CAPÍTULO 22.

501 33 0
                                    

Desde aquella tarde en la Sala de los Menesteres con Draco la situación se destensó entre él y el trío: por lo menos ahora Harry y él se dedicaban alguna que otra sonrisa falsa e incómoda en vez de insultos y amenazas.

No sabíamos lo que estaba por venir.

-Entonces, repasando: sostenéis la varita con un movimiento ascendente y dirigís el expelliarmus hacia...- Harry no pudo terminar.

Un ruido ensordecedor atrajo nuestra atención y todo lo que pudimos ver fue a Umbridge tras la pared de la Sala de los Menesteres, completamente derruida. Nos había pillado.

Fue casi peor el miedo que sentí al dudar de la lealtad de Draco que por las represalias que Umbridge podía tomar.
Sentí tantas veces la mirada inquisidora de Hermione, la desconfianza de Ron y la rabia de Harry que he de admitir que cuando descubrimos que la delatora fue Cho Chang, por mucho dolor que causase a Harry, me alegré de ello. ¿Me hacía eso peor?

Después del suceso de los gemelos durante los TIMO y la alegría momentánea que brindaron a los estudiantes irrumpiendo en el aula entre fuegos artificiales y chillidos, lo más relevante que me iba a suceder en todo el año estaba por llegar. Y no era precisamente bueno.

Cuando conseguimos deshacernos de Umbridge, arrastrada por los centauros y habiendo colgado de su cuello un cartel con las palabras "BRUJA IRRESPONSABLE", como lo que me había tatuado a mi en la piel, decidimos ir al Ministerio. Esta vez todos. Esta vez, juntos.

Y así fue como sucedió: lo pude sentir. Yo sabía de la existencia de aquel lugar, en efecto lo predije en el tren. Tuve una visión. Y ahora podía ver a las "hienas" de las que hablé sin aparentemente sentido: acababan de llegar mortífagos.

Sabía que el dolor físico estaría asegurado, pero no que me dolería el corazón, ni que Draco vendría a mi mente en aquel exacto momento, al ver el que, inconfundiblemente, era su padre. Mi mundo se derrumbaba.

La pelea inició, iluminándose las paredes negras con destellos verdes y rojos. Lo sentí:

-¡Harry!- le grité, espalda con espalda- por favor siento que algo va a pasar.
-T/n- gritó más fuerte- confía en mi y se valiente, sé que lo eres.
-No, Harry ¡no lo entiendes!- rompí a llorar mientras esquivaba un hechizo, un nudo en el pecho se me hizo, quería explicar algo pero no podía, no sabía cómo. Solo sabía que algo muy malo iba a suceder.

-¡Chicos! ¡Mirad!- dijo Ginny señalando unos metros más allá de la batalla abierta.

"Gracias a Merlín, es la Orden"- me dije en un intento de aliviar aquel sentimiento que me oprimía el pecho. Pero nada parecía funcionar, incluso a pesar de estar ahora en ventaja gracias a ellos.

Entonces entendí el por qué.

-¡Avada Kedavra!- escuché en un grito atronador.
-¡Sirius!- la voz desgarrada de Harry parecía romper las paredes de aquel sitio, una punzada atravesó mi corazón.

Como aquel haz de luz proveniente de la varita de Fenrir Greyback acababa de atravesar mi estómago cuando bajé la guardia ante lo sucedido con Sirius. Una exhalación dolorosa salió en silencio de mi boca.

Después, todo fue negro. Después, nada más.

POLOS OPUESTOS: Draco Malfoy y tú. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora