Mientras tanto... ¿qué había sido de Zuhé todos esos años? María José no lo recordaba y desconocía que la causa de su felicidad era el pacto aciago que una vez él aceptó por ella.
Los muchachos compartían un modesto apartamento en Caracas donde cada uno tenía su propia habitación, sin embargo añoraban su hogar en la Colonia y no podían esperar las vacaciones para regresar. María José iba todos los fines de semana pues se congregaba en una iglesia de la Colonia cada domingo, mientras que Gregory y Camila esperaban al cierre de semestre para volver.
—Olviden el proyecto, vamos a pasarla bien —le reveló a sus alumnos—, haremos una excursión a La Laguna Negra —sonrió— en el parque Sierra Nevada. ¿Qué les parece?
María José se quedó atónita en su pupitre. De todas las maravillas naturales de Venezuela el profesor había elegido la Sierra Nevada, el lugar donde desapareció treinta días y despertó una noche sin memoria. Culpaba al parque de su tragedia, del estado vegetal en el que había quedado su madre, de haber causado tanto sufrimiento y confusión en su vida y se encontró ahogada de miedo. Los aplausos de sus compañeros de clase le parecieron distantes al recordar esa triste niñez que se había esforzado por confinar en el olvido. Acudieron a su mente imágenes difusas de una colina, de una fuente de piedras, de un niño que no podía reconocer, imágenes acompañadas de fuertes puntadas en la cabeza.
Gritó ofuscada por el dolor y acallaron los aplausos, al verse rodeada de tantas miradas sintió vergüenza y se esfumaron los efímeros recuerdos. Entonces, sin acabar de reponerse, metió sus cuadernos en la cartera de fieltro y se marchó del salón sin dar explicaciones.
Estaba mareada y un leve pitido resonaba en sus tímpanos mientras atravesaba el pasillo lleno de estudiantes, encontró a Camila entre todos ellos, con su franela rosa de protégete contra el sida y una bolsa de preservativos en su mano derecha que estaba repartiendo a la vez que daba recomendaciones para prevenir el virus.
Al ver a su hermana caminando a trompicones, Camila se le acercó y le preguntó qué le pasaba. Ella no pudo responderle, se le trababan las palabras y estaba a punto de llorar. Camila la llevó a un aula en la que momentos antes había tenido su reunión con el grupo de prevención del sida, debía estar vacía por lo que quedaba de hora, pero se toparon con el sorprendido Gregory que besaba apasionadamente a una chica morena.
La furtiva pareja se separó apenada y la chica salió corriendo, mientras que Gregory al notar que eran sus amigas quienes lo habían descubierto se echó a reír a carcajadas.
—Espero que con esta sí te vayas a enseriar —le recomendó Camila con los brazos cruzados.
—¿Y negarle a las chicas de la facu un poco de Gregory? —respondió en tono burlón. La pubertad había sido amable con él y el sobrepeso de su niñez había quedado en el pasado—. ¿Qué clase de mal hombre crees que soy?
—Eres un idiota —se le acercó y le entregó la bolsa entera de preservativos—. Toma, los necesitas. Aunque tal vez ya sea muy tarde.
Gregory rió más fuerte y se detuvo al ver la actitud nerviosa de María José.
—¿Estás bien?
—Obviamente no está bien, bruto. Mari, respira, ¿qué te pasó?
María José se sintió más calmada y les explicó lo que había ocurrido en su clase de derecho ambiental, les habló del pánico que tenía de regresar al parque Sierra Nevada y terminó afirmando que se quedaría en la seguridad de su hogar, donde no había nada qué temer.
—No puedes escapar para siempre de tus miedos, Mari —le aconsejó Camila—. ¿Recuerdas cuando le tenías miedo a los caballos? No huiste para siempre, lo enfrentaste y ahora hasta sabes jinetear —se quedó un rato pensativa y después dijo: irás al paseo, y nosotros iremos contigo. Será como uno de esos paseos que hacemos juntos y disfrutamos tanto.
Gregory asintió con la cabeza automáticamente, pero no captó la idea sino varios segundos después.
—¿Iremos? —Preguntó incrédulo—. Es un viaje para los alumnos de leyes, no creo que nos dejen ir.
—Todo el mundo conoce a Villarreal —aseguró Camila como si estuviera hablando con un tonto—. Espera a que le ofrezca un whisky de los que vendemos en el hotel para que veas como nos asigna asientos de primera fila y se olvida que somos alumnos de otra facultad —miró con pena a María José que se esforzaba por respirar pausadamente y recuperar la compostura—. Disfrutaremos el paseo, Mari. Nada malo va a ocurrir.
—¿Cuándo salimos de viaje? —Preguntó Gregory.
—Justo el día después de mi cumpleaños —respondió María José. Cuando se cumplen diez años de la tragedia. Pensó para sus adentros.
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Lagunas y Demonios
FantastikEn los alrededores del parque Sierra Nevada alguien desaparece cada diez años. Los habitantes de la región atribuyen dicho fenómeno a los Cabruncos, encantos de las lagunas capaces de atraerte a ellos y hacerte perder la razón para siempre. Algo así...