KILLIAN

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Nada a mi alrededor me importa, solo puedo mirarla.
Las palabras de mi padre me dejaron tan abrumado que no llegué a tiempo.
No reaccioné cuando tenía que hacerlo y esto es mi culpa.
Es mi culpa por dejarla ir, es mi culpa por no cuidarla como tendría que haberlo hecho, como se lo había prometido hace diez años.
Tengo a la persona más importante de mi vida frente de mi y no puedo hacer nada para evitar perderla. Nada.
Empecé a correr hacia ella pero fue demasiado tarde.

Corrí como si de alguna forma pudiese evitar que esa bala impactara en su delicado cuerpo, como si pudiese detener el tiempo y volver a donde algo parecido a la felicidad y la paz existían.
Esta hermosa, pienso

Esta tan hermosa que brilla por sobre las demás personas de ese maldito balcón. Ella es la verdadera reina de todo este lugar hecho pedazos. No ellos, no mi padre, no Weylin.
Corrí cuando sentí el disparo. Lo seguí haciendo a pesar de sus intentos estúpidos de querer alejarme de ahí.

Corri el tiempo suficiente para verla desplomarse en el suelo y con ello, mi vida entera.
Corrí para tomar con mi mente un último recuerdo de todos los momentos que tuve con ella, de cómo me salvó aquel día encontrándome en ese closet y de cómo lo hacía día a día cada vez que la escuchaba respirar. Odio su valentía, odio su estúpidamente coraje que la llevó a alejarse. Que la llevó a salvarme, una vez más. Corrí hasta que ya no pude hacerlo más.

Corrí hasta que los gritos empezaron.
Corrí hasta que un ruido arrasador se apoderó del lugar y me lanzó lejos.
Corrí hasta que todo se volvio negro y ya no pude sentir, odiar, amar, enojarme o gritar.
Corrí hasta que todo a mi alrededor se volvió sangre y ruinas.
Corrí hasta que sentí a la muerte llegar por mí.

Una Ciudad De Polvo y Huesos [1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora