CAPÍTULO 5.

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La mañana había empezado tranquila, y yo me disponía a caminar a través del castillo para dejar mis libros en mi habitación y dirigirme al Gran Comedor, ya que se acercaba la hora de comer.

Los pasillos estaban repletos de estudiantes, y yo aún no había encontrado a Hermione así que supuse que me alcanzaría pronto.

Me dispuse a acortar camino atravesando el pequeño jardín arbolado hasta que, de un salto, mi peor pesadilla se planta delante de mi.

-Lancaster, ¿llevas prisa?
-Malfoy. Creo que sabes la respuesta, así que apártate -digo intentando olvidar ciertos pensamientos y ser tan borde como él.
-Sólo quería saber si tu amigo Potter ha llorado lo suficiente antes de la primera prueba -Crabbe, Goyle y Pansy Parkinson ríen su gracia.
-¿Sabes? Haber visto un atisbo de simpatía en ti ha sido la mayor equivocación de mi vida-. No sabía ni por qué había dicho eso, ¿simpatía? ¿Sentí simpatía hacia el?

Di media vuelta. De reojo pude ver a Pansy riéndose de mi y tirando de Draco hacia el lugar donde estaban el resto, pero Draco no cedía. En su lugar, una fría mirada de parte de Draco hizo que todos se callaran, y cuando quise darme cuenta estaba detrás de mi nuevamente agarrándome del hombro.

-T/n... o sea, Lancaster yo... Solo...- en esos inevitablemente preciosos ojos grises pude ver, como aquella noche, una mirada diferente, y de nuevo algo en mi se aceleró. Nuestras miradas fijas, su mano suave y fría, nuestras respiraciones extrañamente aceleradas, su olor...

De repente Harry pasó entre nosotros, visiblemente molesto, y empujó con fuerza a Draco en su camino hacia sabían los magos a dónde, interrumpiéndolo.

Aquel Draco altivo, orgulloso y de carácter punzante volvió, y se enzarzó rápidamente en una discusión con Harry. Y yo en medio, sin intervenir, porque tenía la mente llena de miles de cosas que no sabía ni identificar y quería mostrarme tan distante de Draco como Harry lo era.

Todo lo que escuché fue un -he apostado con mi padre cuánto durarás en el torneo, Potter...- y cuando me quise dar cuenta Draco estaba convertido en hurón y el profesor Alastor lo subía y lo bajaba incansablemente provocando la risa de todos.

Simplemente me fui de ahí. Corrí como nunca hacia mi sala común, me adentré en el baño, me lavé la cara y mirándome al espejo me pregunté  <<¿Desde cuándo me importa lo que tenga que decirme Draco Malfoy? Por las barbas de Merlín T/n, seguro era una de sus estúpidas bromas>>.

Sumida en estos pensamientos, entró inesperadamente Hermione.

-T/n..? ¿Qué haces? ¿Estás bien?
-¡Hermione! Sí, gracias estoy muy Draco- Qué acaba de salir de mi boca. Creo que el corazón se me va a salir del pecho en cualquier momento. Lancaster, sinónimo de patosa.
-¿Estás... qué? -y una carcajada enorme sale de la boca de mi amiga. -T/n, creo que tu rivalidad con Malfoy es tan grande en tan poco tiempo que ya tienes pesadillas con su nombre-.
-Ah, si. Sí por supuesto. Es totalmente eso, me trae de cabeza ese engreído, sí...- pero algo en mis palabras me hace pensar que lo que digo no es lo que siento, y eso me aterroriza.
-Venga, T/n, vamos a buscar a Harry y a Ron y comprobar si han solucionado sus tonterías.

El resto del día transcurrió sin más sobresaltos, pero era inevitable perder mi mirada en Draco. Y siempre que miraba en dirección a esa cabellera rubia, me estaba mirando de vuelta. ¿Qué me está pasando?

POLOS OPUESTOS: Draco Malfoy y tú. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora