Una Ciudad De Polvo y Huesos [1]

VEINTICUATRO

El amanecer siempre fue algo bonito. Ver como el cielo se aclara poco a poco y cambia de color es pacífico. Pensar que está tan cerca y tan lejos, que hay todo un universo sin explorar ahí afuera es una locura. Pensar todos los años de mi vida que me privaron de ver algo así de hermoso por estar encerrada bajo tierra es horroroso y triste. Hubiese deseado los días en los que no podía dormir salir afuera y ver cómo cambia de colores, ver esa hermosa transición. Ahí arriba todo es tan distinto...tan ajeno a lo que pasa acá abajo.
Es una locura que ahí sea todo paz y que acá solo reine el caos.

El sonido de nuestros pasos se pierde con los del bosque. El crujir de las ramas en nuestros pies retumban a nuestro andar y se pierden por el sonido del viento. Bastián es mi sombra y no se me separa ni un segundo. Llevamos caminando ya unas horas y apenas nos detuvimos unos minutos a descansar, no podemos darnos ese lujo. La última vez que estuve en este lugar me sentía en el infinito mismo pero hoy siento que se abre paso ante nosotros, como si supiera que es lo que estamos a punto de hacer.
El sonido lejano de los comercios y la gente en las ferias llega a nuestros oídos, estamos por llegar a la ciudad de los artífices.

Un sentimiento de extrañes se apoderó de mí, de estar tan cerca de mi hogar que me hace querer ir corriendo y adentrarme en ella. A reencontrarme con mi hermana y ver como le terminó de romper el corazón por no volver con Lura junto a mí. A llorar junto a ella y a explicarle todo. Pero no puedo, tengo que contenerme a seguir con el plan. Esa es la parte más complicada, el cómo vamos a pasar por la entrada de mi ciudad que seguramente está rodeada de guardias. Seguramente me están esperando.

No tengo ninguna señal de Killian, no quiero hablar por el radio por miedo a que esté en alguna situación comprometedora y yo la empeore. Efraín sabe quién soy, sé que vendrá a por mí así que tengo que darme prisa.
Llegamos a la entrada de la ciudad y el viento de ella juega con mi pelo violeta oscuro. El sonido nos invadió de repente, parece que nada cambió desde que me fui. ¿O sí?

-Dios mío- dice Bastián mientras se coloca a mi lado- bienvenida a mi maldito hogar, pensé que no iba a volver nunca más...pero acá estoy- se pone delante mío y extiende uno de sus brazos para que lo agarre- andando mi lady.

Rodeó los ojos y tomó de su brazo. Ambos tenemos bien colocadas nuestras capuchas y las armas al alcance de la mano por si algo no sale como lo esperado. Caminamos a pasos agigantados como una pareja feliz en el medio de la feria. A medida que avanzamos observó los puestos de reojo, siguen vendiendo lo mismo de siempre pero los precios están mucho más elevados de lo que recuerdo. ¿Cómo hizo mi gente para comer en este tiempo? Espero que nada complicado. Espero que Weylin haya podido encontrar una solución al respecto si así fue. Seguimos avanzando y me detengo un segundo a mirar la foto que cuelga de uno de los postes. Soy yo. O lo era. Una foto mía,ahora sí con mi cara al total descubierto, con mi pelo largo cobrizo y mis ojos avellanas resaltan en ella. Una luz natural sale de ellos. La persona que está ahí ya no soy yo. Somos dos personas totalmente distintas. Una Verena distinta es la que camina por estas calles, la otra murió el día que le arrancaron una parte de sí, cuando la dejaron sin alma. La de ahora solo es una que surgió de entre las profundidades del suelo en busca de reclamar lo que le pertenece.

El calor del piso se filtra entre mis zapatos y me obliga a seguir avanzando, varios artífices nos miran de reojo solo unos momentos y luego siguen con su camino. Nada de qué preocuparse por ahora.
Estamos a cinco calles de la entrada a la ciudad polvo y huesos y todo parece estar bastante calmo. Trato de no pensar en todo lo que tengo que hablar con mi hermana y de cómo romperle la cara a Weylin. De cómo el peso de todos los secretos que se fueron construyendo me queman la garganta. ¿Ya es hora de revelar mi verdadera sangre? Tal vez. Si eso implica acabar con toda esta farsa y poder tener un lugar en donde mi voz y voto cuenten, donde ya no haya gente muriendo ni sufriendo de hambre. Buscar una sola ciudad para todos. Buscar esa paz que creí que estaba tan lejana en el cielo.