TREINTA Y UNO

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El sabor del queso con el pan se mezcla en mi boca y me hace cerrar los ojos. Había olvidado lo bien que se siente poder disfrutar de la comida. Mientras lo hago un montón de personas desconocidas me rodean. Me encuentro en una de las sillas de la mesa observando el plan que tenemos que llevar a cabo si queremos destruir al reino para siempre. Killian se encuentra a mi lado mientras analiza la situación. Varios hombres y mujeres con el uniforme real bordean la mesa, justo en el centro de ella un mapa. Ellos como el ejército de Killian, son los que están dispuestos a dar la vida para cambiar las cosas. Me los presentó a cada uno cuando llegaron, ellos me recibieron con los brazos abiertos y me integraron al grupo rápidamente. Intento recordar cada una de sus caras para poder darle las gracias cuando todo esto termine. A algunos de ellos ya los conocía. Está Guns, que fue el que reemplazó a Killian en los entrenamientos un tiempo y una chica que me dijo que se llama Liza. Bastián está frente a mí prestando la más atención posible, aunque de vez en cuando lo observo tirarle unas miradas rápidas al chico que se encuentra a su lado. Si no me equivoco su nombre es Marock. Tiene el pelo largo atado en una especie de nudo y una mirada profunda.

Una vez que ellos llegaron la familia de Grej nos dio privacidad pero no sin antes dejar un poco de comida para todos. Les dijimos que podían quedarse pero prefirieron distraer a los niños para que no escucharan.

Llegaron hace media hora con la información de que las cosas estaban cada vez más complicadas y que todos los que tenían puesto el rastreador tenían órdenes de matarnos y que no lograban pensar por sí mismos. Que lograron que la gran mayoría de los Artífices entrara en razón y peleará por la causa, logramos poder abrirles los ojos y eso hizo que se me llenaran los ojos de lágrimas. Es un paso muy importante para mí. Para todos. Aunque no faltaron los que los que los llamaron locos y traidores, pero era algo de esperarse.

Cuando llegaron les pregunté si habían visto a mi hermana, les di una descripción de ella pero respondieron que no. Que lo más probable es que siguiera en el castillo y que la usaran como carnada. Les pregunté por Wratt y Lion pero nada.

-Los están buscando casa por casa, no queda mucho tiempo para que toquen por esa puerta- dijo un chico bajito con pelo negro a mi lado mientras señala en dirección a ella. Se había unido al grupo esta mañana junto con algunos más.

-Tenemos que buscar un lugar para entrar que sepamos que no va a estar vigilado y que nos dé acceso al interior del castillo- dijo Guns

-Yo tengo algo que puede ayudar-añadió un chico rubio y alto a mi lado mientras mostraba dos artefactos que tenía en la mano- una bomba de humo y otra que nos haría volar en pedazos a todos.

Me quedé asombrada porque me hubiese gustado tener alguna de esas en varias oportunidades...Bastián lo miró asustado y le pidió que guardase eso. Tuve que reprimir una risita.

-Eso nos va a hacer útil. Pero queremos entrar, no llamar la atención de todo el mundo...por ahora- dijo Killian mientras se acerca más a mí y acaricia mi pelo.

Yo sabía que esto podía resultar terriblemente mal pero estoy convencida de que hay un lugar que nadie vigila porque no quieren que nadie lo descubra.

-Yo sé cómo entrar- dije al momento que captaba todas las miradas de la sala- hay una habitación donde tienen a toda la población de mi ciudad conectados a máquinas- hice una pausa al sentir la mirada de compasión de todos- Ese lugar tiene una ventana que da a la calle. Fue justo donde me encontraste- añadí mirando a Killian

-Esa ventana está muy expuesta, si logramos volver a generar otra distracción tal vez sea buena idea- dijo una de las chicas que se encontraba a mi lado mientras Ed y Anís ingresaban a la sala. Los niños se habían dormido.

Una Ciudad De Polvo y Huesos [1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora