Enfrentamiento directo

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Cuando ya estaba todo claro nos volvimos a despedir y salimos de las dependencias del edifico hasta el vehículo. Roth seguía recriminándome por haber aceptado el departamento. De alguna forma yo sabía que ella tenía razón, pero ese era mi propio desafío personal, el primer pago no sería con mi propio dinero, usaría el dinero que me había dado Javier; estaba completamente acostumbrada a usar tarjetas de créditos sin límites, pero no podía pagar el arriendo con ellas, y, además, implicaba seguir enlazada a mis padres.

Sin darnos cuenta antes, el reloj del vehículo ya marcaba las ocho en punto, estuvimos mucho tiempo en aquellas actividades de independización y embotelladas en el tráfico. Sin contar también que en el camino nos paramos en un local de comida a comer unos grandes y apetitosos hotdogs. Ya estábamos cerca de la casa González. Sentía en el estómago un extraño cosquilleo que me mantenía algo temblorosa, mientras que por el contrario Roth venía tranquila en el asiento del copiloto revisando sus redes sociales y subiendo estados a sus historias de Instagram del rojizo paisaje.

—Una vez me dijiste que cuando te enamoras sientes cosquillas en el estómago, creo que siento eso ahora, ¿de qué me abre enamorado?

—No sientes cosquillas porque te enamoras, sientes cosquillas porque esa persona te hace sentir nerviosa, nunca quieres fallar o darle una mala impresión a quien te gusta.

—¿Entonces estoy nerviosa?

—Es probable, no es fácil irse de la casa de los padres, yo me mudé en cuanto comencé a estudiar, lo sabes, no podía vivir con esa presión de que siempre estén monitoreando si estudiaba o no.

—Lo sé, pero cómo es eso que has dicho hace unos segundos de que cuando te enamoras no quieres fallar, ¿no suena como algo tonto?

—¿Por qué tonto?, ¿te has enamorado alguna vez acaso?, yo que sepa jamás te vi con alguien.

—No, nunca me he enamorado, pero suena tonto querer ser perfecto frente a alguien, todos estamos llenos de agujeros en la mente y en el corazón, y todos actuamos de la forma en que más sentimos que esos agujeros se llenan. Si no puedo mostrar mis defectos, ¿cómo podría esperar que esa persona ame a la persona que realmente soy?

—Ahora te crees experta en el amor, estás bien rara, parece que ese psiquiatra te está haciendo bien.

—No digas esas cosas, solo he tenido una sesión con él, y es probable que sea la última.

—Pero ¿cómo?, ¿no dijiste hace unas horas que esperabas que él te ayudara a resolver tus emociones?

—Estaré lejos de él, y mi familia, había olvidado eso por un momento, y creo que es lo mejor.

—¿Estás segura?, es eso, o te agrada tanto que te estás acobardando, o quizás... ¿te gusta?

—¿Estás loca?, no es para nada mi tipo, es una buena persona a simple vista, solo a simple vista, al igual que tú y yo debe tener sus defectos bien ocultos, no existen las personas perfectas, y mientras más perfecta luce una más terrorífica suele ser. Además, se parece a mí un poco. Es raro. Que asco.

—¿Te gusta y te da miedo que no le correspondas o que no sea la persona que crees?

—¡Roth! No me gusta, y para que te enteres tiene novia. Ya veré qué hago, me urge reparar mi mente, pero también me urge el dinero y ser libre, y si somos sinceras si me haces elegir entre uno y el otro ya sabes la respuesta.

—Yaya, está bien, no te alteres, vamos a bajarnos, prepárate para la guerra.

Nos bajamos y caminamos hasta la entrada principal de la casa. Me dio impresión ver el auto de Javier. No sabía que iba a ir a visitar a nuestros padres, de seguro el escándalo sería más grande de lo planeado.

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