TRES

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Me tardo unos segundos más de lo habitual para mirarme al espejo. El pelo rubio me hace una persona totalmente distinta, es como si fuese el disfraz perfecto para ocultar algo que no quiere ser ocultado. Me paro frente a sus narices siendo la burla perfecta para ellos sin que sean capaces de ver lo que esconden mis ojos. Con solo verlos bien, la mentira se cae inmediatamente. Es imposible no ver detrás de mis ojos avellana el fuego que arde en ellos, el producto de unas brasas a punto de hacer erupción. Dejando mis ojos de lado bajo mi vista hacia mi cuello y al inicio de mi remera, bajo ella está el único recuerdo que me ata a mi pasado,un collar.

Nunca fui capaz de sacármelo. Ni siquiera sé el porqué.

El tiempo que estuve con Weylin nunca me anime a contarle su significado. Es una parte de mi pasado que no estoy destinada a soltar y no puedo saber bien a que es a lo que me quiero aferrar. Ya nada de eso existe. Nunca más lo volví a ver, ni siquiera sé si está vivo Y, estoy segura de que le debe dar asco compartir algo con la gente de esta ciudad. Conmigo.
Porque eso fue lo que le enseñaron, lo que les enseñan a todos.

Si viera en lo que me convertí...nada de esa pequeña niña existe ya.
Llevo una de mis manos al collar que rodea mi cuello, lo sacó de debajo de la remera y toco el frío metal que hay en él.

Tal vez una parte de mí se aferra a aquella vida diferente que pudiese haber tenido. A la cara de ese nene que no puedo olvidar...
Cuando pasaron un par de años de mi llegada a este lugar intenté buscarlo, recorrí calles en la oscuridad de la noche tratando de ver a cada hombre que pasaba a mi alrededor para ver si era él, pero después de que casi me atraparan y varios intentos,me di por vencida. Pude darme cuenta que ya nunca nos volveríamos a ver y que solamente quedarían los recuerdos y este collar, que por ahora eso es algo que nadie me puede sacar.

Unos tres golpes en la puerta me sobresaltan, el ruido de una voz detrás de ella me confirma que ya están acá. Ya llegaron.

Guardo el collar nuevamente debajo de mi remera, compruebo que cada pelo de mi cabello esté cubierto por la peluca y antes de salir tomo una de las dagas que guardo debajo del colchón y me la coloco oculta en la cintura entre mi piel y el pantalón de cuero que termino de cubrir debajo de mi musculosa blanca y tomó otra daga más pequeña que la guardo en mi bota derecha. Nunca se sabe cuándo se puede desatar una guerra, cualquier momento es oportuno para las personas iniciar una y yo no quiero estar desprevenida. Nunca.
Me encamino rápidamente al gran comedor donde ya habían instalado el escenario para recibir a la realeza. El lugar está tan lleno que me cuesta respirar, logro distinguir a mis hermanas entre la multitud y me pongo junto a ellas.

-Hola- me dicen al mismo tiempo.

Sus miradas me invaden como si fueran una ola que busca arrasar con todo a su paso. Les devuelvo el saludo con la cabeza y trato de fingir que estoy tranquila.

-Date vuelta que tengo que ver que te la hayas puesto bien- me dice Reynn mientras giro sobre mi misma y me acomoda un poco la peluca en mi cabeza.

Ya todos están acostumbrados a ella así que no hay nadie a quien le asombre. Si bien la mayoría no están enterados del asunto no hacen preguntas.

-Yo vigilo- comenta Lura inspeccionando a nuestro alrededor para que ningún guardia nos tome por sorpresa y piense que estamos haciendo algo sospechoso. Después de unos segundos Reynn termina y le agradezco con gesto de cabeza.

Están asustadas, pero no quieren que lo note.

Siempre están preparadas para el día que vengan a capturarme porque ya les dije un montón de veces que lo estén pero es una de las grandes mentiras que nos decimos todos los días, nunca van a estar preparadas para ese momento.

Una Ciudad De Polvo y Huesos [1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora