Sentir un dolor vacilante que te carcome el alma es de las peores sensaciones que puedes sentir en vida,pero,¿Qué hay de la muerte? Aún la puedo sentir,al borde de la inconsciencia estando fuera de mi misma, de forma irónica y literal.
Estando presente tras cada tragedia,presenciando un par de muertes,la de aquella ladrona y la de Harryson.
Este cuerpo,impalpable pero al mismo consistente en si mismo,es mi condena. Teniendo un fragmento misero de consciencia que me hace presenciar el horror,solo siendo una sombra solitaria que se doblega delante de una mujer con propósitos egoístas. ¿Qué queda de mi? Una criatura de ojos perlados,pequeña y peluda,con unos cuernos de alce. Morcrio,así me llamó ella,al parecer ese es el nombre que ahora me corresponde.
Poseo cierto grado de conciencia ahora, luego de pasar tanto tiempo junto a ella.
Esa mujer no parece tener ningun carácter íntegro para contrarrestar las atrocidades que hace, por tanto,no merece ningún tipo de piedad de mi parte. Verla me genera tanta impotencia,ver que sonríe tras hacer cosas de ese calibre es inmesurable. El sentimiento que tengo tras saber que nada puedo hacer.
Dolor,vi en sus miradas, pude presenciar casi de frente las muertes de ambas mujeres que solo buscaban lo mejor para personas que amaban,sin importar que tanto sufríeran,sin importar las consecuencias que les trajeran sus acciones. Y esa mujer se hace llamar mi madre.
Las dudas me invaden cada vez más conforme los días pasan,el silencio se ha vuelto parte de mi,la criatura que soy ahora es el resultado de decisiones no muy llevaderas,producto de la infamia. Una blasfemia.
Pecaminoso por si solo,un cuerpo mutilado en lo que se asemeja a mi misma,muerta en consciencia,ausente de cualquier pizca de humanidad,una mente que funciona por y para si misma por sus propósitos egoístas.
***
(Livia, el siervo)—¿Prefieres el camino del amor?—Deslizó el cuchillo en su pecho,apuntando directamente a su corazón—¿O del dolor?.
—Porfavor,detente—Suplicaba un joven que tartamudeaba por el más simple roce del arma—No quiero morir...
—Prometo que tendrás una muerte digna— Ésta mantenía su mirada baja,observando quisquillosa su rostro,esa expresión de miedo que le fascinaba—Si te rindes será más rápido,pequeño.
—Porfavor Livia,déjame ir—Su víctima arrinconada por un árbol seco,tirado en el suelo jadeando agitado por la adrenalina.
—¿Porqué lo haría? Cometieron un grave error al fallarme—Se agachó para verle se frente,sus pies descalzos en el lodo,con un vestido desgarrado,más preciso sería decir, andrajos—No vas a tener piedad,ningún miembro de tu familia lo merece. Haré pagar con sangre todos y cada uno de sus pecados.
—No fue mi error—Lágrimas salían como si se tratara de una fuente de agua,amargas con remordimiento y miedo. Su expresión era el deleite de la que a futuro sería su verdugo— Mi familia no es así. ¡Nadie es capaz de hacer tal cosa!.
Livia suspiró profundamente, se levantó,empero se percató de que el joven no tratara de huir. Quería que el observara, que viera el daño que un ser humano le puede hacer a otro.
"¿Te gusta lo que ves,perra?".
Fue la última frase que dijo aquella noche,antes de clavar el cuchillo en su cuenca izquierda, apuñalando constantemente su rostro hasta deformarlo al punto de ya no ser reconocible.
No le tomó más de 3 minutos para enterrar en más de una ocasión ese cuchillo en la misma cuenca,acto seguido hizo lo mismo con la derecha,dejándolo ciego.
Prácticamente sus lágrimas eran sangre y coágulos de ella junto el líquido lagrimal de sus cuencas que se derramaba en sus mejillas hasta caer el suelo,gemidos desesperantes eran lo que más se escuchaba en aquel lugar aparte de los sonidos de arrastre,ya que este había perdido el equilibrio cayendo sobre los pies de su atacante. Ella no lo creía,estaba tan aterrada en ese momento. Su adrenalina se había disparado por completo,sentía culpa y ese remordimiento que le apretaba el alma.
La cara de su víctima estaba contra el suelo,el líquido carmesí abundaba y por instinto,esta ya sabia que iba a morir.
La muerte era la salida final, lo que resolvería todos y cada uno de los males y pesares que esta sufría. Todo el motivo de ello,era la traición.
Apoyó su pie sobre la cabeza del joven y sin más,le pisó encima con fuerza,queriendo aplastar su cráneo, en aquel delirio en su mente ella pasaba por alucines del asesinato que le conllevaban a pecar una y otra vez,ver la sangre en el interior de sus cráneos burbujear al igual que agua hirviendo para finalmente aplastarlos al igual que un insecto.
Lo ha hecho,el cuerpo ha dejado de moverse. Ahora puede dormir en paz.
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"Ten piedad, hija mía".
Nezařaditelné"Los secretos familiares no pueden ser ocultos por siempre".