por el lado del de canas blancas, el solo observaba atónito como todo el pueblo lo atendía al igual que un rey. Lo sentaron sobre una banca y le retiraron los ya muy maltratados zapatos de cuero,en una cubeta le dejaron agua tibia para poner sus pies, mientras que un par de personas le limpiaban con trapos húmedos el rostro. Bella miraba con satisfacción el escenario,todo andaba bien hasta que escucho...Lo menos conveniente.
—¿Porque ayudan a ese anciano demente? ¿Qué no ven que ni siquiera pertenece aquí?— Lo escucho por parte de una madre que se mostraba ajena a la situación ,dando su opinión a su hija pequeña que solo se cruzo de brazos y observó junto a su madre en la entrada de su casa.
—Oh...Mala elección de palabras— El oído de la princesa era bastante bueno, bastó con decir esas palabras para que todo se quedara en silencio— Si yo fuera tu, cerraría la boca.
Se giró para ver a la madre directamente a los ojos que la observaron con miedo, la mujer no tardo en acercarse para arrodillarse frente a la princesa que le miraba con una mueca amarga. La más alta agacho la cabeza por intimidación observando los pies de la muchacha,por cada segundo de silencio, las pulsaciones y dolor en su pecho aumentaba y las peques lágrimas nacían de sus ojos. Su miedo se torno en confusión al oír una carcajada proveniente de la de ojos celeste.
—¿Enserió? Acaba de degradarse de la manera más patética que he visto— Hablo con sarcasmo para inclinarse lo suficiente como para estar cerca de su oido— Hazme un favor y largate lejos de aquí.
—Si, su majestad— Sintió el miedo recorriendo su cuerpo, a pesar de decir muy poco,era suficiente como para herizar su piel.
— Corre.
Desde las últimas desapariciones y muertes de algunos pueblerinos y miembros del reino, se podía diferenciar el cambio tan repentino en su comportamiento. Con el solo hecho de no venir acompañada de su sirvienta o dama de compañía ya hacia bastante escándalo caminando ella sola por el pueblo. A escondidas comenzaron a renegar sobre ello ,Bella, consciente de ello, aprovecho aquel momento para anunciar lo siguiente.
—El hotel permanecera cerrado. Las obras en construcción quedarán en veremos debido a los acontecimientos que han sucedido últimamente. Me veo obligada a tomar esta decisión. El día de hoy, será la última vez que me verán presente.
Declaró a los presentes. Para luego irse con un aire de desdén y una perturbación inquietante que nublaban el brillos de sus perlas.
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"Ten piedad, hija mía".
Diversos"Los secretos familiares no pueden ser ocultos por siempre".