TREINTA Y DOS

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El pitido de mis oídos tarda un poco más de lo normal en desaparecer, mis pasos son firmes y rápidos entre la poca visión que tengo, pero me aferro fuertemente a la mano que me guía.
Definitivamente esa bomba de humo alteró demasiado las cosas, tenemos que apurarnos si queremos llegar a cumplir con nuestra misión.

El viento terminó de dispersar el humo y más guardias empezaron a inundar las calles. Comenzaron a acorralar a la gente en las esquinas, al cabo de unos segundos ya casi no queda nadie a quien ellos no hayan pedido revisar para ver de dónde o de quien había salido esa distracción. Nosotros en ningún momento frenamos nuestro andar, ya casi nos encontrábamos a solo unos metros de la ventana. Habíamos conseguido traer entre nuestras cosas una cuerda para ser más fácil y rápido el acceso por aquella.

-Es acá- susurra Bastián al grupo.

Miramos a nuestro alrededor para comprobar que no había nadie tan cerca y nos detuvimos justo debajo del ventanal.

-Tenemos que movernos rápido-les digo.

Los recuerdos de tener que volver a ver los cuerpos de todas esas personas todavía conectados a esas máquinas me duelen.

-La cuerda, rápido-Le exigió Killian a Guns, este procedió a sacarla aceleradamente de la mochila, luego se la entregó y él procedió a tirarla y a engancharla bien en ella.

-Listo, vamos- me hizo una seña para que sea la primera en subir.

El eco de unos pasos firmes y el silencio que inundó las calles nos hizo detener nuestro trabajo.

-¿Escuchan eso?

-Ya empezó...- dijo Liza mientras se pasa una mano por la cabeza.

A solo unos metros de distancia el sonido de una voz familiar se llevó toda mi atención. Avancé hacia allí rápidamente sin inspeccionar demasiado el alrededor, lo escucho a Killian llamarme y maldecir por lo bajo al ver que no me detengo. Llegué a la esquina de la calle al mismo momento en el que mis compañeros se detienen juntos detrás de mí. La voz volvió a hablar y tuvimos que levantar un poco la vista por sobre nuestras capuchas para poder entender bien lo que estaba pasando. Están los cuatro en el balcón del castillo.

Mucha gente empezó a amontonarse a nuestro alrededor esperando lo que sea que se estuviese a punto de revelar. Puedo sentir el miedo y el terror de la gente impregnando mi piel. Muchos de ellos ya son conscientes de la verdad, están esperando esto para ver de qué lado se van a inclinar. Para ver quien, definitivamente, está diciendo la verdad.
Dane y Dacian llevan sus respectivos trajes dorados de siempre y detrás de ellos Efraín y Weylin les siguen los pasos junto a varios guardias que los rodean. No puedo sacarles la mirada de encima, puedo sentir el fuego arder en mí, puedo lanzarles una daga directo al corazón y que se pudra todo a la mierda.
Muchos susurros de asombro por ver al líder de ciudad polvo y huesos con ellos se dejan correr por el viento.

"< ¿Por qué los príncipes salen en el nombre de sus padres>?"," < ¿Qué hace ese hombre junto a nuestros príncipes?>"

Yo ya sé esas respuestas. Espero que los que también las conocen se den cuenta de eso.

-¿¡Dónde están los reyes!?- preguntó alguien desde la multitud.

Un clima tenso se está empezando a formar a nuestro alrededor. Killian me dedicó una mirada rápida para que me percate y que esté en alerta. Asentí con la cabeza mientras le hago una seña con la mano a Bastián para que esté al tanto también. Dacian se adelantó un poco más y miró lentamente hacia la multitud. Tuve que agachar un poco la mirada.

-Hoy los hemos convocado a todos porque queremos comunicar una gran tragedia de la que fuimos parte

Todos se quedaron en total silencio. Incluso yo. ¿Qué tragedia?
Volvió a mirarnos de forma superior y trato de ocultar toda expresión de su rostro cuando volvió a hablar.

Una Ciudad De Polvo y Huesos [1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora