Conduje rápidamente hasta casa, lo más que pude, considerando el tráfico. Me había desafiado a mí misma en el trayecto a llegar a las diez en punto a casa, sin embargo, me pasé algunos minutos.
Me estacioné y rápidamente mamá salió a mi encuentro. Estaba vestido con su bata de dormir. Nunca lucía desarreglada, aunque no estuviese vestida de prendas finas siempre resaltaba. Poseía una belleza que resaltaba aún más con su melena oscura. El parecido que tenía con Javier era impresionante.
—Halley por el amor de Dios, ¿dónde te habías metido? —llevó sus manos a su cintura.
—En casa de Javier, fui a pedirle un celular.
—¿Por qué no solo me lo pediste a mí?
—No lo sé, solo pensé que para Javier no sería una gran molestia.
—Halley ¿estás adoptando esta actitud porque sabes que eres adoptada?, nunca serías una molestia para nosotros. Soy tu madre, no lo olvides —mostró lamento en la mirada.
—No mamá, no lo malinterpretes, no es muy cómodo pedirle dinero a los padres... a menos que te lo den no lo recibes, también fuiste hija alguna vez, es como quitarles un trozo de su sacrificio de años, ya sabes, no se siente bien.
—Dios, niña, entra pronto; nunca habías sido así, lo que querías se te daba. Me preocupa que ya no nos veas como antes.
—Claro que no los veo como antes —hice una pausa al ver su cara desfigurarse—, pero tampoco los dejaré de querer. Ante la ley y ante mi vida son mis padres.
—Más te vale. Apúrate y entra a casa —se tiró su cabello negro hacia atrás.
—Iré.
Ingresé a la casa y al pasar por la sala saludé a Fernanda que estaba cociendo una cortina. Cerca encontré a mi padre quien estaba sentado en el sillón leyendo un libro de sustentabilidad económica.
—Hola a todos, siento la tardanza y haberlos preocupado, estaba con Javier, si no me creen pueden llamarlo.
<<Mierda>>, dije para mis adentros, de último pensé que de seguro Javier ya había llamado preguntando por mí. No me gustaba para nada ser atrapada, era como si una perfecta torre de naipes se destruyera, torre creada por mí.
—Está bien, ya estás grande, puedes tomar tus propias decisiones, tu madre solo está asustada por el intento de secuestro Halley, procura contestar el celular cuando te llamen.
—¿No lo sabían? Perdí mi celular en el incidente. Pero no se preocupen, intentaré estar menos perdida. Por cierto, tengo nuevo aparato móvil, pronto te lo daré.
—¿Compraste uno nuevo?
—Javier lo hizo por mí.
Cuando dije eso recordé algo realmente importante que tenía que discutir con Javier, pero lo había olvidado tras la cena, lo cual me hizo despedirme rápidamente de mis padres explicando que ya había cenado.
Me lancé sobre la cama y comencé a activar el celular. Siempre me resultaba eternamente molesto tener que apretar tantas autorizaciones en celulares nuevos, ¿no era absurdo?, si no las aceptaba el celular no iba a funcionar.
—Maldita sea, no deberían siquiera preguntar, solo exponer. En fin, cada vez que me salen estas burdas opciones termino por aceptar y permitir todo —giré sobre la cama para recostarme de espalda.
Rápidamente descargué las aplicaciones que solía usar. Mientras se instalaban guardé todos los números que conocía, y el de Eduardo que por cierto había anotado en un trozo roto de papel.
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Desapropiados
RomansaHalley es una joven de veintidós años perteneciente a una de las familias más acomodadas de Derfel. Creció con lujos y con una vida perfectamente planificada, pero todo se derrumba cuando descubre que no tiene ningún vínculo sanguíneo con su supuest...