Emociones sin definir.

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Al día siguiente cuando despertó obviamente vio que la actriz ya no estaba, aunque si que dolía su cabeza, le pareció raro cuando vio que no estaba ni quiera el vaso que recordaba haber dejado en la mesita de en medio. De hecho, parecía que nada había pasado ahí, encontró su bolsa y abrigo colgados en el perchero de la entrada, mientras que sus llaves estaban junto al teléfono, todo perfectamente acomodado, decidió ignorar aquello y fue hasta la cocina para tomar una pastilla y algo de agua.

Pasó un rato más acostada luego de aquello, necesitaba recuperarse físicamente, se sentía totalmente agotada. Su mañana fue tranquila, hasta que recibió una llamada de su amiga, Daniela Castro, quien la invita a comer junto a Alberto y Daniela, aceptó encantada y quedaron de verse en el lugar a cierta hora.

Pensó casi de inmediato en invitar a Verónica, después de lo sucedido ahora su necesidad de verle había aumentado, pero cuando la llamó contestó la empleada y le aseguro que no estaba, por lo que aquella tarde solo asistió con sus amigos. Rieron al recordar la noche anterior, Daniela le entregó los regalos que había guardado en su coche y recordaron como es que se habían ido del lugar, por otra parte, Alberto estuvo muy insistente con querer saber a dónde había ido con la actriz luego de la fiesta, ella le contó lo sucedido, claro que sin mencionar nada del beso.

Los días pasaron rápidamente después de todo aquello, Ana había comenzado a sentirse culpable y llena de remordimiento cuando vio algunas noticias en revistas sobre la relación de Verónica con, su ex compañero de trabajo, Guillermo Capetillo, por lo que en todos esos días que restaban del mes no la llamó siquiera, siempre le rondaban los pensamientos de si la actriz pasaba por lo mismo, si ella se estaba cuestionando todo lo sucedido e incluso sintiéndose mal por faltar a su actual relación.

En fin, su cabeza era un desastre, solamente tuvo algo de paz cuando pasó las fechas decembrinas de celebración junto a su familia, después de aquello sabia que tenia que volver a trabajar, pero aun sentía la necesidad de tener que hablar con Verónica, necesitaba por lo menos escuchar algo de ella.

1989

Un nuevo año fue recibido, Ana, ya de vuelta en su casa a finales de febrero y teniendo un poco más de tiempo, decidió que era tiempo de verse con la actriz, había visto hace un par de semanas sobre el rompimiento con Guillermo y eso le causó una extraña sensación de alivio, nuevamente la llamó, pero no volvió a encontrarla, por lo que decidió esperar un par de días más antes de ir a buscarla directamente a su casa, por alguna razón tenia el presentimiento de que Verónica solamente la estaba evitando, así que ahí no tendría escapatoria.

Estacionó su auto donde siempre y bajó dirigiéndose inmediatamente a la puerta de la casa, tocó el timbre un par de veces antes de escuchar pasos y después encontrarse con Cristian quien sonrió apenas la vio.

—¡Ana! Que gusto verte. — dijo el chico entusiasmado.

—Hola, Cristian. — saludó alegre también.

—Yo iba de salida. — explicó. —¿Buscas a mamá?

Ana asintió.

—Hace mucho no los visitaba y estaba cerca así que...

—No tienes que explicar. — le aseguró el chico con una sonrisa. —Pasa, yo le avisaré que estás aquí.

La cantante entró junto con él hasta la sala, donde ella se quedó ahí parada viendo solamente como el chico se dirigía a las escaleras, pasaron un par de minutos y lo vio bajando nuevamente con prisa.

—Ya baja. — avisó apenas llegó junto a ella. —Yo tengo que irme, pero fue lindo verte, nos vemos.

Cristian se despidió de ella con un beso en cada mejilla como usual y prácticamente corrió hasta la puerta que luego de unos pocos segundos se escuchó cerrarse.

Como la luna y el solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora