Tenía ese mismo habito absurdo de Javier de no terminar las conversaciones. Era evidente de que eran amigos desde hace mucho tiempo, eran personas similares, pero algo en su energía los convertía en polos totalmente opuestos.
Sin muchas opciones hice lo que me dijo. Volví a conducir hasta la central policial en la que trabajaba su padre, y me estacioné lo más rápido y mejor que pude. La licencia de conducir no la había conseguido hace más de un par de meses, y a pesar de que mis habilidades eran refinadas como las de mi madre, mi forma de estacionar nunca me satisfacía.
Caminé hacia la recepción que ya conocí. Proporcioné mis datos para permitirme ingresar, y sin mucho problema me dieron acceso, puesto que de todos modos era una víctima que habían llevado a ese lugar hace ya un tiempo, y como si ya me supiera la estructura del edificio de memoria, me llevé a mí misma hasta la oficina del papá de Eduardo. Ahí estaban ambos, tratando de ordenar sobre la mesa una gran cantidad de imágenes de alta calidad de algunas heridas profunda en la piel de aparentes víctimas.
—¿Te gustan los rompecabezas sangrientos? —le dije sin quitar la vista de las imágenes a Eduardo—. Buenas tardes, señor —me dirigí luego a su padre.
—Hola señorita, ¿cómo está?
—Yo estoy bien, gracias, y ¿ustedes? —dejé mi cartera en una silla.
—Frustrado —agregó Eduardo de la nada rompiendo la charla y sacándome de la oficina hasta fuera—; lo siento por sacarte, pero verás, hay ciertos protocolos y eso implica que personas ajenas a esta institución no pueden ver lo que acabas de ver, así que bórralo de tu mente, gracias.
—Sabes, hablas muy rápido —me quejé retrocediendo unos cuentos pasos.
—El tiempo se va y no regresa, dime, qué es lo que necesitas decirme.
—Mamá no me dejó tener los documentos que le pedí, ella prácticamente se volvió loca.
—¿Por qué no tienes tú esos documentos si eres mayor de edad? —se secó un poco de sudor de la frente con la mano.
—No vi la necesidad de tenerlo, para qué voy a querer tener conmigo algo que me recuerda lo que es evidente.
—Bien, hagamos otra cosa, ve a este lugar —dijo mientras texteaba en su celular hacia mi bandeja de entrada —aquí trabaja una excompañera mía, es una chica muy profesional, y dile que revise su correo. Dile que yo te mencioné que iba a enviar en un correo a ella una orden de examen, es una especie de test que debes responder, me imagino que ya lo has respondido antes.
—Sí, lo he hecho, bien, ¿con eso puedes hacerme una persona estable?
—No, no puedo, pero puedo saber un poco más de ti y ayudarte a ver las cosas desde una perspectiva mejor pequeña Halley. Por ahora estoy bastante ocupado, llámame en cuanto tengas el informe del resultado —retrocedió él.
—¡Bien!
Ya estaba por acostumbrarme, pero seguía siendo molesto, no estaba acostumbrada a ese tipo de trato, o tal vez sí pero solo de parte de mi hermano.
Así fue como ya estaba lista para volver a casa, había pensado en que quizás debía aprovechar ese momento para ir a la consulta de la supuesta amiga de Eduardo, pero estaba tan inmiscuido en sus propios asuntos que asumí que era obvio que debía terminar con ellos antes de enviar el famoso correo para advertirle de mi presencia.
Así fue como llegué a casa e hice todo lo que tenía presupuestado desde un principio, pero me seguía dando vuelta por la cabeza la forma de actuar de mamá. No parecía una persona normal, sobre todo con sus antecedentes. Sentí algo de escalofríos mientras seguía inserta en mis pensamientos al mismo tiempo que tomaba una ducha fría. Cuando terminé con mi rutina de relajación decidí tomar el celular y marcar al celular de papá, pensé que de seguro él tendría más información sobre lo que estaba pasando con ella.
Marqué durante un par de minutos, hasta que finalmente respondió al tercer intento, típico de padres potencialmente sordos en el futuro.
—Hija, perdón por no poder contestar antes, estaba en una reunión online con unos chinos.
—No te preocupes, lo entiendo, ¿cómo estás? —quise saber.
—Estoy bien mi niña, un poco afiebrado por un resfrío que agarré por dormirme con mis pocos pelos mojados, pero fuera de eso estoy muy bien, ¿y tú?
—Deberías comprar unas pastillas en la farmacia de las que sueles tomar cuando te da gripe, eso te va a aliviar un poco, ¿quieres que llame a Javier para que las lleve?, ¿sigues en el trabajo?
—No, tu hermano tuvo trabajo online hoy, ¿sabes dónde se ha estado quedando?, el mocoso no me ha querido decir, no seas como él Halley, nunca pierdas tu calidez.
—Sí, se queda en el edificio de la esquina, está bien, no te tienes que preocupar por él, nos visitamos mutuamente de vez en cuando —mentí sin escrúpulos ni culpa.
—Me alegro entonces hija.
—Sí, papá, quería hablarte del estado de mamá, ¿te has dado cuenta de que actúa un poco extraño últimamente?, como si estuviese un poco no sé... ida.
—Sí, creo que le ha impacto muy fuerte tener a sus dos hijos fuera de casa, le cuesta aceptarlo.
—Hoy fui a visitarla para pedirle mis antecedentes médicos psiquiátricos, pero ella simplemente se negó y me prohibió atenderme en otro lugar porque le da miedo que se sepa mi "condición".
—Ya sabes cómo es, al final terminará cediendo, solo dale un poco más de tiempo, necesita organizar sus ideas. Su sensibilidad no le permite superar los sentimientos rápidamente.
—Tienes razón, solo la dejaré, por cierto, gracias por apoyarme el querer salir de casa, lo valoro mucho, en este tiempo me he estado sintiendo un poco menos asfixiada, como si yo pudiese ser otra persona.
—Tú puedes ser la persona que desees, no deberías limitarte nunca, ya tuviste la edad para ser lo que los otros querían que fueras, ahora encuéntrate a ti misma y date cuenta de quién siempre has sido.
—Eso es como un trabalenguas —reí a propósito.
—Entonces destrábalo, hija, pero quiero decir en resumen que las otras personas siempre ven como un monstruo a quienes piensan diferente, eso es verdad, ni yo lo puedo negar, pero solo lo ven como un monstruo porque están acostumbrado a una cosa. Si en el mundo hubiesen más monstruos que humanos, los humanos serían solo carnada perseguible, en cambio un monstruo sería glorificados; y por eso siempre harán lo que puedan para hacerle creer que no tiene suficiente potencial.
—Nunca conocí a un padre que comparara a su hija con un monstruo —le dejé saber.
—Tú no eres el monstruo, tu solo eres Halley.
—¿Entonces?, no estoy entendiendo nada.
—Te crees muy inteligente —carcajeó a través del móvil—; además, los monstruos son tus miedos Halley, los que te hacen actuar de la forma en que sueles actuar, son tus miedos los que provocan tus acciones, y tus acciones son brillantes.
—Eres sabio.
—Lo soy. Cuídate, pronto me iré a casa, intentaré hablar con tu madre sobre cómo se ha sentido, quizás eso la ayude.
—Bien papá, pienso lo mismo.
—Nos vemos pronto hija, saluda a tu hermano si lo ves por ahí.
Cortamos la llamada, y sentí que realmente estaba bajo las alas de un cálido padre, tenía suerte pensé. Y un poco más tranquila, me dormí.
"Aquí inició todo. Quizás aquella noche... yo simplemente no debí haber despertado. Desee haber muerto en el sueño como muchas otras personas lo habían hecho; porque aquí inició el dolor. Lo que evendría después marcaba un antes y un después en la vida de la gente que apreciaba, y sobre todo en la mía. Porque yo, era, y siempre sería una asesina".
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Desapropiados
Roman d'amourHalley es una joven de veintidós años perteneciente a una de las familias más acomodadas de Derfel. Creció con lujos y con una vida perfectamente planificada, pero todo se derrumba cuando descubre que no tiene ningún vínculo sanguíneo con su supuest...