Caminamos por el amplio pasillo de ingreso trasero que iba desde el estacionamiento hasta la sala principal donde registramos nuestra presencia y di el consentimiento para la única visita, dejando en claro que sería solo por ese día que la secretaria sería recibida. Una vez terminado el registro cogimos el ascensor que para nuestra comodidad estaba vacío y nos fuimos hasta el cuarto piso. Desde lejos pude ver fuera un guardia de seguridad que había contratado para mi propia tranquilidad.
—Buenas tardes, hoy ella viene conmigo, pero solo por hoy, nadie más puede ingresar aparte de las enfermeras —procuré volver a dejar en claro.
—Por supuesto señorita Halley, pasen —dijo extendiendo su grande mano hacia la puerta de la habitación.
—Gracias —le respondió Mara.
De un segundo a otro nos encontrábamos al costado derecho de la camilla de Javier, ahí estaba, indefenso, como si su vida hubiese abandonado su cuerpo, y mi alma angustiosa nuevamente se había invadido de pena e ira al no poder haber mantenido a salvo a la persona que amaba.
—Él es una persona tan fuerte, me duele verlo en este estado, no puedo aceptarlo —dijo interrumpiendo mis autodestructivos pensamientos.
—Sí, así es, pero ya sabes, no conocemos el día de mañana, no importa lo fuerte que seamos, la vida te puede botar de un golpe de un segundo a otro —respondí con pesar y depositando mi bolso en el sillón.
—No sé si me recuerdes, una vez fui a tu casa, claro que tú eras pequeña aún, pero ese día tu hermano me pidió que fuese su novia, recuerdo que, aunque le dije que sí... estuvo molesto casi todo el día. Es más, en la semana, no podía dejar de hablar de lo mucho que odiaba que estuvieses saliendo con alguien mientras eras tan joven, en ese momento decidí aferrarme a él para siempre, un hombre que cuida tan bien a una persona de su familia es un hombre que realmente vale la pena, es una persona protectora, por eso lo amo. En ese tiempo yo era acosada por un exnovio y Javier se encargó de que nunca volviera a acercarse a mí —dijo con orgullo.
—Te equivocas.
—¿En qué?
—En mucho. Un hombre puede tratar bien a su familia solo porque es suya, es decir, puede tener cierto sentido de propiedad. Pueden tratar bien a las personas a un mismo nivel que ellos, pero pueden incluso matar, torturar, engañar, y muchas otras acciones deplorables a personas más débiles, solo por placer, así que no caigas en ese viejo dicho, no deberías valorar a una persona solo por lo que puedes ver superficialmente —le dije mientras la observaba fijamente.
—¿Quieres decir que tu hermano...? —quiso saber estupefacta.
—Por supuesto que no, Javier es un hombre de carácter recto. Trata a todas las personas de la manera más justa posible, te lo digo como mujer, es solo un consejo, me temo que si sigues pensando así en el futuro te enamorarás de una persona potencialmente peligrosa para tu vida.
—Solo me gusta tu hermano, no creo que me guste alguien más —dijo esta vez riendo, lo que me irritó bastante.
—Yo no creo en esto de tener que pelear por un hombre, es más, nunca lo haría, no soy de ese tipo de sanguijuelas, pero tengo que decirte algo importante.
—¿Qué cosa?
—Javier no es mi hermano de sangre, yo soy adoptada. Es una historia caótica, tardaría mucho tiempo en contarte toda la situación, pero lo haré de la forma más corta posible. Insisto, no somos hermanos, Javier me ve como mujer, y yo lo veo como un hombre, y ambos nos amamos, así que con todo respeto te pido que dejes de hacer esos comentarios frente a mí porque realmente me resulta molesto —agregué con un semblante algo más cálido para no espantarla, ante mí, ella parecía una buena mujer.
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Desapropiados
RomanceHalley es una joven de veintidós años perteneciente a una de las familias más acomodadas de Derfel. Creció con lujos y con una vida perfectamente planificada, pero todo se derrumba cuando descubre que no tiene ningún vínculo sanguíneo con su supuest...