VEINTISIETE

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Siento unos murmullos lejanos pero cerca, no puedo comprender sus palabras. Intento concentrarme en lo que me dice pero no puedo. Intento abrir mis ojos pero no responden, nada de mi cuerpo lo hace. Siento unas manos que me abrazan y que me tocan el pelo. Siento como si me obligara a sentarme pero no reaccionó. Esta alucinación no me asusta, esta alucinación se siente bien.

-V, tenes que tomar esto si te queres poner bien. Verena...por favor, vamos.

Puedo reconocer esa voz pero me es inútil poder contestarle o esforzarme para hacerlo. Siento sus manos en mi boca a la vez que un líquido espeso me quema la garganta. Esto es totalmente asqueroso pero no puedo quejarme al respecto, intento alejarlo de mí pero es inútil, tiene más fuerza que yo. Quiero que se vaya, quiero decirle que me hace daño. Quiero preguntarle qué es lo que pasa, que es lo que me dio. Pero no tengo tiempo de nada, otra vez volví a caer en el abismo.

Tal vez ya estoy muerta. Tal vez me esté yendo directamente al infierno por todas las cosas que hice y que planeo hacer. La voz cercana ya no la escucho, ya no siento su calor en mí. Ahora todo lo que percibo es mucho frío, mucho frío y dolor. Un dolor fuerte que me quema las entrañas. Extraño el calor de Killian,la sonrisa de Reynn, pelear con Wratt, los abrazos de Lion y la alegría de Lura. Los necesito. Los necesito tanto...

Oscuridad.

Se hace presente rápidamente. Toda la oscuridad que veo...es mucha. Me invade de repente y no sé de dónde sale. Me rodea y se pega a mí, me come. Sube por mis pies hasta mi cuello. Me saborea lentamente hasta que ya no queda nada de mí a la vista. Me come y me lleva con ella cayendo en un profundo abismo sin fin nuevamente.

******
Unos brazos tironean de mí obligándome a abrir los ojos. Me quejo por eso.

-Por fin, estás viva...

Me cuesta concentrarme en donde estoy hasta que los recuerdos caen como gotas de lluvia en mi cabeza. Lo miro a los ojos y lo que veo en él me asusta. Tiene uno de sus ojos completamente morado y un nuevo corte que le atraviesa la mitad de la cara. Puedo ver reflejado en sus ojos el terror que lo consume.
No sé de donde saqué las fuerzas pero me abalance sobre él y lo abrace.

-Pensé que estabas muerta...no sabía si me habían dicho la verdad yo...-dice mientras me devuelve el abrazo.

Mi cuerpo agradece totalmente el calor que me trae su contacto. Ya no siento mis extremidades del frío que tengo.

-¿Qué pasó?- le digo mientras me obligo a mover cada parte de mi cuerpo examinando que no me falte ninguna al momento en que me separó de él y nos acomodamos hasta quedar ambos apoyados contra la pared. Al hacerlo me percato de que no lleva camisa, observó las muñecas y puedo ver en ellas dos grandes telas que las rodean. Bastián se había roto su ropa y me había tratado de curar las heridas. No pude darme cuenta nunca de eso, ¿Cuánto tiempo me dormí?

El pánico de la verdad me cayó como un balde de agua fría.

-Yo...yo te puse las vendas. Pensé que era la única y mejor forma de que no te desangres...

Mi sangre, vio el color de mi sangre.

-Perdón-digo mientras apoyo mi cabeza en su hombro- perdón por ocultarte la verdad. Debí de habértelo dicho, siempre confiaste en mí y yo no fui capaz de contárselo nunca a nadie. Tal vez si lo hubiese hecho hoy no estaríamos así.

Si hubiese conocido a la gente indicada, si el mundo no fuera tan injusto tal vez hubiese llegado al poder. Hubiese terminado con todo esto de una vez.

-No te eches la culpa, yo no sé qué hubiese hecho en tu lugar. No es un secreto tan ligero como para andar gritándolo a los cuatro vientos-dice mientras larga un suspiro- Estuve vario rato embobado mirando tus muñecas, nunca antes había visto tu color de sangre.-me mira a los ojos-Mi amiga es toda una reina, eso sí que es más difícil de asimilar- hace una pausa- ¿Killian lo sabe?

Una Ciudad De Polvo y Huesos [1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora