VEINTINUEVE

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Dejé que mis pies bailaran con el ritmo del viento mientras los despegaba de la superficie y me dejaba caer en sus brazos. Sentí como caía a un vacío sin final solo un segundo hasta que su calor me invadió de repente. Sus fuertes músculos me sostuvieron de forma firme haciendo que mis pies no toquen el suelo. Mis ojos conectaron con los suyos y nuestras narices estaban a solo unos centímetros de la otra.

-Haceme acordar que nunca más permita que te vayan sin mí- dijo

-Nunca más

Rodee los brazos por encima de su cabeza y lo atraje más hacia mi mientras lo apretaba con fuerza y nos fundíamos en un abrazo. Su característico olor a mentas invade mis fosas nasales y genera un pequeño alivio en mí. Está acá, es real. No es un sueño, aunque me cueste convencerme de aquello.

-Quiero saber a quién tengo que matar- gruñó mientras se separa un poco y mira la herida de mis muñecas

-Tengo mucho que contarte- dije como respuesta

-Yo también, pero no podemos hablar acá. Tenemos que escondernos. Mis fuerzas están luchando contra ellos del otro lado del castillo para desviar su atención pero no van a tardar mucho para que nos encuentren.

El sonido de Bastián aterrizó a nuestro lado desvió nuestra atención.
-Yo también esperaba caer en algunos fuertes brazos- dijo mientras se sacudía la tierra de sus pantalones- hola, por cierto.

Killian le dedicó una mirada asesina pero sé lo que está pensando

-Gracias por cuidarla

-Fue un placer, me gustaría dejar de hacerlo- comentó de forma sarcástica.

Rodee los ojos, esto no iba a llegar a ningún lado.

Me separé de Killian y nos hizo una señal para que lo siguiéramos. Caminamos pegamos a las casas tratando de evitar a todo persona que pasase por las calles los más que pudiésemos. Luego de varios minutos doblamos cerca de una oscura esquina y continuamos por unos minutos más hasta que nos detuvimos frente a una casa. Esta tiene la puerta color verde y las paredes de un bordo intenso. Lo observe tocar la puerta dos veces con el puño y luego de un segundo lo hizo de nuevo pero esta vez tres veces. Es alguna forma de código. Esperamos menos de un minuto y esta se abrió dejando a la vista a un señor bastante mayor.

-Pasen rápido- dijo mientras nos abría paso para que entráramos.

Al entrar inspeccione el lugar, no era más que una casa común y corriente. Tiene las paredes color madera, el piso es de una alfombra color bordo muy parecido al de la pared de afuera. Tiene una mesa de roble con varias sillas en el centro de la habitación y una pequeña separación al lado de ella que da vista a la cocina. Una mujer salió de ella mientras se limpiaba las manos con un trapo. Me dedicó una mirada curiosa y luego desvió la atención en los hombres que entraban conmigo mientras el otro señor cierra bien la puerta asegurándose que nadie nos haya seguido.

-Hola, soy Anis- dijo la mujer mientras se ponía al lado del hombre- Él es mi esposo Ed. Killian nos habló de ustedes, no tienen nada de qué preocuparse. Estamos de su lado, pueden quedarse el tiempo que necesiten para descansar.

-Me parece que tenemos que revisar esas heridas- dijo Ed mientras señala mis muñecas.
Me había olvidado por un momento del dolor que me causaban. Levanté mis brazos y las observé, estaba toda cubierta de sangre negra y no dejaba a la vista mi verdadero color de sangre, las vendas que me había puesto Bastián se habían pegado a mi piel en carne viva. No quería ni pensar en cuando tenga que deshacerme de ellas.

Estas dos personas son artífices y parecen bastante amables, si Killian confía en ellos eso me dice que yo también tengo que hacerlo. Tengo demasiadas preguntas rondando en la cabeza. ¿De dónde los conoce?

Una Ciudad De Polvo y Huesos [1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora