CAPÍTULO 48.

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Pocas veces le había visto de cerca. Y era... absolutamente desagradable.

Sus uñas, ennegrecidas, daban un aspecto aún más asqueroso a la piel de sus manos, similar a la de un reptil.

Me colé como pude entre todos los estudiantes hasta estar en primera fila, perdiendo completamente de vista a Draco.

Sólo podía ver a mi amigo. Al chico que cuidó de mi desde que llegué nueva a aquella escuela, muerto, en brazos de un destrozado Hagrid.

Y a él. A mi padre.

Cuando nuestras miradas se cruzaron poco pudo aguantar mis ojos sobre los suyos. Una mirada de vergüenza que jamás había visto emanaba de él. Nunca sentí mi corazón tan roto como aquel día.

Mi madre... Mi madre parecía otra. Tenía la cara demacrada, los ojos rojos e hinchados de tanto llorar en silencio. Su mirada no dejó de perseguirme, con una pequeña sonrisa triste.

Pude leer sus labios a lo lejos:

-"Lo siento..."

Aguanté mis lágrimas y presencié el espectáculo.

-¡Draco! ¡Draco Malfoy! Ven... Ven con los que te pertenecen...- dijo Voldemort risueño.

Draco no se movió. Una lágrima resbaló por su cara, con expresión de asco.

Narcissa Malfoy, situada al lado de su marido y de mi madre le obligó asustada y cariñosamente a acercarse.

Y allí fue. Despacio, como quien acepta una sentencia de muerte.

-Bien...¡bien! Y ahora nos falta la joya de la corona... Nuestra Trelawney personal... ¡T/n! ¡Únete a nosotros también..!- volvió a repetir con satisfacción.

Se me heló la sangre. Pero al ver a Harry recordé por qué estaba en Gryffindor.

-Antes tendrías que matarme- contesté furiosa.

-¡Oh!- rio escandalosamente- pero... ¡Pero si ha sacado el carácter de su madre! Señor y Señora Lancaster- dijo con ironía haciéndoles una reverencia burlona- serían tan amables de traer a la mocosa de su hija aquí... Si no, me obligará a matarla.

-Cariño... Cariño por favor entiende que...- mi padre no pudo continuar.

Longbottom me salvó. Nos salvó. Y lo que parecía un discurso alentador acabó en Neville envainado la espada de Gryffindor, sacada del sombrero seleccionador.

Todo fue muy rápido. Mi atención se dirigió a Hagrid, de cuyos brazos cayó en un movimiento rápido Harry.

-¡Potter, cógela!- gritó Draco lanzándole la varita.

-¡Has llegado hasta aquí!- escuché a Neville en un grito ahogado bajando la espada con fuerza contra la serpiente que hacía escasas horas había degollado a Snape en la Casa de los Gritos.

Conectadas, las varitas de Harry y Voldemort llevaban minutos intensos en una lucha que parecía eterna, hasta la estocada de Neville.

Fue como un mal hechizo. En nuestros ojos, aquel que había manipulado a familias enteras, asesinado a otras y amenazado a tantos con el terror y la muerte, simplemente desaparecía. Se deshacía como si de un papel quemado se tratara.

Tras unos minutos de silencio ensordecedor, de rodillas en el suelo pude ver a Lucius Malfoy tirar de Narcissa y Draco para llevárselos de allí. Pero esta vez, no le siguieron. Y partió sólo.

Un brazo me levantó. Era mi padre.

Y fue entonces cuando lloré como una niña, y la ansiedad se apoderó de mi.

-¿¡Por qué lo hiciste!?- grité desgañitándome- ¡yo confiaba en ti!

Las lágrimas brotaban sin parar de sus ojos. Jamás había visto a mi padre llorar.

-Cariño, te lo ruego escúchame...- sollozó- cuando se enteró de que tenías un don prometió llevarte con él... te iba a secuestrar, me iba a quitar a mi niña...

-¡Me lo ocultaste!- grité ya sin fuerzas.

-No quería destrozar tus mejores años... Per... Perdóname T/n... tú y tu madre sois mi vida- lloró desconsolado.

De pronto, Draco y Narcissa se acercaron. Ella me tomó la cara.

-Ahora no lo entiendes, y deben aceptarlo- suspiró- pero sólo yo se el sacrificio de amor que hicieron tus padres.

-Y a Harry, tu amigo... -continuó emocionada- el amor de una madre le salvó dos veces. Una aquel 31 de Octubre, y otra hoy en el bosque. No sólo yo mentí por salvarle, tus padres también.

POLOS OPUESTOS: Draco Malfoy y tú. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora