El Bufón De La Realeza - Segundo Capítulo

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( Vanessa, la cirquera )

Uno de mis libros estaba en mal estado; de no ser por eso, el portal no habría fallado. "Eso lo solucionaré más tarde", me dije a mí misma mientras las hermosas botas metálicas cubrían mis pies. Ya era demasiado tarde, pero no debería tardar mucho en decírselo.

Ese estúpido parche estaba roto de nuevo. Ya debería haberlo cambiado hace unas seis horas, o algo así. No lo sé. Anoche pensé en muchas tonterías, pero no debería preocuparme por eso. Ayer fue un día memorable después de todo. Ahora que estudio el panorama, mi habitación es un desastre: botellas de cristal rebosando de alcohol, algunas vacías junto a mi cama, ropa interior y un montón de cosas más.
Suspiré pesadamente mientras caminaba hacia el clóset. Estoy en el momento más memorable que he tenido hasta ahora, mis pensamientos en sí mismos son muy confusos. Parches en fila, cada uno perfectamente alineado en la puerta de mi closet y el resto de las cosas adentro, rotas o sucias. No me extraña en lo absoluto de parte mía; después de todo, hago muchas cosas cuando estoy inconsciente. Saqué el alcohol y lo demás, tiré todo lo que estaba sobre la mesa de estar para reposar todos esos implementos, finalmente quitándome ese estorbo de encima.

Las dudas le llenaban.

Una cuenca vacía, eso es todo lo que hay. Ese líquido de color metálico resbaló por mis mejillas para caer sobre la mesa, y un golpe seco lo acompañó. Esas gotas se habían convertido en un químico perfecto que liberó ese sonido, el goteo que se retuvo en mis oídos por segundos eternos hizo eco en mi cabeza.

—¡Mierda! —Dije, para luego cubrir ese maldito ojo con mi mano buscando retener el líquido. Levanté mi cabeza entre quejidos e insultos, tomé el alcohol y el otro parche limpio, casi a ciegas, tirando cosas de la mesa y rebuscando con mi mano las toallas.
Finalmente, después de haber luchado con mi falta de visión, me agaché y me dispuse a limpiar esa pequeña gota de hierro o lo que sea. Solo bastó mi tacto para que esta se deslizara y nuevamente llegara a su punto original.

La barricada que había hecho con el resto de los muebles me había evadido perfectamente, seguía ahí. Es un milagro después de todo; generalmente, los muebles terminan rotos cuando bebo más de la cuenta. Tenía que encerrarme de todas formas. Los mecanismos, los engranajes, la pérdida han sido las razones más elementales por las que sigo con vida, relativamente.

Según Wade, soy solo un cascarón vacío y pútrido que le estorba, cuando en realidad el verdadero problema es él. Maldito demonio. Estoy consciente de las cosas que hago; eso debería hacer a una persona, ¿verdad? Mi consciencia sigue intacta, todavía. ¿Eso es estar consciente, no? El tener que sufrir diario te hace estar vivo, ¿no es así?

Después de esa guerra, los pocos sobrevivientes tuvieron demasiadas pérdidas, partes de su cuerpo mutiladas o gangrenadas, un dolor insoportable. Mi propuesta finalmente fue escuchada por la Reina Moon, luego de tanta insistencia. Esto no puede salir mal, mi credibilidad está en juego, y gracias a él, estoy en la cuerda floja. No puedo perder ahora.

Ordené mi habitación lo mejor que pude; el mareo me tenía harta y, en varias ocasiones, vomité, pero no pasó a mayores. Tomé mis pastillas, o lo que sean esas cosas. Tengo que contarle a mi querida sobrina sobre esto.
Amy ha estado muy extraña últimamente; su comportamiento y forma de expresarse son diferentes a lo normal. Sé que esconde algo, pero no sé qué es. Se supone que ambas somos muy unidas, una linda relación como si fuéramos familia de sangre, la cual, irónicamente, no poseo. De igual forma, ella me preocupa. Esa es otra razón por la que voy a su habitación.

—¿Qué haces aquí? Son las tres de la mañana. Es algo temprano para llamarme a esta hora, ¿no lo crees, tía? —Su cabello despeinado y ojeras notorias, me veía con un rostro confundido y adormilado.

"Ten piedad, hija mía". Donde viven las historias. Descúbrelo ahora