Una Ciudad De Polvo y Huesos [1]

ONCE

Mis pies descalzos tocaron el frío suelo de cerámica. Es raro caminar por ellos, no hay una gota de polvo que los manche. Su pulcritud y la poca luz reflejan mi rostro con cada paso que doy. Ya habían pasado dos horas y todo seguía subsumido en un gran silencio. Llegué hasta la puerta y la empecé a abrir lentamente como si mi vida dependiera de ello. Al hacerlo me aseguré de que todos a mí alrededor estuvieran dormidos y salí hacia la oscuridad del pasillo. Dos guardias estaban sentados y dormían plácidamente en el otro extremo de este. No creo que estén muy acostumbrados a que alguien los ataque en su casa y menos en un lugar rodeado de guerreros. Nunca se imaginaron que alguien como yo pudiese pisar este lugar. Me apresuré a caminar de forma rápida pero sigilosa. Traté de controlar mi respiración y de aguantarla mientras pasaba junto a ellos.

No puede ser tan fácil.

Empecé a subir los escalones que me llevaban al cuarto piso, al llegar hay otro pequeño pasillo. Este contiene unos tapices a los costados en sus paredes con una foto de la familia real y dos mesitas de madera haciendo juego. A su vez da a...una gran puerta de metal totalmente cerrada. Tiene un código de seguridad al costado de ella.

-Mierda- susurre. Que imbécil tendría que haberlo previsto.

Me empecé a desesperar, estoy perdiendo mi tiempo.
Camine de un lado a otro hasta que alce mi cabeza y pude observar un ducto de ventilación justo encima mío. Es demasiado alto para poder llegar hasta ahí por mi cuenta. Unas voces provenientes de varios escalones abajo me saca de mis pensamientos.
Están subiendo para acá. Viene alguien.

Sin tener a otro lugar donde ir me escondí detrás de uno de los tapices, rogando que esté demasiado oscuro para que sepan que estoy ahí. Las voces de dos hombres se detuvieron a solo unos centímetros de mí.

-La chica que mató a Krys es la misma que estamos buscando. Es la que tiene captura – Dijo uno de ellos-

-Debimos imaginarlo, es una zorra.

-Cuando lo sepa Efraín la va a querer buscar el mismo. Ya no confía en el trabajo de su hijo.

-Seguramente, aunque ahora está bastante ocupado con los recientes descubrimientos. Parece que el tratamiento funciona.

-Asi escuche, los gemelos estuvieron hace un rato por acá.

-Dicen que las negociaciones vienen bien.
Se escuchó el pitido de la puerta abrirse y las voces se perdieron detrás de la puerta.

¿Qué hacían Dane y Dacian a estas horas de la noche?, ¿Qué negociaciones? , ¿Tratamiento? Sea lo que sea que les hagan o lo que está pasando acá no es nada bueno. ¿Dónde carajos tienen a mi hermana? ¿Qué le están haciendo?

Salí de mi escondite y busqué algo del pasillo que me ayudara a subir hasta la rejilla. Agarré una de las mesitas de madera y me ayudé con ella. No es tan alto pero va a bastar para que pueda subir. Rogando que no pase nadie más por estos pasillos logré subirme al ducto. Es tan estrecho que pude ingresar a él casi por milagro. Un poco más y no entraba. Atravesé este mismo por unos minutos hasta que tenía una salida del otro lado de la puerta.
Abrí la rejilla y me dejé caer hacia el frío suelo, me detuve un momento para observar la puerta metálica detrás de mí y continúe mi paso de la forma más sigilosa posible. Me aseguré de tener a mano mi daga de la pierna y empecé a inspeccionar el lugar.

-¿Lura?- mi susurro se perdió en el pasillo y nadie contestó. No hay nadie.

Varias habitaciones se abren paso por los costados del mismo, este tiene las paredes en un tono color plateado y cada puerta tiene un nombre. Los nombres de los guardias. Cada una indica a quién le pertenece.
Continúe atravesando este mismo hasta que otra puerta metálica se abría paso delante de mí. Esta es distinta a la otra. No tiene un código sino un lector de huellas. Y esta vez no hay ninguna reja sobre mi cabeza.
Mierda. Trate de empujarla, poner mi huella, ver si podía observar algo en su interior pero nada. Las opciones y el tiempo se me están agotando.