Una Ciudad De Polvo y Huesos [1]

TREINTA Y TRES

Mis muñecas me duelen por dejar que el peso de unas cadenas vuelvan a estar en ellas. Me trajeron a una habitación del castillo esta vez y no a la fría celda de antes. Vino una de las sirvientas y me obligó a desvestirme. Me resistí pero fue en vano. Me desnudé y me llevó hacia una gran tina donde empezó a refregar la mugre de mi piel. Luego me envolvió en una bata y me dejó sola. Al rato apareció otra sirvienta distinta para vestirme y peinarme. Me puso un vestido ajustado que en la parte superior tiene un corsé bordado con rosas doradas y luego la falda hace juego con el color de ellas llegando ésta por debajo de mis pies.

Un regalo de Weylin, dijo una de ellas.

Me cepillaron el pelo y me colocaron una hebilla dorada en la nuca. Me obligaron a mirarme al espejo y al verme me sentí como una princesa. Quise reírme, lo único que soy es un muñeco que está apunto de ser exhibido al mundo como un nuevo juguete favorito.
Todo en mí está perfectamente ordenado y en armonía, lo único que no encaja son las esposas que atan mis muñecas. O, mi alma.

Una vez que me dejaron perfecta, cerraron la puerta con llave y me obligaron a esperar adentro. Todas mis pertenencias me fueron sacadas y me dejaron desprotegida, como creía que iban a hacer.
Me duele pensar en mis acciones, pero sé que es lo correcto. Se que lo hago por mi familia. Se que todo lo que hago nace del amor. Un amor incomprensible, lo que yo entiendo que significa, construido por gratitud, esfuerzo y protección hacia mi familia. Espero que me entiendan, algún día.

Unos golpes en la puerta me obligan a ponerme en alerta mientras me levanto del borde de la cama, ésta se abre en el mismo momento y deja ver a Weylin completamente alistado con un traje que hace juego con mi vestido. Él está listo para escoltarme hacia la ceremonia.
Hacia mi muerte

-Espero que te haya gustado mi regalo, se que a Lura le encantaría- me dice mientras toma uno de mis brazos y nos obliga a caminar por los pasillos mientras varios guardias nos siguen por detrás. No le contesto pero aun así sigue hablando

- Esta es la mejor decisión que tomaste, pensa que Lion ahora va a poder tener una vida como la que se merece- baja la voz y me susurra al odio- Ahora, nosotros podemos tener la vida que nos merecemos. Sabía que ibas a tomar la decisión correcta.

Desvié mi mirada y no le contesté, aun así eso provocó que una sonrisa ganadora saliera de su rostro.
Llegamos a un gran salón donde Efrain y los gemelos nos estaban esperando mientras tomaban una bebida. Al entrar me observaron con cierto brillo de triunfo en sus ojos pero no dejé que así fuera, mantuve bien alta mi cabeza.

-Que hermoso monstruo- dice Dacian- ¿Nunca pensaste en arreglarte?, el dorado resalta tus...atributos- sonríe y toma un sorbo del contenido de su vaso.

-Hubieses sido un lindo partido para mi hijo, que lastima que siempre estuviste condenada- Efrain levanta su vaso a modo de brindis y bebe imitando a Dacian. Al ver a Weylin se acerca a él y le da un apretón en su hombro. Weylin le devuelve el gesto con un leve movimiento de cabeza.

Me detuve al ver ese acto, al ver sus manos apretando el vaso. Me detuve a pensar cuantas veces ellas fueron responsables del dolor de su hijo.

Intento contenerme para no perjudicar el plan, respiro hondo y calmo el fuego que corre dentro de mí.
Murmullos y gritos se escuchan a unos cuantos metros de nosotros, bajo la calle. Toda la ciudad está esperando la coronación, todos están esperando que salgamos a ese balcón.

-¿Dónde está mi familia?- digo

Dane hace un gesto de repulsión mientras le pide a una sirvienta que le acomode los lazos de su vestido.

-Como lo prometi, tu familia ya fue soltada- me dice Weylin- Wratt, Lion y tu hermana deben de estar abajo entre la multitud libre para irse cuando quieran.