CAPÍTULO 27.

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La noche de la cena había sido... curiosa.

Definitivamente Blaise Zabini estaba extrañamente interesado en hablar conmigo, en conocerme.

Lo raro era que, después de 10 minutos de conversación tuve que admitir que aquel Slytherin era incluso agradable e inteligente.

Cuando quisimos darnos cuenta el frío colmaba absolutamente Hogwarts y la cena de Navidad de Slughorn había llegado, y esta vez los invitados podíamos traer acompañante.

-Me imagino que ya tienes la invitación preparada para tu novio el mudo, Lancaster- esa inconfundible voz... ese olor a manzanas verdes y a menta... esa altivez en su tono.

-Son las 22 de la noche Malfoy, y los pasillos ya están vacíos, ¿dejas de molestar y te vas a tu sala común?- contesté rodando mis ojos.

En un movimiento fugaz tomó mi muñeca con ligera fuerza y me empujó a aquel almacén de escobas más que familiar para nosotros.

Colocó su mano derecha en mi cintura mientras que con la izquierda aún sujetaba mi mano, colocándomela contra la pared. Acercó su boca a escasos milímetros de la mía y susurró:

-Si te gusta ese estúpido de Zabini y vas a llevarlo a la cena de Slughorn dímelo, Lancaster.

La tentación me consumía cuando se acercaba así a mi, y el ritmo de mis pulsaciones aumentaba al notar su cuerpo pegado al mío, al sentir sus manos acariciarme suavemente. Le deseaba, y ya no sabía disimularlo.

Pero me esforcé en ello.

-¿A caso estás celoso, Malfoy?- dije mientras le agarraba de la corbata y tiraba de él hacia mi, provocando que sus manos descendieran a mi trasero.

-Sólo dímelo, Lancaster. Si es cierto lo que te he preguntado contéstame aquí, dónde te besé por primera vez... dónde me empezaste a volver loco- esta vez sus ojos no jugaban a provocarnos, si no que reflejaban seriedad.

-Yo...- sus ojos reflejaron sorpresa y decepción. Me soltó.

-Lo sabía.- y se giró bruscamente para irse.

Le tomé de la mano.

-Yo quería preguntarte si te apetece a ti ser mi acompañante.

Una sonrisa que me derritió salió de su boca, y cuando quise darme cuenta había pasado una hora besándome desesperadamente con Draco Malfoy en aquel pequeño cuarto dónde con 14 años me enamoré de él. Aunque no quisiera admitirlo.

-Malfoy tengo que irme...- dije entre risas acomodando mi cabello, desordenado por culpa de sus manos.

-Espera...- me tomó la cara cariñosamente y me miró como con cuidado, con esos ojos grises que me hacían perder la cabeza- déjame mirarte solo 10 segundos más, quiero irme a dormir con esa imagen.

De nuevo, mi corazón iba a mil. Draco Malfoy siempre había sido a ojos del mundo el chico frío e intocable, pero conmigo era diferente.

-Por Merlín, T/n..., qué me has hecho- dijo con una sonrisa dándome un último beso.

POLOS OPUESTOS: Draco Malfoy y tú. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora