El Muro - Primer Capítulo

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—Jamás supe si las cosas que decía eran ciertas, no confié en él o al menos no del todo — Comentó Madeleine mientras servía una taza de té para continuar remojando las galletas saladas en sus labios húmedos por el té.

—Si ese no hubiera sido el caso, no quiero imaginar las consecuencias para todos — Amy, su amada hija, fijaba su mirada en la taza de té; el contenido reflejaba el rostro pensativo de la muchacha. Una pequeña cierva manchada.

—Por cosas del destino, no volví a saber de ese hombre — Concluyó, dándole un pequeño mordisco a su galleta.

—Debió ser complicado —tomaba pequeños sorbos, estando a la espera de una respuesta.

—La historia no terminó mal; es un buen final el que tenemos ahora —una sonrisa cálida se formó en ambos rostros —El día de hoy haremos algo muy especial.

¿Especial? Su contraria mostraba confusión; se perdió en sus pensamientos, su madre solo asintió con tranquilidad.

Pasaron 10 minutos, y ambas ya se encontraban en el sótano del hotel, el cual no es muy concurrido. Entre muebles pesados y viejos se encontraban varias puertas escondidas. Evitaron a toda costa dañar sus prendas, las cuales eran elegantes. Amy traía un vestido de tonos rojos y su madre de tonos azules como la noche misma, con un rosa negra cerca de su oreja. La dama de rosa pálido se veía confundida mientras dejaba cajas y muebles fuera de una de las puertas, la cual tenía el mismo tono de color de la ropa de su madre. Esta última le ayudaba con los objetos pesados que rodeaban esta, dejando ver a la luz dicha puerta: bordes con oro, una luna de cristal y la letra "M" escrita en la manija. La puerta fue abriéndose, dejando un sendero iluminado, un precioso jardín de plantas frondosas y colores diversos, algunos retratos familiares en las paredes y pertenencias del linaje anterior; todo en completa armonía.

Su madre paró en seco en medio de toda la habitación, dándole la bienvenida a su hija, la cual estaba sorprendida al ver un lugar así. Detrás de la más alta se encontraba un cofre gigante, lo cual llamó su atención por completo.

—¿Qué hace ese cofre ahí?.

—Es justo a lo que venímos aquí —Abrió con dificultad ese cofre, se veía antiguo pero en buen estado, fue limpiando telarañas y algo de polvo de esta sin retirar sus guantes, poco después sacando un libro que se encontraba en el fondo de dicho cofre —Es uno de los libros más importantes de nuestro reino. Necesito que lo leas justo aquí. Hay algo muy importante que necesitas saber.

Se sentó junto a ella entregándole ese libro, tenía pocas páginas en buen estado y las últimas fueron arrancadas, pero en lo legible de este se encontraba justo lo que necesitaba leer.

Con dificultad leyó el contenido tras la portada empolvada, entre las páginas escritas con tinta manchada por el agua y páginas rotas con el tiempo. Entre estos escritos había una gran historia.

"Mucho tiempo atrás, a mis 18 años de edad, pasé por grandes conflictos con los seres humanos y otros reinos más, una guerra que no pude evitar. El temor y las peleas llenaron a los pobladores de nuestra ciudad, que tomaron represalias con gente inocente y personas del reino, en estas me incluyo. La reina anterior, mi madre, trató de acabar con todo el genocidio y discusiones creados por ideas trastornadas. Con el paso del tiempo tuvimos que firmar y prometer muchas cosas a otros reinos para no caer en la miseria, tuvimos que sacrificar a muchos para cumplir esa palabra que acabaría con la guerra; los seres mágicos y humanos tuvieron muchos problemas, pero finalmente lograron convivir, aunque no por mucho tiempo desgraciadamente.

Un año después, deseábamos abrir nuestro querido hotel para demostrar que el pacifismo era una excelente opción, cumplir nuestra promesa. La corona ya había sido cedida a mí poco tiempo atrás; queríamos demostrar que las generaciones venideras harían un gran cambio, cambios para bien. Mi madre me enseñó muchas cosas y me ayudó a dirigir a algunos pobladores que nos ayudaron a la construcción de nuestro hotel. Todo estaba listo para la apertura, antes del desastre que nadie había esperado.

"Ten piedad, hija mía". Donde viven las historias. Descúbrelo ahora