Al final.

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Fue mala señal cuando quien abrió la puerta fue una empleada y no Verónica, aunque no se alarmó al pensar que quizá era por seguridad.

La mujer simplemente le dijo que la actriz estaba en su habitación y que ahí estaba casi todo el día.

Finalmente, frente a la puerta de la habitación tocó un par de veces sin pensárselo, estaba preocupada genuinamente, la mujer que le abrió la puerta no la tranquilizó para nada. No se escuchaba ni un solo ruido dentro, pensó que estaría dormida.

—Estoy bien.

La escuchó gritar desde dentro, suponiendo que era alguna empleada.

—Verónica.

Hubo unos segundos de silencio antes de que escuchase pasos acercándose a la puerta con prisa, la puerta se abrió de inmediato mostrando a la actriz sorprendida y confundida.

—¿Qué haces aquí?

—Un gusto verte también.

—Lo siento. — bajó la mirada apenada. —Solo que no te esperaba.

—Tuve algo de tiempo libre. — mentira, pero eso ella no lo sabía. —Espero hayas recibido mi carta.

Los ojos verdes de la mujer volvieron a posarse sobre ella y asintió, tal vez intentaba decirle algo, pero no lo entendió.

—¿Quieres hablar?

—¿Sobre qué? — desvió el tema a la vez que se dio media vuelta para volver a su cama.

—Sobre lo que sucede, lo que te dije en la carta. — explicaba mientras avanzaba dentro de la habitación siguiéndola. —¿No la leíste?

—Claro que sí.

—¿Entonces?

—Dejaste todo claro en la carta, y por supuesto que no eres culpable de todo esto.

Finalmente le dio la cara deteniéndose antes de dejarse caer en la cama nuevamente.

—Ninguna es culpable. — aclaró, le había costado entenderlo y sabía perfecto que ella ni siquiera lo tomaba en cuenta.

—Insistí demasiado.

—¿Y te arrepientes?

Guardó silencio ante el tono crudo con el que se dirigió a ella.

—Sabes que no.

—Yo tampoco, no me arrepiento de ese momento ni de ningún otro, entonces no podemos ser culpables de algo que ya sucedió.

—Te deslindaste de todo. — dijo con cierto tono de reclamo al recordar las palabras de la carta.

Ana negó.

—No es así, simplemente no soy yo quien debe decidir qué hacer, nunca fui yo, no pensé que...

—Que ahora tengas toda una vida distinta no te hace menos responsable que a mí. — interrumpió.

—Verónica nunca dije eso.

Y la actriz solo se soltó a llorar sin poder contenerse más, creía que la dichosa carta sería todo lo que obtendría de Ana ante todo esto, tenerla ahora frente a ella le traía de vuelta todos esos recuerdos y palabras.

Ana por mera inercia la abrazó sin pensarlo, sonrió ligeramente al pensar que esa costumbre nunca la abandonaría.

—Todo va a estar bien, hallaremos una solución. — susurró en su oído mientras acariciaba su cabello en medio del abrazo. —Pero debes estar bien, necesitamos que estes bien.

Como la luna y el solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora