Salimos sigilosamente del departamento y tomamos el ascensor hasta el primer piso, pero no había ningún policía como había descrito Eduardo, es decir, si estaban, pero no estaban atentos a quien entraba y a quien salía del edificio. Debí preocuparme menos por eso, la policía de mi país no era tan seria, así que salimos sin problemas y sin ser controladas. Fuimos hasta el estacionamiento y recién en ese momento llamamos la atención de un uniformado que se comunicó por la radio con otra persona, pero ya era muy tarde, salí rápidamente del estacionamiento con el auto de Javier, de seguro ellos habían salido en el de Eduardo.
Conduje a toda velocidad hasta el pequeño departamento de Mayk y dejé a Roth fuera, él no la reconocería, pero confiaba en que ella podría hacerlo entrar en razón en el contexto adecuado para la situación.
Restregué mis ojos y nuevamente puse el vehículo en marcha hasta la comisaría donde trabajaba Eduardo y su papá, no sabía cómo enfrentarlo y explicarle la situación, pero sabía que él había sido un buen padre para Eduardo, y esa era suficiente razón para confiar en él.
Rápidamente me introduje en la comisaría intentando divisar al comisario, pero en vez de eso sin meditarlo a las primeras personas que vi fueron a Eduardo y a Javier.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Eduardo.
—No puedes soltar una bomba frente a mí y desaparecer así de la nada —dije mientras lo abrazaba.
—Perdóname por no encontrarte antes, perdóname —me apretó fuertemente ante las miradas de su padre y los policías.
—¿Por qué no podía salir del edificio?
—Porque están buscando a la psicópata de tu madre adoptiva por el asesinato de tu padre, y ella no está en ninguna parte, es una mujer peligrosa ahora.
—¿Cómo saben que fue ella? —pregunté.
—Tu padre dejó un recado en el buzón de voz de la policía minutos antes de colapsar.
—Podrás escucharlo en unos minutos, espera —dijo Eduardo sin soltarme.
—Perdóname, debo ir fuera un segundo.
Javier me miraba con tanta tristeza que podía sentir su sentimiento, tanto así que comenzó a apartarse poco a poco del lugar.
—¿Vas a hablar con él? —preguntó Eduardo señalando a Javier con la mirada.
—Tengo que aclararle algo.
—Confío en él, es mi amigo —dijo a medio sonreír.
—¿Cómo descubrieron que tú eras mi hermano?
—Fue la última vez que te visité en el departamento, él después fue tras de mi a exigirme que te cuidara si iba a estar detrás de ti, supongo que fue una bendición, pero a decir verdad nunca te había visto como mujer, solo como una paciente que necesitaba ayuda. Después de conversar nos emborrachamos un poco y comenzamos a soltar verdades sobre nuestros pasados, y así terminamos descubriendo todo, estábamos buscando la forma de decírtelo, pero no sabíamos cómo o si te haría muy mal. Cuando nos dimos cuenta fue tan fuerte el impacto que la borrachera nos abandonó inmediatamente.
—Pero tú conoces a la mamá de Javier, ¿por qué nunca te diste cuenta de que era ella la mujer que nos secuestró?
—Porque no la puedo recordar con claridad, fue tan traumático que tampoco recuerdo la cara del hombre —agachó la cabeza.
—Espero que la puedan encontrar pronto, por ahora iré a hablar con Javier antes de que huya de mí para siempre, avísame cuando podamos acceder al audio.
—Halley —me interrumpió la voz del comisario—, lamento mucho por lo que han pasado. Crie a tu hermano lo mejor que pude, puedo notar su fuerte lazo, aunque no lo recuerdes desde tu infancia. Ahora has perdido a tu familia adoptiva, pero deseo que sepas que puedes venir a casa en cualquier momento, puedes ser una hija más para mí también.
—Gracias por sus palabras, lo único que puedo hacer es seguir agradeciendo por salvarle la vida —le dije mientras me recomponía.
—Creo que tu hermano también me salvó la vida a mí, cuando él llegó me sentí bendecido —insistió.
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Desapropiados
RomanceHalley es una joven de veintidós años perteneciente a una de las familias más acomodadas de Derfel. Creció con lujos y con una vida perfectamente planificada, pero todo se derrumba cuando descubre que no tiene ningún vínculo sanguíneo con su supuest...