Verdugo - Octavo Capítulo

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(Valentine,arpía desquiciada)

Masticaba la carne de desilachaba con sus chirriantes dientes de acero,el sonido del choque metálico hacia eco en aquella bodega. Cuerpos desnudos y cercenados,siendo mutilados por las fuertes mordidas de aquella víbora que alimentaba sus ancias y llenaba su placer con los órganos que masticaba,tomando bocanadas de aire para hundir su cabeza en el vientre abierto de un hombre. Pequeñas burbujas pestilentes intoxicando la sangre,al igual que un insecto descomponiendo sus tejidos internos tornándose de colores oscuros que se perdían entre viseras. Despellejando la piel con sus largas uñas negras,asfixiando la vitalidad de todos y cada uno. 

Hambre,mucha hambre. Ese sentimiento que antes había perdido,regresó finalmente  cuando su victima comenzo a retorcerse al ver su horrenda cara satisfecha; lo que estaba viviendo este hombre era total agonia. Por el lado de su contraparte,esto solo era diversion prolongada. Ciertamente no sentía culpabilidad,lo merecían,si sus clientes lo exigían lo adecuado sería complacerlos.

Habían pagado lo necesario, seleccionaron su víctima y la colocaron en la lista negra.

Tenían que morir. Debían morir. De la manera más repulsiva y dolorosa,al menos bajo su mano morían dignamente.

Agradecía bien que a este punto hubieran más de catorce víctimas a su merced,después de todo,Wade le permitió hacer y deshacer todo lo que quisiera con esas personas.

¿Cómo no podría estar agradecida? Después de todo,ese era un gran festín que definitivamente no se iba a perder y si podía permitirse,podría divertirse con alguno de ellos de distintas maneras así que se aproximó al más cercano; era un hombre de 22 años,que, según sabía en el registro que le entregó su compañero,había agredido sexualmente a un perro específicamente la mascota del cliente, para luego insertar fuegos pirotécnicos en sus orificios para que luego de tanto abuso y golpes,el animal muriera y aún así,continuara con el acto sexual con su cadáver.

Sabía perfectamente hasta que punto llegaría el ser humano,pero,por alguna razón con este hombre fue distinto pues su delito era más bizarro de lo que se esperaría de un joven de esta edad.

Un nuevo juguete para su extensa colección. Sonrio ampliamente con sus amarillentos dientes al ver que el hombre seguía con vida luego de haberle mutilado los dedos de sus pies para luego hacer cortes profundos en sus tobillos para que así,no pudiera moverse,ni siquiera arrastrarse en el suelo.

Su nueva víctima se encontraba tirada de costado junto con el resto de cadáveres,con la esperanza de que esta lo me viera y lo hiciera pasar por un muerto más del montón,más esta sabia perfectamente que este se encontraba detrás del tumulto de muertos.

Se abalanzó salvajemente sobre el hombre,abruptamente estrelló su rostro con el techo,esta le agarró con fuerza,cerrando su puño para tirar de su cabello mientras sostenia su nuca,golpeando con fuerza,golpes secos que le destrozaron la nariz dejando un charco de sangre en el suelo,ese líquido cálido,ese olor metálico cubría sus fosas nasales.

El aire se reducía,aun más por la muchacha que apoyaba todo su peso en su espalda,haciendo presión con sus rodillas sobre las costillas de la víctima.

De la cangürera atada a sus caderas,sacó un cuchillo de carnicero para hacer un corte casi quirúrgico en principio para luego hacer unos más profundos,al tener ese contacto estrecho con el arma y la carne fresca,escudriñó lentamente para perforar más la piel de su nuca hasta llegar a la yugular y ahi,incidir más,siendo mas agresiva con los cortes,dando golpes más certeros para clavar el arma en lo más profundo de los músculos del cuello de forma tan agresiva al grado de por poco ser decapitado.

"Ten piedad, hija mía". Donde viven las historias. Descúbrelo ahora